Durante años recientes los conocidos limpiavidrios se han constituido en un problema que afecta a todos los ciudadanos que se desplazan en las principales vías del Distrito Nacional, protagonizando complicaciones en las intersecciones que han tenido como desenlace sucesos violentos.
Pero es evidente la situación de precariedad a la cual están sometidos estos jóvenes, por el estado de necesidad al que los indujo la más indolente pobreza conjuntamente con la falta de escolaridad, de dicha combinación solo pueden surgir tempestades. El recurso para superar esta problemática debía ser una medida de carácter humano.
Con la decisión asumida por la Alcaldía del Distrito Nacional, inicia un nuevo camino para ellos, ya que serán insertados en empleos dignos y de esta forma; escuchando los reclamos de los munícipes que eran inquietados por el antiguo modus vivendi de estos muchachos. Expuestos a toda clase de peligros en las inclementes calles, sin ningún tipo de seguridad para conseguir el pan de cada día.
La resolución 17/2017 de la Sala Capitular del cabildo capitalino, cambió sus vidas para mejor, cumpliendo con el objetivo primordial del ejercicio político, la conquista de transformaciones sociales. Salvaguardando la integridad física de los ciudadanos que se desplazan en la principales avenidas de la ciudad.
Al ejecutar acciones desde los cargos públicos que deben regular la convivencia en sociedad, primando el principio de que las decisiones deben ser beneficiosas para la colectividad y no para unos pocos, esto es exactamente lo que se ha obtenido con esta tan necesaria disposición. Tomando cartas en el asunto, antes de que hubiese sido demasiado tarde.
Políticas públicas de este tipo son en las que se fundamentó el filósofo chino, Confucio al momento de pronunciar una de sus frases lapidarias: “¿Cuál es la esencia de un buen gobierno? No resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho.”
Producto de su medio de supervivencia estos jóvenes, se constituyeron en una nebulosa que debía ser disipada y con esta manifestación de voluntad política, se atestigua el principio de un nuevo día para estos. Con esta responsable decisión tan esperada, se logra la solución salomónica con la cual gana Santo Domingo de Guzmán. Al retirar a los denominados limpiavidrios de las calles e introducirlos al sector laboral gana la ciudadanía.
Desde que comenzaron el incesante ir de llegadas y partidas que es la vida, ninguno de estos lozanos había recibido una oportunidad para hacer las cosas bien, hasta ahora. Esta es la ayuda que nunca habían tenido y hoy no se les da el pescado, se les enseña a pescar, han sido dignificados luego de tantos años lanzados en el olvido y azotados por la indiferencia.
Entiendo prudente concluir con esta frase de la regidora italiana María Canaletto del siglo XIX, la cual cito: “Si eres capaz de acompasar tu pulso con el de los ciudadanos, el aliento y todo cuanto marque tu compromiso de vida para con ellos, serás un buen servidor público.”
