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30 de diciembre 2025
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¿Qué se hará después de investigar? ¡Pregunta obligada!

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Como siempre, vendrá ahora la designación de comisiones oficiales para indagar en torno a los desastres causados por las torrenciales lluvias que trajera la tormenta tropical Baryl, y que encontraron como caldo de cultivo, en gran parte, los descuidos y los vicios de construcción de que adolecen las “majestuosas” obras construidas por el actual Gobierno dominicano, con un ministerio de competencia indiferente que, como es obvio, nada supervisa durante la realización de las edificaciones públicas. Al final, muy bien se les pinta y se decoran, para llenarles los ojos a los ingenuos.

El mejor ejemplo de lo expresado, lo constituye el vistoso hospital Moscoso Puello, inaugurado con “bombos y platillos” por el señor presidente de la República, hace apenas alrededor de tres meses, cuyos trabajos fueron a un altísimo costo, y quien de manera eufórica manifestó, “que el mismo no tenía nada que envidiarle a ningún centro asistencial privado del país”. Los aguaceros últimos, y los ingenieros contratados, quitaron toda la lucidez a sus palabras politiqueras; y, desesperanzaron una vez más, claro está, a los asiduos usuarios del hospital público de que se trata.

¡Qué chasco conmovió por supuesto a la población en ese orden! “Eso llora ante la presencia de Dios”, como se dice popularmente. Penosa realidad la que se observa en las fotos que, sobre el mayúsculo desastre acaecido en ese centro asistencial, publicaran los periódicos locales para edificación de la sociedad.

¿Qué dirá la gente pensante en el exterior, ante ese deprimente espectáculo?, respecto del cual dijo el flamante director de la OISOE, señor Francisco Pagán, “que la edificación no tiene vicios, sino que se trató de basura que obstruyó las tuberías”. ¡Qué tupé caray! ¿Cuántos camiones de desperdicios se arrojarían en el techo de la edificación? (Ver: “Listín Diario”, del 14-7-18, página 4ª).

Es obvio que, con los precedentes asociados que se tienen en esta nación, la pregunta que obligatoriamente asalta sería, ¿se conocerán las verdaderas causales después de la investigación? Y, que tal como dijera el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, “de comprobarse deficiencias y fallas en su construcción, favorecerá someter a la justicia a los responsables”. Cuántas “dependeduras” se advierten en torno a sus palabras. ¡Podrán ser muy ciertas, pero increíbles se reportan por el momento! (Ver medio citado)

Asumiendo que se comprueben significativos vicios de construcción atribuibles a la obra, y se recurra a los tribunales de la República, ¿se hará justicia? Lo acontecido con otros casos pasados, frescos aún, dicen claramente lo que puede ocurrir de nuevo: mediarán otra vez las circunstancias atenuantes de estilo; los incidentes provocados por los abogados defensores; y, claro está, las ligazones con el poder político-social que rige, también se dejarán sentir. ¡Difícilmente, algo punible relacionado se pueda lograr!

¿Qué es lo más seguro, en adición a la esperada burla judicial? Qué al margen de la recomendación que hiciera el presidente de Colegio Médico Dominicano, señor Wilson Gómez, que “exigió al gobierno que repare los hospitales de inmediato”, se continúe con la misma práctica de siempre: hacer los parches más necesarios, y buscar la forma de aminorar la presión social a los mandantes de turno, mediante la publicación en la prensa de declaraciones oficiales entretenedoras.

¡Remendar y reparar no es lo mismo!, qué conste la diferenciación.

 

Autor: Rolando Fernández

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