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8 de mayo 2024
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OpiniónCarlos McCoyCarlos McCoy

Sociedad en decadencia

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En su reciente discurso en el encuentro anual de la Asociación Americana de Rifles, NRA por sus siglas en inglés, el expresidente Trump dijo que, para evitar tragedias como la acaecida recientemente en la escuela Elemental Roob, en Uvalde, Texas, en vez de desarmar a la población es preferible aumentar el porte de armas, armar a los profesores y establecer solo una entrada a los recintos escolares.

Sin embargo, en un gran contraste con su discurso y debido a los protocolos de seguridad del Servicio Secreto, al lugar donde él pronunciaba su alocución, no se podía entrar con armas de fuego. Una cosa es llamar al diablo y otra es verlo llegar.

En su discurso, Donald Trump olvida que estas masacres no solamente han sucedido en escuelas, aunque estos son los lugares preferidos de los lunáticos armados, esos trágicos acontecimientos no se circunscriben a centros educativos, han tenido diferentes escenarios y múltiples motivos.

Iglesias, sinagogas, conciertos, discotecas, eventos deportivos, transporte público, han sido teatros de estas matanzas.  Las razones esgrimidas por estos desquiciados también son muy variadas, odio racial, xenofobias, antisemitismo, racismo. Todo esto se puede evitar o por lo menos mitigar, si se adecúan a nuestros tiempos los reglamentos para portar armas legalmente.

La segunda enmienda constitucional de los Estados Unidos de América fue parte de las primeras diez aprobadas por el Congreso en el 1789 y ratificadas en Virginia en 1791 y dice lo siguiente: “Derecho de las personas a tener y portar armas, así como a mantener una milicia. Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

Si tomamos en cuenta lo que dice literalmente esta enmienda, además del lugar y el momento en que se aprobó, es obvio que está totalmente obsoleta. Los Estados Unidos venían de librar una guerra de independencia contra el Reino de Gran Bretaña y no fue hasta 1989, con la elección de George Washington como primer presidente del país, cuando se comenzó a poner reglas y orden.

En un vasto territorio y en expansión, con solo 2.5 millones de habitantes, con una densidad poblacional tan exigua, donde un vecino podía estar a varios kilómetros, lleno de fieras salvajes además de renegados, desertores, bandas delincuenciales y todo tipo de peligros, era más que necesario tener un arma de fuego para defenderse y hasta para ir de caza para proveerse los alimentos.

Hay que hacer hincapiés, en que la mayoría de las armas de fuego en esos tiempos eran de un solo tiro. Cada vez que se disparaba, ya sea con un revolver o con un rifle, había que perder varios minutos recargando el arma para volver a ponerla en condiciones de disparar.

Como podemos apreciar, las armas de fuego aprobadas por la segunda enmienda no eran tan letales, pero sí sumamente necesarias, pues conllevaba la seguridad y la defensa personal debido a las condiciones de soledad, de peligro y de vulnerabilidad en que se vivía en esa época, al punto, que hasta a los niños se les enseñaba el manejo de estas. Ninguna de esos ambientes existe en el momento actual.

Esos armamentos en la actualidad son artefactos de guerra. Son mortales por necesidad. Un AK-47 dispara, rutinariamente, 45 proyectiles por minutos y, manipulados por expertos, disparan mucho más. Con el agravante de que, en los Estados Unidos de América, pueden ser adquiridos donde quiera y por cualquiera. Colocando a un país que teniendo alrededor del 4% de la población mundial posea el 40% de las armas de fuego. Según Small Arms Survey, un grupo suizo de investigación, en los EE. UU. hay 120 pistolas, rifles o revólveres por cada 100 habitantes.

Hoy, contrario a la soledad en que se vivía en aquellos tiempos, en cualquier lugar de la nación se pueden reunir miles de personas en un momento dado. Caldo perfecto para que un desquiciado cometa una barbaridad. Por tal motivo es necesario, por lo menos, actualizar la segunda enmienda para poner estrictas restricciones a la adquisición de un arma de fuego y prohibición total a las armas de guerra en manos de la población. Como se hace en los demás países desarrollados.

Hay que evitar que esta sociedad siga en decadencia. Finalmente, si usted de verdad necesita un AR-47 para defenderse, está viviendo en el lugar equivocado. ¡Múdese!

Por Carlos McCoy

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