El pasado 14 de diciembre del presente año, leí un artículo titulado “Crisis en la Cancillería: Embajadores con peores calificaciones son premiados”, en un periódico de circulación digital. El esfuerzo de esbozar ideas congruentes y atadas a la realidad siempre será valorado. Sin embargo, cuando se hable de la diplomacia dominicana sin fundamentos o escaso conocimientos conceptuales será un imperativo para quien suscribe ajustar la misma a la realidad, para evitar caer en distorsiones.
En principio, sería valioso abordar el significado del cuerpo diplomático. En tal sentido, el cuerpo diplomático es un conjunto de agentes diplomáticos que se encuentran debidamente acreditados ante un Estado receptor, para la respectiva representación de su país (Manuel de Derecho Diplomático, Pérez de Cuellar, 1997). De manera que, nuestros diplomáticos designados en el exterior son efectivamente miembros del cuerpo diplomático en esos países.
Por tanto, la primera desconstrucción conceptual del artículo al que hacemos referencia es que los funcionarios designados dominicanos no pueden ser llamados miembros del cuerpo diplomático, puesto que nos estaríamos refiriendo a aquellos diplomáticos de otros países acreditados en la República Dominicana.
Y el simple hecho de imaginar que los diplomáticos acreditados en el país estén en desacuerdo con designaciones internas, indicaría una violación fragante al principio de auto determinación de los pueblos (Carta de las Naciones Unidas 1945; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 1966) que rige la diplomacia.
De modo que, dudo sobremanera que sea cierto que exista descontento en el cuerpo diplomático acreditado en nuestro país por designaciones hechas por el presidente de la República. De ser así, sería altamente responsable que se indicase, con las debidas formalidades, cuáles y quiénes se sienten inconforme. Eso, por supuesto, con la finalidad de tomar las medidas contempladas en nuestras normativas legales internas, apegadas a los más estrictos estamentos jurídicos internacionales.
Muchas preguntas y pocas respuestas
En el artículo se habla de que “existe una crisis” en la Cancillería dominicana. Hace poco más de un año, escribí dos artículos titulados ¿Qué ha hecho el canciller en el MIREX I y II?. Allí, abordamos algunos de los logros de la actual gestión del ministro Roberto Álvarez y el equipo que le acompaña. No obstante, sería impensable que exista una crisis cuando sectores de la sociedad dominicana, el sector empresarial, organizaciones internacionales, oenegés entre otros, han reconocido el camino transitado.
Ahora bien, si verdaderamente en vez de retos o desafíos por cumplir existiese una crisis, sería enormemente valioso hacernos algunas preguntas e invitar así al estimado autor del artículo a que nos ayude a conseguir respuestas sólidas y fehacientes.
Las preguntas serían ¿Cómo es posible que un Ministerio de Relaciones Exteriores “en crisis” pueda concitar logros como ingresar al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas?¿Es concebible articular exitosamente cumbres de prestigio internacional y alto valor para la región como el SICA o la Cumbre Iberoamericana, y, próximamente, la Cumbre de Las Américas con una Cancillería “en crisis”? ¿Quién tuviera una explicación razonable hacia el manejo íntegro de la política exterior dominicana en el último lustro en plena “dificultades”? ¿Por qué una Cancillería “en crisis” ha concitado diversos acuerdos importantes para el país como el Global Entry o, el de Cielos Abiertos con los Estados Unidos? ¿Los países más desarrollados y con una diplomacia impecable como Estados Unidos, China, Japón, India, Corea, España, Canadá, Reino Unido, Brasil entre otros se arriesgarían a sostener diálogos de alto nivel político y comprometerse en un sinnúmero de aspectos con una Cancillería dominicana “en crisis”? pero, sobre todo, ¿habría explicación seria para indagar cómo es posible que organismos internacionales de transparencias como ISO o el Ministerio de Administración Pública reconozcan los niveles óptimos de transparencias y manejo pulcro de los recursos al MIREX, en apogeo de “crisis”?
Si la Cancillería dominicana está en “crisis” entonces la diplomacia dominicana se encuentra en la cúspide de la excelencia en virtud de que ha gerenciado la supuesta “crisis” de manera magistral. Pero el término de “crisis” es eminentemente cuestionable si se les consigue respuestas a las preguntas anteriores.
En definitiva, para estar a cargo de una embajada es imprescindible tener un historial profesional competente y capacitado. Mas no un perfil estético sin sustancia. En lo adelante, la Ley 630-16 y sus respectivos reglamentos, se proponen desarraigar el historial de cargos políticos en la diplomacia dominicana. Y aunque brinda la flexibilización de continuar con nombramientos políticos en la diplomacia, lo ata a un proceso de aprendizaje y formación profesional del argot diplomático; por consiguiente, las designaciones hechas obedecen a criterios legales y prerrogativas constitucionales que conciernen al presidente de la República.
Finalmente, algunas consideraciones están claras. Primero la definición exacta sobre el cuerpo diplomático. Segundo, la Cancillería dominicana no está en crisis. Tercero y último, escribir ante la opinión pública con intención de tergiversar la realidad de los hechos es tan perjudicial como escribir sin fundamentos certeros.
Por Nelson J. Medina
