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27 de diciembre 2025
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OpiniónJesús M. GuerreroJesús M. Guerrero

¡Reelección presidencial precursora de división!

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La semana pasada se alborotaron las avispas producto de las declaraciones del senador por Azua, Rafael calderón; al momento de vociferar que si el presidente Danilo Medina Sánchez es garante de la victoria del Partido de la Liberación Dominicana, al referirse a los comicios del 2020, debe ser modificada la Ley Sustantiva.

Aunque en la democracia organizada existe como control una tradicional estructura constitucional y legal, como también el uso y costumbre del sistema por las mayorías, son inevitables los visos caudillistas en el liderato y en el ejercicio personal del poder. Tenemos en nuestro haber como nación 39 modificaciones constitucionales, en su mayoría para habilitar la reelección presidencial.

Al estudiar la historia política contemporánea de esta media isla, es innegable para nadie que las estructuras partidarias del sistema, han sido incapaces de lograr la alternabilidad política alrededor de la lucha por la obtención del poder, que no es más que la función elemental de todos los partidos políticos.

Durante los tres cuatreños que conformaron los doce años del Dr. Balaguer, siendo la cabeza de gobierno, se pueden observar las fricciones que ocasionaron las intentonas reeleccionistas del máximo referente de poder en el país, después del decapitado dictador. Es un hecho notorio que el primer compañero de boleta del líder histórico del reformismo, fue Francisco Augusto Lora González; quien para 1970 no escondió sus ansias por ostentar la banda presidencial.

La reelección del Dr. Balaguer fue inevitable, gracias a su amenaza de abandonar el PRSC, lo cual lo agenció con la candidatura y las siglas que durante su ejercicio político defendió y solamente entregó para las elecciones de 1996. Eventualmente; las reelecciones balagueristas fueron enfrentadas sin éxito por las aspiraciones de Fernando Álvarez Bogaert, que condujeron a otra división del PRSC que provocó la salida de Álvarez Bogaert y su alianza con el Dr. José Francisco Peña Gómez para el torneo electoral de 1994; lo que produjo el colapso político por el fraude electoral en perjuicio de Peña Gómez. No pueden ser ignoradas las tensiones que también fueron incitadas por las aspiraciones presidenciales del extinto dirigente reformista, Jacinto Peynado.

Dentro del espectro político dominicano, históricamente el Partido Revolucionario Dominicano ha sido la escuela de la contradicción de las tendencias partidarias. Don Antonio Guzmán y su estructura enfrentada a la tendencia encabezada por el Dr. Jorge Blanco y viceversa; para luego ver a Jacobo Majluta contra Jorge Blanco y más adelante el fundador del PRI se enfrascó en una lucha con Peña Gómez. Pero, solo dos ocasionaron tensiones por actitudes reeleccionistas, primero Antonio Guzmán quien declinó toda proposición continuista y para el 2004 el expresidente Hipólito Mejía quien ha sido el único hombre que luego de haber ostentado el cargo de comandante en jefe del Estado, ha realizado un mea culpa por su intento reeleccionista, por la controversia producida en el seno de su partido.

Las divisiones por aspiraciones presidenciales son comunes en los partidos opositores, pero en los partidos oficialistas son fatales. Toda la ciudadanía recuerda la polémica y descontento generado por las aspiraciones reeleccionistas de Danilo Medina en el 2016 y la respuesta del sector encabezado por el Dr. Leonel Fernández, con la catalogación del Trujillo del siglo XXI.

Nuevamente sale al ruedo político las ambiciones de perpetuarse en el poder, aparentemente la placa 01 genera muchas satisfacciones. El PLD ha podido sobrevivir las crisis del 2007 provocada por la reelección del Dr. Fernández, como también salió a camino de la dificultad del proceso electoral pasado. Pero, la pregunta obligada es: ¿Podrán sobrevivir otra reelección de Danilo Medina con el descontento del leonelismo?

Con el resumen de historia contrafactual realizado al principio de este artículo, no parece viable la supervivencia partidista con otra reelección de Medina y por tanto, el propio oficialismo ha edificado un escenario positivo para la oposición. Ya que los potables candidatos oficialistas están enfrascados en una guerra silente que se encuentra al punto quiebre sin posibilidad de limar asperezas. La tercera es la vencida, los intereses de las tendencias son el peor cáncer partidista, tal cual enseña la vida partidaria después de la caída del régimen.

No hay dudas de que la reelección es precursora de la división. Lo que concibe la siguiente interrogante: ¿Lo que no pudo lograr lo que fuese en vida el PRD, lo lograra su peor mal, la división interna?

La máxima en latín: “Divide et impera” (divide y vencerás), el PLD la está viviendo en carne propia.

 

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