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6 de mayo 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Primarias  calientes

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Las primarias en todos los partidos políticos va a dejar una amplia brecha de disgustos, fraccionamiento y divisiones. Hay liderazgo barrial que piensa que llegó su momento de ser síndico o regidor, pero otro es el sentir global de los líderes de partidos.

Hoy más que nunca deja de florecer la democracia interna en los partidos. Se trata por todos los medios de evitar que las pugnas lleguen a nivel de masas, y que los candidatos sean escogidos por el dedo mayor.

Poco importa la modalidad de primarias que se efectúe. Nadie tiene mayor peso y trascendencia que el liderazgo nacional de un partido. El desafío termina con el rompimiento o la expulsión.

El que piensa que hay un aire democrático a lo interno de los partidos vive de esperanzas marchitas. A él aspirante  no le toca explotar las circunstancias, sino que es una acción  por encimas de sus posibilidades. En los grupos partidarios no hay lealtades permanentes, ni compromisos que no se rompan.

La alianza hecha ahora mismo para la designación de un cuadro electoral, puede cambiar mañana. La llegada de un opositor de cierto nombre, pone en tela de juicio las aspiraciones de cualquier candidato.

La lealtad en los partidos políticos está subordinada al cargo electivo, o al decreto oportuno. En la mayoría de los casos la alta dirigencia puede manejar esa crisis, dividiendo parte del pastel.

Sin embargo hay egos que no soportan la pérdida de una posición, y lo abandonan todo siguiendo sus instintos de que pueden ganar en otro partido que les ofrezca la oportunidad.

El doctor José Francisco Peña Gómez, siendo el gran conductor de masas del país, no pudo doblegar los ímpetus de las bases que querían cargos de regidores, síndicos y diputados. Los senadores siempre se trataron como una reserva especial.

Para poder lidiar un posible caos y división, Peña Gómez estableció la formula del dos por dos, fuera de todo parámetro constitucional o electoral. Sin embargo casi todos los que se juramentaron por los dos primeros años, luego no renunciaron a las posiciones.

Si de algo sirven los colaterales de las primarias, es que la colectividad política comprenda que su momento de éxito o de fracaso dependen de las circunstancias,  y no de las simpatías. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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