“Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Eso dicen con gran acierto los que saben mucho. No hay desperdicio alguno en esa aseveración. Cada vez más resulta comprobable.
Es una afirmación sociológica que bien se puede asociar con la indiscutible “Ley del Karma – Causa y Efecto”, dictada por la Madre Naturaleza misma, en el ámbito esotérico propiamente, cuya aplicación es inexorable.
¡A recoger cuánto se siembra!, es lo que manda; y, no solamente en el orden individual, sino en términos grupales, y de pueblos en su conjunto; karmas nacionales con respecto a esos últimos.
Las múltiples quejas que, sobre corrupción, impunidad, hipoteca del país, inseguridad ciudadana, amarguras, y desesperanzas de la gente, cosas de las que tanto se oye hablar por doquier en Dominicana, tienen en su base una causal innegable: la elección de los malos y desaprensivos gobiernos por los que se inclinan sus nacionales al momento de sufragar. ¡Se vota siempre por lo que menos sirve!
Es obvio que, no pocos se dejan embaucar aquí con gran facilidad por todos estos trúhanes politiqueros, que solo procuran ir a dirigir la cosa pública entre nosotros, para agenciarse grandes beneficios económicos en su favor; como de los poderosos sectores económicos que les patrocinan durante los procesos electorales, “sin importarles un bledo”, como se dice, claro está, los derroteros por los que pueda transitar la sociedad local durante sus gestiones. ¡El pueblo es lo que menos importa!
Luego, después nada más se oye “el llanto y crujir de dientes”, como aquel de referencia bíblica, por parte de la población, cuando se debe recoger la cosecha de lo plantado con anterioridad. ¿Por qué quejarse entonces, si es que mal se votó?
Aguantar hasta que se pueda volver a sembrar, en pos de lograr mejores frutos, es lo que más procede; y, dejar de estar lamentándose, como idiotas en el presente.
Lo que se vive en el país, se puede considerar como un karma nacional, duradero hasta la conquista requerida. Por consiguiente, los lloriqueos no van a surtir ningún efecto. ¡Sí, el concienciarse la ciudadanía!, respecto de lo que más conviene a la nación, en términos de la administración gubernamental debida.
Autor: Rolando Fernández
