La Universidad Autónoma de Santo Domingo tiene un estelar papel que jugar en el desarrollo de la sociedad dominicana. Yo siempre he confiado que de sus laboratorios de biología o química saldrán los diagnósticos que producirán los medicamentos que necesita el pueblo dominicano para superar sus problemas de salud. Acaricio la utopía de que algún día, que de las cátedras de nuestra adorada Universidad saldrá el o la primer Premio Nobel de matemáticas.
Sin embargo, la más vieja universidad del Nuevo Mundo requiere de un proceso de transformaciones que le permita adecuarse a un siglo XXI que demanda respuestas a muchos de los más acuciantes problemas que afectan a la población. El pueblo dominicano espera con ahínco y anhelo esos cambios inminentes que debe experimentar la UASD.
La Casa de los Sabios, como en algún momento se le llamó a nuestra Universidad, cuenta con poderosos enemigos, tanto internos como externos, que desean que el glorioso Centro de Estudios desaparezca, y no descansan en esas siniestras ambiciones.
Mientras estudiaba en la UASD, uno de mis profesores, que a la vez era una autoridad en una de las decenas de universidades privadas que pululan en nuestro país (gradúese ahora, y estudie después), me contaba la manera en que esos proyectos crecían a costa de la universidad estatal.
El susodicho profesor me hacía saber que esa y otras universidades crecían inmensamente en matrícula, “gracias” a la UASD, que con su “política” anarquista, desincentivaba a miles de jóvenes a continuar por esa pendiente de “tierra arrasada” en la que grupúsculos de oportunistas infiltrados han metido a la gloriosa UASD por muchos años.
Es por eso que sectores viles y desalmados desde adentro conspiran en favor de la desaparición de la Universidad del Pueblo, pues esos clanes de desaprensivos, odian que la clase más humilde tenga acceso a una profesión casi de manera gratuita.
Estas claques infames odian sin reserva a la UASD y la desean cerrada o privada, a lo que todos y todas debemos luchar a brazo partido para evitar que se salgan con la suya, y le nieguen al pueblo su derecho a la educación y la superación.
Los enemigos de la UASD no solo están afuera del Campus Universitario, sino que pululan adentro, y como caballo de Troya, “participan” de la conspiración silente y ruin en contra de la mil veces gloriosa y digna de mejor destino alta casa de estudios.
No se compadece que un gremio que aglutine a profesores y profesoras no conozca otro “método” de lucha para lograr reivindicaciones que no sean la pedrea, la turbamulta, el tigueraje rompiendo tanto la propiedad pública como privada.
Todo eso se correspondería si las autoridades gubernamentales se hubieran encerrado y evitaran acudir en auxilio de nuestra Universidad. Pero ha sido todo lo contrario, pues el gobierno ha acudido en ayuda de la UASD asignándole cuantiosos recursos, los cuales han redundado en mejoría de la calidad de la docencia.
Pero en la agenda de esos grupúsculos no está la UASD como centro de enseñanza, sino como punta de lanza para “buscar muertos”, y crear tensiones que lleven al descrédito al gobierno.
No está en los haberes de esas camarillas tumultuosas de oportunistas enquistadas en la UASD, lograr una universidad científica, de investigación y docencia. Son pandillas politiqueras que usan a la Primada de América para desde allí convertirse en conmilitones de proyectos partidarios con fines proselitistas.
Pero a pesar del calvario por el que ha atravesado nuestra querida Alma Mater, un interludio de luz animó las esperanzas vencidas, que lo ha representado la asunción del doctor Iván Grullón a la rectoría de la Universidad.
Académico a carta cabal, y un uasdiano convicto y confeso, Monsieur Grullón (fue mi profesor de francés y director del Departamento de Idiomas) se convierte en un hálito de cambios en las reformas necesarias que debe implementar la UASD.
El doctor Grullón, que conoció de primera mano los acontecimientos del Mayo francés del 1968, pues estudió en París, no tiene el por qué oponerse a las necesarias luchas gremialistas por mejorías. Sin embargo, sabe que eso es diferente a los actos terroristas llevados a cabo por forajidos en las boca calles de la Universidad, a los cuales se opone abiertamente toda la sociedad dominicana.
Pues solo eso bastó que el rector desaprobara esos métodos sanguinarios de lucha para que la dirigencia amarillista y anarcosindicalista de la Federación de Asociaciones de Profesores (FAPROUASD) lo acusara de peledeísta, como si ser civilista, creer en el diálogo, sentarse a negociar, buscar consenso, sean virtudes inherentes únicamente reconocibles en el PLD.
Hay que oponerse tajantemente a estos oportunistas que quieren tomar la UASD para su proyecto personal de ascenso social, y que persiguen afanosamente utilizar un incremento del presupuesto en un nuevo aumento de sus cuentas personales.
Apoyemos sin reservas al rector magnífico en su titánica tarea de encauzar a nuestra Universidad por senderos de progreso y desarrollo. Con el caos y la anarquía que instauran esos grupejos enquistados en la UASD, solo se logrará irremisiblemente su privatización. Defendamos la Universidad con uña y dientes de sus enemigos tanto internos como externos.
Por Elvis Valoy




