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26 de abril 2024
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OpiniónJeovanny TerreroJeovanny Terrero

Sociedad Civil

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Recuerdo cuando inicié mis estudios que un profesor nos dijo a un reducido grupo de estudiantes que las universidades deberían enseñar al hombre a ser libre y a pensar por cuenta propia. En nuestro país no es extraño que ante una situación determinada, un grupo de instituciones o movimientos como se le quiera llamar ‘coincida’ casi automáticamente con la posición de un partido determinado y lo mismo ocurre con comunicadores que se autocalifican de independiente.

Y es que la capacidad de ampliar las posiciones de un determinado partido, encubierta en organizaciones de la llamada sociedad civil, puede tener un efecto extraordinario sobre la creación de la opinión pública.

En esos tiempos de estudiantes las organizaciones políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) dependían y dependen todas de un determinado partido político, cuya dirección les traza líneas, al igual que a los sindicatos del país.

Y lo mejor sería nos seguía diciendo el profesor que la clave de una sociedad civilizada reside en una ciudadanía que asuma responsabilidades y no espere de políticos y partidos, que le solucionen los problemas, sino que sepa deliberar sobre ellos y sumarse a la búsqueda de salidas.

El término sociedad civil como concepto de la ciencia social, designa a la diversidad de personas que con categoría de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para tomar decisiones en el ámbito público que consideran a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales.

Y en su aceptación más amplia, tiene cinco componentes institucionales, un tejido social de asociaciones, mercados económicos, y unas normas generales y una autoridad pública limitada.

En otras palabras, un conjunto de entidades, tales como sindicatos, organizaciones no gubernamentales, barriales y campesinas, en fin, decir todo lo que no es militar, político partidista, o pertenece al gobierno.

En demasiadas ocasiones he oído decir que el ciudadano cree que su función como tal empieza y termina con el voto.

En países como Estados Unidos de América, que  ya ha vivido más de doscientos años de democracia, hay ciclos en los que el ciudadano se interesa más por sus asuntos propios que por los colectivos.

Es lógico que lo público esté templado por lo privado, pero imperante es no ser manipulado por intereses externos.

En República   Dominicana hay una masa crítica de ciudadanos con capacidad de reflexión, que se sienten concernidos por lo que sucede.

Ahora bien como dice mi amiga Lic. En comunicación social  Miguelina Mendoza desde Santiago y publicado en la rede social de Facebook lo siguiente.

‘Las Manifestaciones civiles son necesarias para cualquier nación ya que, es una forma de medir la aplicabilidad de las políticas de un gobierno. Sin embargo, cuando se convierten en ataques del pueblo contra el mismo pueblo pudieran calificarse como vandalismo. Desperdicios, y neumáticos obstruyendo las calles, personas encapuchadas lanzando piedras y saqueando micro y pequeñas empresas, amenazas, y amedrentamientos contra la clase trabajadoras no es más que un retroceso y una clara evidencia  de que los convocantes de los paros no persiguen intereses de bien común sino que lo que buscan es, como siempre pescar en rio revuelto.‘ termina la cita.

Y no es raro que esas manifestaciones con esas características sean apoyadas por un grupo de la llamada sociedad civil y de partidos políticos.

Pero todo en la vida cumple una función, a condición de que no derive en pasiones destructivas como esas manifestaciones que se dieron en el Cibao.

Sin ideas sin valores la vida es imposible, sin embargo nadie debe estar convencido de que cualquier problema se resuelve a través de un desorden en las vías públicas. Es más recomendable pensar y reflexionar.

El de hoy es el mundo de las concertaciones de ideas, de la búsqueda de soluciones consensuales. Es un deber de todos los ciudadanos, de la sociedad civil, contribuir y no hacer desorden ni alterar el orden público, pues  la democracia debe ser una responsabilidad de todos.

 

Por Jeovanny Terrero

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