El desarrollo económico de las sociedades es un medio para el bienestar humano, es por lo que, mientras las mismas aumenten su poder económico en sus diferentes estratos sociales las exigencias serán cada vez mayor, pues siempre habrá necesidades que suplir, aunque no haya abundancia de los recursos para hacerlo a corto o mediano plazo.
El Banco Central de la Republica Dominicana estableció como rango meta una inflación entre 4% +/- 1% para el año 2021. Mantener el rango de inflación es muy importante, pues esto se traduce en un ambiente positivo para la inversión. Sin embargo, por primera vez después de 14 años no se pudo cumplir la meta y eso provocó que para el cierre del mes de noviembre nuestra inflación se situara en 7.71%, prácticamente el doble de lo planificado. La inflación actual, aunque en escenarios diferentes, solo es comparable con la acumulada por la crisis económica del 2007-2008, en la cual nuestro país alcanzó la inflación de 8.88%; pero con planificación y cumpliendo las metas asignadas, pudo ser controlada, siendo esta una inflación transitoria.
La inflación actual es permanente y lo es por la forma en que se tomaron algunas decisiones por parte del actual gobierno. De las mismas contemplaremos varios ejemplos en esta reflexión.
La aceleración de la apertura del turismo jugó un papel muy importante, pues en el 2019-2020 los productos alimenticios tuvieron una reducción de precio significativa gracias a la sobreproducción y la capacidad adquisitiva que obtuvo la sociedad para comprarlos debido a la creación de diferentes programas sociales, el aumento de las remesas y el consumo menos excesivo debido a las limitaciones de la pandemia. No obstante, a mediados del 2020 cuando comienza el plan de apertura al turismo, este viene con un desequilibrio, pues las autoridades no le prestaron la atención necesaria a los agricultores. De igual forma, no se planificó una producción que fuese suficiente para cumplir con la demanda de dichos productos para el público en general y las grandes industrias hoteleras que abrirían, lo que provocó que debido al aumento de la demanda y la disminución de la oferta los productos comenzaran a aumentar de forma vertiginosa.
Es justo por lo explicado más arriba que según datos de PROCONSUMIDOR, desde noviembre del 2020 hasta la fecha actual, productos como el aceite sufrieron un incremento de hasta un 67.6%, la carne de res tuvo una variación de 50.4%, mientras que el huevo, pan, azúcar, entre otros sufrieron incrementos superiores al 15%.
La apertura del turismo como una de las principales fuentes de ingreso del Estado era necesaria, pero la forma correcta de realizarlo era por escalas y con reuniones de los diferentes entes que juegan un papel importante: los agricultores (esenciales para conocer las necesidades de los productores y cómo estaba la producción nacional), empresarios del turismo, ficha clave para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias y crear un plan de abastecimiento que no alterara de forma repentina el equilibrio que había en el mercado.
La realidad que tenemos hoy en día es compleja, pues la falta de planificación se ha traducido en que para el final de este año nuestra inflación pueda cerrar en 8.23%, siendo así la más alta de la región centro americana, teniendo solo a Nicaragua por debajo con 7.10% y el Salvador con 6.20%.
En el 2022 las proyecciones no son alentadoras, tanto por los incrementos de aranceles a nivel mundial (combustibles, entre otras cosas) que pueden crear incidencia en nuestra economía si no se actúa a tiempo con una buena planificación que vaya orientada a mantener las metas inflacionarias y no permitir su aumento.
Por: José De La Cruz
