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24 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

¿Subsidios, despropósitos e inconciencias?

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El mismo cuento de siempre, que si dejar flotar el dólar, que si dolarizar, que si eliminar los subsidios, que si eliminar las exenciones de impuestos, que el gasto tributario, que se violenta la seguridad jurídica de los inversionistas atraídos por condiciones fiscales, que el clima de negocios, que la marca país, que la competitividad, que la ventaja comparativa, que la agenda 2030, que las mil tres reformas, que el TLC, que si eliminar el subsidio a la tarifa electica, a los derivados del petróleo, que combatir la evasión y la elusión.

Exceptuando el tema del delito tributario, todo lo demás constituye un jueguito técnico pero peligroso, pues arriesga tremendamente la paz social. Aunque vale la pena no olvidar la cultura reinante en el país: ¿para qué pagar impuestos si se lo roban?. Y claro se van mansos y cimarrones por este mismo desagüe. Al final se impone siempre la misma moraleja desde las dos caras de la misma moneda: no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir.

Parece ser que el discurso de campaña es siempre imposible de concretizar y la deuda social acumulada crece, al recibir cada gobernante el maleficio de la silla de alfileres y de la ñoña. Con este maleficio los instrumentos cambian: dejamos la guitarra y tomamos el violín, y lo hemos hecho tantas veces, que de momento no quedaran cuerdas ni para la guitarra y mucho menos para el violín y en lugar de un concierto sinfónico tendríamos una bachata de patio.

La paz es el camino recordaba recientemente el presidente Abinader citando a Gandhi, y con todo el respeto ripostamos diciéndole: no hay camino ni paz presidente.

Y con estos temas de hacer más pobre a los pobres y la destrucción descarada de la ya triste clase media, sencillamente damos un paso al frente y ya nos encontrándonos frente al abismo.

Que no nos pase como decía un comediante en su sátira política: en la campaña el presidente decía el país está frente al abismo y ahora que gobierna, el pueblo le dice, usted ha dado un paso al frente.

Se nos olvida que ser gobernantes no es ser el propietario de la nación, sino ser un mayordomo y lo deseable, ser un buen mayordomo. Parecería que administramos una empresa nuestra y que el objetivo lógico que perseguimos es lograr beneficios.

Bueno y de hecho es lo que han hecho por décadas los funcionarios de turno, administrar la cosa pública asumiendo tener una alcancía donde van sacando cada día lo suyo y ahora alguito más, pues deben sacar lo de los abogados y otros actores del sistema y con alguna penita (in my house beach resort) y aún así quedar ricos.

Pero ¡cuántas veces caemos en el error de confundir el administrar el Estado con administrar un negocio propio!. Claro si administramos un negocio propio de esa manera, también lo quebramos.

Muchas veces cedemos ante las presiones o imposiciones de los chacales del fondo monetario internacional, del banco mundial, banco interamericano de desarrollo y de las ambiciones insaciables de los chacales de Davos y la ONU.

Y nos dicen muy elegante y discretamente: es que te apoyamos en tus aspiraciones políticas, pero tienes que cumplir con esto, esto, eso y con aquello. Y con el maldito endeudamiento pro bono chacal que siempre encuentra socios locales inmediatos y sin cuestionamientos, aquí en la Dubai del Caribe.

¡Carajo tantos prestamos y para que! Es la pregunta que muchos se hacen. Es que la idea nunca ha sido gobernar para engrandecer la nación y hacer más feliz al pueblo, la idea es llegar para quedarnos y para eso es súper necesaria la corrupción y el endeudamiento (beneficia por partida doble, a los del maletín y a los chacales).

Parece que el maestro de los maestros infernales fue Trujillo y luego Balaguer. Este último se refugió en la frase: la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho. Mientras la prensa decía: se crearon 300 millonarios. Y su papa Trujillo se adueño de todo el país, la misma batata pero azada.

Pero tuvieron alumnos aventajados en los gobiernos subsiguientes hasta la fecha. Desde la esperanza nacional, primero la gente, nuevo camino y ahora el cambio.

A tal punto que difícilmente usted encuentre algún político en las últimas cinco décadas que pueda demostrar limpiamente su crecimiento patrimonial, no haya tenido tráfico de influencias, no haya practicado el nepotismo y otras diabluras o que pueda señalarse como probo, honesto, pro hombre y pro patria y ser poseedor de un liderazgo ejemplar.

Pero sigamos con el centro de este escrito: Los subsidios. Cuando están dirigidos a hacer el bien de la mayoría y la vida más llevadera a los dominicanos, deben ser siempre bienvenidos. Por eso eliminar los subsidios y que la energía eléctrica sea pagable y la gasolina no sume mayor inflación, y ese efecto multiplicador inflacionario no erosione lo poco que le queda de calidad de vida a las grandes mayorías de los dominicanos, eliminar estos subsidios serian un despropósito y un altísimo riesgo con una segura ingobernabilidad.

Las estrategias de desarrollo para atraer inversionistas y lograr sumar más empleos, estrategias que exoneran de impuestos una serie de elementos productivos, siempre han sido consideradas como bienvenidos. Siempre y cuando no se trate de mafias estatales o congresuales para beneficiar sectores privilegiados y sacar la tajada que siempre suena en la alcancía de los congresistas por debajo de la mesa.

El paso del impuesto al comercio exterior como principal factor recaudador a impuestos internos, antes de la firma de los acuerdos de libre comercio y sin contar con una ventaja comparativa, fue un suicidio que hoy vemos sus frutos. No contábamos con recursos humanos, ni con tecnología, ni con una ventaja competitiva de costos, de enfoque o con una calidad  y precios competitivos y posicionamiento adecuado a nivel internacional.

En las primeras etapas de intentar la industrialización en el país, todo se baso en la leyes de incentivos del 1968, y surgen de ahí las zonas industriales, luego las zonas francas.

Luego vino el forcejeo entre sectores económicos y las luchas de poder, las conveniencias encontradas de dolarizar o dejar flotar el dólar y con las ideas de globalización, parecía el “final de la sustitución de importaciones”, aunque en días recientes se ve claro, que sigue siendo la salida al desarrollo de los pueblos (la producción nacional).

Sin embargo vino la economía de servicios, las maquilas, los call centers, los tratados de libre comercio. El paso del impuesto del comercio exterior a impuestos internos (por el desmonte arancelario) como forma de financiar el Estado Dominicano.

Y todo esto porque hay que hacer lo que le convenga a los intereses de Tio Sam, los Chacales y los comisionistas funcionarios, legisladores y traidores locales.

Pero ya desde el 2020, las recientes crisis primero la pandémica, luego las roturas de los puntos de re orden de inventarios, la crisis de contendedores, la recesión, la estanflación y ahora la quiebra de algunos bancos importantes, la amenaza planeada de la reserva federal para imponer el gran reseteo y lo más reciente, la amenaza de la diablura de la inteligencia artificial, todo esto apunta a menos empleo a nivel mundial y muy probablemente a una eugenesia de repente programada, para reducir la población, aunque lo primero sería más subsidios, para que trabajen los robots mientras el hombre recibe un chequecito mensual, vaya al gimnasio y se dedique a regar el jardín o mirar series de Netflix.

Entonces cuando vemos todo este panorama y podemos extrapolar para el mediano plazo, nos preguntamos: ¿Subsidios, despropósitos o inconciencias?. ¿Eliminar subsidios?.

Ante este dilema los gobiernes tienen dos caminos: o nos adelantamos a empobrecer más a la gente para cumplir con los despropósitos de los chacales o nos paramos en dos patas para ser reales mayordomos de la nación, mandando a cualquier interés foráneo para el carajo.

Poniendo en sus puestos a los mercenarios que no miran a los lados, pues tienen anteojeras, y continuando entonces como mayordomos fieles con la práctica soberana de dirigir con propósito los destinos del país.

Si quitamos los subsidios, creamos mucho más inflación (sería contraproducente) y forzamos a la gente a delinquir, y tal vez al saqueo de supermercados y negocios para lograr provisiones (como sucedió en Argentina hace ya un par de décadas en la noche de las cacerolas) o los mantenemos, en lugar de convertir en dadivas politiqueras y populistas esos recursos tal vez con fines reeleccionistas.

Si queremos completar el paso al frente y hacer saltar al abismo a la nación, sabemos lo que tenemos que hacer. Hagamos lo que diga el Fondo Monetario Internacional y sigamos tomando préstamos al Banco Mundial. Una combinación perfecta de chacales que seguramente nos llevaran a ser un Estado Fallido, es lo que desea la ONU, dos estados fallidos en una misma isla y una urgente intervención para la fusión de la misma.

¡Adelante políticos de turno: a paso de vencedores!

Por Julián Padilla

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