Siempre he reaccionado ante los abusos que se cometen en el país. Es el aliciente perfecto para utilizar la pluma o mi voz para sencillamente
confrontar la insensatez de los que deben impedir el abuso.
Tal vez descubrí muy tarde esta pasión que tengo de comunicarme con ustedes de alguna forma. Oral, escrito, por señales de humo, para decir
como dijo Galileo Galilei ante la Inquisición: y todavía se mueve.
No existe forma de callar la verdad con injusticias siempre que existan Atalayas dispuestos a jugar su rol y a enrostrarle a los malos funcionarios
que son de carne y hueso y que sus días se acaban en el abuso del poder.
Parece que no se tiene la creatividad suficiente y se utilizan todos los medios disponibles para hacer callar la voz de la conciencia: si no es con
amenazas como ha reiterado el director de la policía con su intento de presión mordaza y nadie sabe si también dentro de la propia comunicación estratégica, ante una gestión de gobierno que parece que se queda sin patas.
La verdad no se puede ocultar. Nadie enciende una luz para colocarla debajo de una mesa dice el Señor. El llamado de los creyentes es a Ser Luz
y Sal de la Tierra. El llamado de un Atalaya es advertir, confrontar, edificar y avisar a tiempo, para que cese la maldad y cesen los abusos desde el
poder en cualquier momento de la historia.
Parece ser que se pretende un despertar o una segunda oportunidad, luego de los desastres acumulados en tan solo dos años y se desea la
contribución del silencio para no mermar lo propósitos de la estrategia comunicacional y que solo una voz, ¨la oficial¨, voz en la que pocos creen,
sea la voz que se escuche y la que oriente el acontecer nacional.
Es la segunda oportunidad que la Dirección de la Policía Nacional sin éxito, amenaza a los medios digitales, indicando que van a perseguir a los que
comparten información en teoría falsa. Información de una delincuencia que se desbordó y que nadie puede esconder debajo de la cama.
Sin embargo, si bien la policía nacional es la responsable de combatir y prevenir el delito, no menos cierto es que no son los causantes en gran
porcentaje de su existencia.
Todo parece indicar que existen instituciones privadas y también personeros de la vida pública y militar, y porque no, pescadores en rio
revuelto, interesados en el fracaso de la policía nacional para de esta manera enriquecer la seguridad privada, o hacer saltar al Jefe de la Policía
Nacional como al parecer ha sido una cultura mediocre en nuestras filas.
Es evidente que mientras más fracasos tiene la policía nacional más se favorece la seguridad privada en el país. Siendo así, vale la pena como una
medida preventiva, verificar realmente el papel de la Superintendencia de Vigilantes y seguridad privada. Y asegurarse de que esté más interesada
en la seguridad del país que en los beneficios de las empresas de seguridad privada que supuestamente controla.
Es un despropósito la existencia de esta entidad, si su fin último es distinto que el garantizar la seguridad ciudadana en todos los órdenes.
Creo que el país ha sido manipulado para que piense lo peor de la policía nacional.
Creo que hay detractores desde dentro que baten sus manos para hacer su agosto así como también malos hijos de las filas, que luego
de salir de ellas, compiten de forma desleal, convirtiendo en un servicio privado lo que es un derecho constitucional. Derecho a la seguridad, a
vivir en paz en la República Dominicana.
Pero y ¿para qué alzar la voz y tocar las puertas de algún órgano constitucional, si todo es un reaccionar en función del interés político?.
Esa es otra entelequia más, otra caricatura institucional que tiene el país.
Un presupuesto, un bloff y un servirse con la cuchara grande y nada importa el pueblo dominicano. Pero si no hay auto respeto, no se puede
respetar a los demás.
Pero aunque me salí del tema inicial ahora le retorno. Porque unas van de cal y otra de arena y no se puede permitir que la policía nacional abuse de
la población que debe proteger, porque ella le señale que hay una delincuencia que todo el mundo siente y ve con sus propios ojos.
Pero, el fracaso de la policía nacional es el fracaso del país. Es el fracaso de una sociedad que tiene el derecho de vivir con seguridad. Por lo que todos
los ciudadanos del país deberíamos aportar dentro de nuestras posibilidades para tener una entidad de excelencia, confiable, cercana, amiga y comprometida con lo mejor para la nación, que es la seguridad de cada familia y cada uno de sus hijos.
Y para ello es necesario que con humildad la policía nacional reciba las críticas de la ciudadanía. Ya que con la desconfianza que se tiene hacia los
políticos en el país, cosa que no es culpa de la PN, pretender que las redes confíen más en los anuncios que emite la PN y deje de confiar en los
eventos que la gente común reporta, es una meta improbable de lograr.
Creo que la estrategia de la PN debe reenfocarse. Y no solo mantener la vigilancia y el combate hacia afuera, sino también seguir mirando hacia
adentro, para extirpar los tumores que aun deben existir en todos los rangos vigentes. Combatir el crimen organizado implica mirar tanto hacia
afuera como hacia adentro.
El país necesita de la policía nacional. Pero necesita una policía nacional de excelencia.
Debemos preservar la policía nacional. Debe ser un compromiso de todos: tener agentes y superiores de excelencia,
comprometidos y leales a la ley y el orden en todo el territorio nacional.
RELANCEMOS LA POLICIA NACIONAL, SIN BLOFF, SIN BULTOS. Y SIN
POLITIQUERIA BARATA.
Por Julián Padilla
