Tuvimos el inmenso privilegio de participar en el Curso Internacional 2025 de la Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello”. Estaremos eternamente agradecidos de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores que promovió nuestra candidatura y, sobre todo, de la Academia Diplomática de Chile que tuvo a bien considerarnos.
Fue una experiencia inolvidable por múltiples factores. Primero porque absorbimos un formidable nivel cultural, intelectual y profesional. Segundo, debido al intercambio de experiencias y buenas prácticas en materia diplomática que asimilamos de los colegas chilenos. Tercero, y no menos importante, en virtud de la calidad humana y hospitalaria que demostraron los anfitriones y, por supuesto, nuestros compañeros del curso quienes representaron dignamente sus respectivos países: Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala, Guayana, Panamá y Paraguay.
Los docentes y el equipo de coordinación del Curso Internacional 2025, con los que constantemente interactuamos, exhibieron una exquisita formación y trayectoria. Su trato fue consecuente, gentil y dinámico. Pero sus habilidades pedagógicas fueron excepcionales. Y, obviamente, cabe resaltar el respeto y la cordialidad con que los estudiantes de primer y segundo año de la Academia Diplomática nos distinguieron.
Por todos los mencionados, evidenciamos de primera mano la vanguardia diplomática con la que cuenta Chile. Igualmente, la capacidad de poder blando que a través de su agencia de cooperación al desarrollo les permite gestionar sutilmente las prioridades de su política exterior. Pero, sobre todo, percibimos el arduo esfuerzo con que entrenan a sus diplomáticos.
Adquirimos la relevancia de la transformación digital; aquel que nos guiará a potencializar nuestras fortalezas como países en desarrollo. De manera que, la diplomacia de los países latinoamericanos debe estar a la altura del contexto político, económico, comercial y tecnológico al que pertenecemos.
En efecto, será imprescindible modificar cualitativamente el discurso de política exterior hacia los temas de mayor envergadura a futuro. Porque sería imperdonable carecer de herramientas que contribuyan a vincular la diplomacia con las nuevas tecnologías de la comunicación, la innovación, inteligencia artificial, blockchain, la astronomía y la computación cuántica.
El ACADE tiene una visión institucional fuertemente definida. No solamente se encarga de preparar sustantivamente a sus diplomáticos sino, además, por fortalecer el sentido patrio de responsabilidad para con Chile en el extranjero. Por eso observamos una encarecida presteza por sus alumnos de colaborar en cualquier actividad sin importar su rol.
En nuestro caso particular, como representante por República Dominicana, nuestra estancia tiene una connotación histórica. Puesto que coincidió con la firma de un Memorándum de Entendimiento entre la Academia Diplomática de Chile y nuestro Instituto de Formación Diplomática y Consular (INESYC). Donde ambas dependencias se comprometieron por permutar conocimientos, experiencias y capacitaciones que impulsen el perfeccionamiento de nuestra diplomacia. Esto, por supuesto, facilitará que nuestra agenda en común estreche lazos políticos, sociales y culturales perdurables.
En definitiva, fuimos con la intensión de adentrar nuestras competencias sobre el softpower como herramienta diplomática. Sin embargo, retornamos versados en modalidades de cooperación solidaria, geopolítica ante la convulsión global, ciencias de datos aplicables al campo de la diplomacia para cautivar inversiones que posibiliten el desarrollo integral hacia nuestros países. Y, naturalmente, una conciencia cívica, medioambiental y de integración regional sobresaliente. Para así, predicar con el ejemplo de quienes se encuentran un paso hacia adelante.
Finalmente, nos permitimos recordar las palabras del extinto diplomático venezolano, Andrés Bello, cuando rezaba que: “sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes garantizan la grandeza de las naciones.” Por consiguiente, estamos fielmente convencidos que por la solidaridad y unidad que promueve Chile a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores, la Agencia Chilena de Cooperación para el Desarrollo y la Academia Diplomática, en ocasión de materializar el Curso Internacional 2025, los pueblos latinoamericanos estaremos destinados a compartir un futuro exitosamente promisorio.
Ojalá que así sea.
Por Nelson J. Medina
