Lo primero que se debe hacer para mejorar la evaluación de la calidad de la educación en el país es, dar uso a los resultados de las pruebas que se han estandarizado desde la década de los años noventa y hasta la fecha, así como, utilizar otras evaluaciones existentes para fundamentar las políticas y establecer el diseño de las estrategias que se necesitan para lograr las mejoras necesarias en pro de eficientizar el sistema educativo.
Se trata de orientar políticas educativas sobre realidades concretas, encontradas en los hallazgos, los que se han documentados y validados, como producto de continuos procesos evaluativos.
Al mismo tiempo, se deben tomar decisiones para desarrollar procesos de mejora en la enseñanza, como una vía para obtener mejores resultados en los aprendizajes de los estudiantes.
A nuestro entender, debe iniciarse por un trabaja centrado en los ajustes de la enseñanza, desde los resultados de las evaluaciones tomadas a los estudiantes en aula, con el propósito de identificar sus necesidades y, de esa manera poder trabajar en la corrección de las rutas de aprendizaje de manera oportuna. De esa manera se podrían construir caminos hacia la consecución de la calidad que necesitan los egresados de cada nivel. En ese mismo orden de cosas, el sistema debe desarrollar procesos evaluativos periódicos para monitorear los niveles de aprendizaje y el progreso de los estudiantes en el transcurso del tiempo.
Por muchos años se ignoró el fortalecimiento de la formación docente, la vigilancia técnica del desempeño de su trabajo y su rol de mentor, sumado a un necesario liderazgo académico.
Se comprueba en nuestra historia, que para los gobiernos del siglo XIX era imposible poner atención a la educación del país, debido a las reiteradas amenazas e invasiones. Los fundadores de la nación y los héroes de las gestas históricas, tuvieron que enfrentar 12 veces a las huestes haitianas que no se resignaban al hecho de la independencia nacional y luego llegó la anexión con su consabido fracaso y de inmediato apareció la respuesta de la restauración y, el caudillismo atomizador que surgió en los últimos 35 años de ese calendario de 100. En el siglo XX nuestras autoridades descuidaron el área del conocimiento, y al país le fue imposible encaminar una educación de calidad, dejando a la nación sumida en la pobreza, no solo económica, sino también en pobreza cultural y social.
En el siglo XXI se han logrado muchas cosas, pero, no se ha conseguido la calidad necesaria y requerida por la sociedad.
En la última década de siglo pasado se comenzó a invertir en capacitación, superando trabas importantes, como por ejemplo la titulación de maestros en niveles requeridos por el mercado internacional, avanzándose en dicho reglón, y, en lo que respecta a la cobertura casi total de la matricula de estudiantes en los primeros grados de escolaridad.
En varias ocasiones he afirmado, que haber ignorado el área educativa de la nación, especialmente después de la segunda intervención norteamericana, ha sigo un lastre para nuestro desarrollo en sentido general. Porque invertir en la capacitación de los profesores en forma constante, con el propósito de que logren, en primer lugar, desarrollar habilidades pedagógicas, en segundo lugar, consigan dominar el uso de herramientas tecnológicas y en tercer lugar, adquieran las competencias blandas necesarias para lograr éxitos cualitativos en los estudiantes, era y es algo estratégicamente necesario.
Es indudable que se hace necesario trabajar en estas variables, para cambiar el futuro y lograr convertir las escuelas en lugares de éxitos individuales y colectivo. Solo así podremos lograr la superación de la realidad actual.
Se hace necesario establecer planes de desarrollo para aquellos docentes que no alcancen los estándares requeridos, desarrollando estrategias y acciones concretas para mejorar su desempeño profesional. Sobre esa base, se debe trabajar para la implementación de incentivos económicos para los profesores que demuestren excelencia, vinculando la compensación de lo que se sabe, con la calidad del ejercicio profesional que se verifique y valide con objetividad.
Se debe continuar con la incorporación de tecnologías adecuadas a las estructuras escolares, para que puedan permitir su uso efectivo. Hay que trabajar también, en la virtualización de las unidades curriculares y digitalizar los libros de texto para facilitar el acceso a recursos educativos, así como, capacitar a los docentes en el uso de plataformas digitales para mejorar su integración en el aula. Además de incorporar y aprovechar la tecnología, hay que promover un ambiente escolar positivo, que implemente la participación de la familia y desarrolle la colaboración entre estudiantes. Hay que trabajar en el fomento del trabajo en equipo entre los docentes, porque se ha demostrado que mejora los resultados de aprendizaje de los estudiantes, propiciando la creación de un clima escolar seguro, reduciendo los casos de violencia.
La violencia escolar es un problema significativo en la República Dominicana, aunque se quiera ocultar al público su dimensión. Para resolverlo se debe involucrar a la comunidad escolar, especialmente a las familias de los alumnos. La paz en la vida de la escuela es una necesidad y se afianza con la creación de canales de comunicación efectivos para la participación y satisfacción del contexto interno y externo.
Para alcanzar mejoras significativas, debe trabajarse en la diversificación de las estrategias de evaluación, trabajando sobre lo integral, para trascender a la evaluación misma e ir más allá de medir conocimientos. Al colocar estos elementos expuestos, se pueden abarcar dimensiones más amplias del quehacer educativo, porque en estos espacios también se desarrollan los aprendizajes y se consolida el desarrollo humano de los participantes.
En ese mismo orden de cosas, el proceso debe garantizar que las evaluaciones sean flexibles y se adapten a las diversas realidades y poblaciones estudiantiles, implementando una variedad de métodos de evaluación, como, por ejemplo, los diarios reflexivos, las coevaluaciones y los análisis de trabajos, para obtener una visión más completa del progreso del estudiante.
Finalmente, debe quedar claro, que, para mejorar la calidad de la educación en la República Dominicana, el sistema debe enfocarse en la utilización de datos objetivos y validados, para que pueda arribarse a toma de decisiones acertadas. Que debe trabajarse en la formación docente, revisando el currículo de contenido desarrollado en la formación universitaria. Que se hace necesario continuar con una inclusión tecnológica adecuada a las necesidades estructurales. Que es necesario desarrollar un ambiente escolar positivo, en colaboración con las familias de los alumnos. Que se debe pasar de la implementación de una evaluación punitiva, a una herramienta de evaluación, que permita la mejora continua. Es decir, que vaya ajustando las estrategias pedagógicas, según los resultados obtenidos y de esa manera asegurar, que las evaluaciones sean integrales y contextualizadas.
Por Francisco Cruz Pascual
