Es interesante compartir experiencias con los hacedores de política exterior. Desde luego, son quienes en teoría y, en base a sacrificios colaboran por encausar la política internacional dominicana exitosamente. El Ministerio de Relaciones Exteriores, específicamente el Viceministerio de Política Exterior Bilateral, cuenta con una amalgama de talentos humanos altamente capacitados profesionalmente en la materia. Y, con el elemento esencial para que esa faena obtenga los resultados más satisfactorios: la pasión.
No obstante, todavía queda un largo sendero por recorrer. Eso, porque sería inconcebible la consecución de una política exterior propia y sólida sin que se domine a cabalidad desde las herramientas más sofisticadas para el procesamiento de datos hasta el conocimiento elemental de lo que constituye integralmente nuestra política exterior. O, que se ignore la jerarquización que rige la institución a la que se presta el servicio. Eso por supuesto, degradaría los escalones alcanzados en los últimos años.
Desafortunadamente, aún hay quienes confunden la labor de periodismo con el esfuerzo intelectual por no ser indiferente ante los temas más fundamentales de política exterior. Para algunos, eso no es más que un ejercicio obstinado de mediocridad. Para otros, eso es parte de carencias arrastradas por una deformación profesional. Por fortuna, estos son pocos.
Los analistas pueden estar formados en cualquier área. Naturalmente, bastará la convicción de servir competentemente; sin embargo, será enormemente valioso emprender un camino de preparación tenaz y especializada, ajustada a la realidad social dominicana y acorde a las exigencias internacionales, si además de ser analista se pretende ser diplomático. Eso le permitirá estar a la vanguardia en la estructura del pensamiento geopolítico.
Todo eso por supuesto, porque ser analista de política exterior es mucho más que únicamente visualizar el acontecer internacional. Significa, acumular experiencias para el aprendizaje, afilar la intuición y poner las neuronas a construir para a través de análisis profundos desarrollar estrategias que posibiliten prevenir desastres o eventos que luzcan insolubles. También la elaboración de propuestas que proporcionen un mejor posicionamiento internacionalmente.
Ahora bien, sería insuficiente tener una diversidad de títulos de universidades pomposas del extranjero, sin que se demuestre en la práctica que verdaderamente como analista internacional su inteligencia pueda plasmarse en la formulación de ideas racionales que consoliden y amparen la reestructuración funcional vigente de la Cancillería. Asimismo, hay que combinar tales habilidades y estandarizar el comportamiento profesional de altura. O sea, los analistas al igual que sus superiores, deben mantener una conducta de respeto, seriedad, armonía y decoro en el ejercicio de sus funciones.
Hay muchos ejemplos que han mostrado aptitud necesaria para llegar a una carrera diplomática notoria. Sin importar su funcionalidad. Es decir, si pertenece al área administrativa o sustantiva.
Finalmente, apuesto por motivar aquellos analistas de política exterior a continuar indeteniblemente su actualización profesional, vocación de servicio entusiasta y sentido sincero de trabajo en equipo. Ese será el abono para que el triunfo le aguarde en el futuro. Al mismo tiempo, invito aquellos que se encuentran distanciados en lo referido, por interiorizarse y reflexionar sobre sus actitudes. Puesto que, si esta es contraria a la excelencia requerida por la Cancillería, habrá que ser lo suficientemente digno como para descontaminar las demás manzanas.
Esa es una apuesta que verdaderamente deseo ganar. Igualmente aspiro porque se acoja con beneplácito la humilde invitación.
Por Nelson J. Medina
