En el contexto de la globalización surgió un nuevo concepto, calificado por Darío Villanueva -ex director de la Real Academia Española (RAE)- como “interesante a la vez que preocupante”: La posverdad.
Destacada en el año 2016 por el diccionario inglés de Oxford como “palabra del año”, la RAE la define como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Desde su primera mención, este término se vincula a la incidencia del relato periodístico y comunicativo en la construcción del ideario colectivo, con base en lo emocional antes que en lo racional, en las creencias antes que en los hechos, en lo subjetivo antes que en lo objetivo.
Ahora bien, en el actual escenario de super abundancia y el ritmo acelerado de la información, en el que se entremezclan el espectáculo, la desinformación y las noticias; la posverdad se ha convertido en un elemento sensible a tomar en cuenta en el ámbito judicial.
Vemos así como algunos hechos de carácter jurídico, tales como procesos judiciales en los que se ven implicados personajes de gran visibilidad mediática, son expuestos y percibidos por la opinión pública desde la validación de creencias, valores y opiniones.
Aunque es cierto que el derecho a la información no debe ser menoscabado en ninguna circunstancia, también es incuestionable la importancia de proteger el derecho al honor y la presunción de inocencia de todos los ciudadanos.
Ante esta realidad, es importante recalcar lo que bien expresa la abogada y académica colombiana Whanda Fernández León: “Es hora de capacitar a los funcionarios sobre cómo deben actuar en el contexto de una sociedad mediática, cuál es la diferencia de roles entre jueces y periodistas, por qué deben desaparecer los juicios paralelos y las sentencias condenatorias complacientes y por qué está prohibido cohonestar sensacionalismos, verdades a medias, trampas dialécticas o noticias falsas”.
No podemos defender, justificar, y mucho menos fomentar, que la imagen de una persona -y más allá de eso- la solidez de nuestro Estado de Derecho y de nuestra democracia sean arropados por la sombra de la posverdad.
Por José de la Cruz
