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14 de mayo 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¿Qué se está logrando dentro de las aulas escolares dominicanas?

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Esa debería ser la gran pregunta a plantearse hoy, por parte de las verdaderas autoridades educativas del país, como el segmento pensante aún de la sociedad nuestra, transculturizada casi por completo, en ocasión del inicio del nuevo año lectivo 2017-2018.

Es obvio que, esa gente a que nos referimos, también debe incluir el personal docente que participa en la mediocre formación educativa local que se viene proporcionando a los alumnos que cursan en el patio, debido a las circunstancias políticas imperantes, como los nuevos paradigmas extranjeros impuestos a raja tabla dentro del sistema. Y, por qué no hacer mención también, a la falta de vocación que ostentan tantos docentes en el país.

En ese tenor, cabe intercalar aquí la penosa información ofrecida por la flamante ministra de Educación Superior, Alejandrina Germán, y que está en consonancia con lo expresado más arriba: “De 30,257 bachilleres solo 1,276 pasaron pruebas”, refiriéndose a las mediciones de orientación y aptitud académica para estudiar la carrera de educación; a las becas que dispuso el Gobierno otorgar.

Independientemente de la profesión a cursar objeto, “ci ece no es gran recor, se repolta como un vuen average negatibo”. Es que la mayoría egresada de las aulas apenas sabe leer y escribir. (Véale: periódico “HOY”, del 24-8-17, página 5ª).

Pero, contrario a la importante actitud señalada que procedería adoptarse, al tiempo de definir y ponderar los correctivos que ya se imponen, en procura de eficientizar la educación nacional, la inclinación del funcionariado competente, conjuntamente con el grueso de sus cajas de resonancia locales, y el concurso de algunos medios de comunicación, ha sido seguir con la misma práctica anual: propagandas referentes, y politiquerías oficiales.

Por consiguiente, es obvio suponer que, aquí lo que menos interesa es educar a la población más joven, como se debe hacer. Y es que, si en verdad se le capacita, van a dejar de votar como hasta ahora se ha venido haciendo, por un pica pollo, y una botella de ron ¡Difícil se les haría a los políticos, comprar a la ciudadanía con nimiedades y comestible baratos!

Por ello, el proceder para la época ha sido el mismo de siempre: estar promoviendo y destacando durante los últimos días cercanos al inicio oficial de las clases, el incremento comercial relativo, asociado con los agregados más comunes de estilo: libros, mochilas, uniformes computadoras, etc.,

Luego, la gran interrogante obligada sería entonces, ¿con esos es que se educa? ¡Evidentemente que no!  Todo es parte del festín mercurial moderno; de los condicionamientos mentales para entretener; y, que toda la atención se dirija hacia los útiles exigibles; a la construcción de escuelas, aunque en realidad se reporten como cajones vacíos; la gran propaganda politiquera, tal es el caso de la llamada “Revolución Educativa”, con más objetivo electorero que otra cosa, etc.; y, no al producto que debe salir de las aulas, en términos de la formación personal, como académica propiamente.

El eliminar el salvajismo en los centros docentes de los jóvenes   nacionales, como el concienciarles, respecto del comportamiento cívico que deben observar, al igual que la preparación académica requerida, no constituyen metas de los poderes hegemónicos locales, político y económico.

¡Eso quedó muy atrás, hace años! Es ubicable, paradójicamente, en la época del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, cuando los agregados necesarios para ir a las escuelas públicas, principalmente, eran solo: un sencillo uniforme, cuadernos y lápiz. Muchas veces esos últimos hasta los regalaban a los muchachos, y eran mejores que los presentes, aun fueran con la fotografía de algún miembro de la familia Trujillo. ¡Entonces, había enseñanza de calibre!

El asunto en los tiempos modernos aquí, es preservar y fomentar más aún, las incapacidades que se exhiben, y la adhesión a los patrones culturales impropios que se importen, de forma tal, que el grueso de la población de este país, principalmente la más joven, se reporte mayor narigoneable cada vez.

¡Mientras más brutos son, más fácil se manejan! Es la concepción de tantos, conocida ampliamente, “El resto es cuadre y cachucha” como se dice. Y, exigibilidad de un mayor presupuesto para el Ministerio de Educación, en pos de satisfacer siempre, nada más que, el abanico relativo ampliado, en términos de apetencias politiqueras personalizadas, en escalera claro, hasta las instancias máximas de poder que se gasta la nación.

 

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