Por: Giancarlo Vega P.
Regidor del Distrito Nacional
Defender los espacios públicos es defender el derecho de todos a convivir, disfrutar y caminar con dignidad en nuestra ciudad. Santo Domingo avanza con pasos firmes hacia una cultura urbana que pone en el centro el bienestar ciudadano.
Los espacios públicos no son simples tramos de acera ni terrenos baldíos. Son el rostro visible de la ciudad, el lugar donde se expresa la convivencia y la medida real de nuestra calidad de vida urbana. De ahí que la recuperación de estos espacios en Santo Domingo no pueda verse como operativos aislados, sino como una política pública en marcha, con impacto en el ordenamiento territorial, en la movilidad y en el disfrute colectivo.
En lo que va de este año, la Alcaldía del Distrito Nacional, a través de su Dirección de Defensoría de Defensoría de Espacios Públicos, ha demostrado que la ciudad puede avanzar con pasos firmes. Sectores como Villa Consuelo, donde estructuras reincidentes ocupaban aceras, hoy muestran calles despejadas y transitables; la avenida 27 de Febrero, en su tramo desde la Josefa Brea hasta la Cámara de Cuentas, ha sido recuperada de la ocupación buhonera; y en La Yagüita, lo que antes eran 21 ocupaciones informales, hoy se ha convertido en un parque lineal a disposición de la ciudadanía.
A estas intervenciones se suman el retiro de chatarras en el Ensanche La Fe, la intervención de metaleras en el corredor Braulio Álvarez – Felipe Vicini Perdomo, el cierre del vertedero improvisado en ‘Mono Mojado’ y el ordenamiento del entorno de la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar, donde se proyecta otro parque lineal. En la José Martí, entre Méjico y la 27 de Febrero, 36 puestos buhoneros fueron retirados y hoy las aceras permanecen libres. Son transformaciones tangibles que cambian la cotidianidad de miles de personas.
Estas acciones, impulsadas bajo el liderazgo de la alcaldesa Carolina Mejía, no se quedan en el presente. Señalan un rumbo: el de una política de defensoría del espacio público que combina control inmediato con visión de futuro. A corto plazo, orden y recuperación; a mediano, infraestructura adecuada que dignifique el espacio; y a largo, una cultura ciudadana de respeto y sostenibilidad.
No somos la única ciudad en este camino. Bogotá, Ciudad de México o Quito han mostrado que la recuperación del espacio público, sostenida en el tiempo, se convierte en un motor de desarrollo urbano y cohesión social. Santo Domingo ya está dando sus propios pasos, con un modelo que combina firmeza institucional y oportunidades de disfrute ciudadano.
El gran reto de cierre de año será la recuperación del cruce Máximo Gómez con Nicolás de Ovando, históricamente ocupado por el comercio informal. Ninguna gestión anterior ha logrado ordenar ese punto estratégico, y hacerlo antes de diciembre será un hito para la ciudad. Más que un logro político, será la confirmación de que Santo Domingo está avanzando hacia una ciudad más habitable y mejor planificada.
Defender los espacios públicos es defender el derecho de todos a caminar, convivir y disfrutar de su ciudad. No se trata solo de retirar ocupaciones, sino de construir bienestar y proyectar futuro. Y esa es la tarea que ya está en marcha.
