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30 de diciembre 2025
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OpiniónJosé Peña SantanaJosé Peña Santana

¿Somos ya un hub logístico o un proyecto en desarrollo en República Dominicana?

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En los últimos años, las autoridades gubernamentales han repetido con insistencia la idea de que la República Dominicana es un “hub logístico” de la región. La afirmación, aunque ambiciosa es alentadora y, merece ser analizada con objetividad, pues existe una diferencia fundamental entre un país que se proyecta como un hub y uno que efectivamente ya lo es.

En un reciente acto de la Asociación Dominicana de Rectores de Universidades (ADRU), el director general de Aduanas, Eduardo Sanz Lovatón, destacó el crecimiento de las exportaciones dominicanas, las cuales, a su decir, superan los 12,000 millones de dólares y alcanzan más de 160 países. Al mismo tiempo, enfatizó que la actividad logística es el principal renglón económico del país y que su consolidación se verá en los próximos 25 años. Estas declaraciones, aunque reflejan un optimismo institucional, también dejan en evidencia que el objetivo aún está en fase de planificación y ejecución.

Es innegable que la ubicación geográfica de la República Dominicana es privilegiada para convertirse en un verdadero centro logístico de clase mundial. Nuestra cercanía a mercados estratégicos como Estados Unidos, América Latina y Europa nos ofrece una ventaja competitiva natural. Sin embargo, para alcanzar ese estatus es fundamental superar varios desafíos estructurales, incluyendo la modernización de la infraestructura portuaria y aeroportuaria, la reducción de los costos logísticos, la mejora de los procesos aduaneros y la eliminación de barreras regulatorias que limitan la eficiencia del comercio exterior.

Uno de los aspectos más preocupantes dentro de la dinámica del comercio exterior dominicano es el acuerdo comercial con China, una potencia económica que ha inundado nuestros mercados con sus productos, mientras que las exportaciones dominicanas hacia ese país siguen siendo insignificantes. Esta relación comercial es sumamente asimétrica, recibimos grandes volúmenes de mercancías chinas, pero exportamos cantidades mínimas, lo que genera un déficit comercial desfavorable.

Además, hay denuncias recurrentes sobre irregularidades en la operatividad de algunas empresas chinas en el país. Se ha señalado que estas compañías pagan pocos aranceles, emplean escasa mano de obra local y, en algunos casos, operan sin emitir facturas con comprobantes fiscales válidos, reteniendo el ITBIS sin reportarlo a la Dirección General de Impuestos Internos (DGII). Esta situación no solo representa una amenaza para la economía nacional, sino que también podría afectar nuestras relaciones comerciales con Estados Unidos, que es principal socio comercial de la República Dominicana.

Para que el país se convierta en un verdadero hub logístico, es necesario ejecutar reformas estructurales que permitan optimizar la conectividad, reducir costos operativos y garantizar transparencia en los procesos aduaneros y fiscales. Un hub logístico no se construye solo con discursos o declaraciones optimistas; requiere planificación estratégica, inversión en infraestructura, fortalecimiento del capital humano y un marco regulatorio que fomente la competitividad.

El reto es grande, pero las oportunidades también lo son. Si realmente queremos convertirnos en un centro logístico de referencia en la región, debemos enfocarnos en políticas públicas coherentes, en acuerdos comerciales equitativos y en la implementación de medidas que protejan la economía nacional, asegurando que el crecimiento del comercio exterior beneficie a todos los sectores del país.

La República Dominicana tiene el potencial de ser un hub logístico, pero a mi humilde, aún no lo es. El camino hacia esa meta está lleno de desafíos, y solo con acciones concretas y sostenibles podremos materializar esa visión en una realidad económica tangible.

Por: José Peña Santana.

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