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29 de diciembre 2025
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OpiniónMilton OlivoMilton Olivo

Por una RD de oportunidad para todos

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Este siglo XXI, debe ser el siglo de la República Dominicana. En este siglo, debemos trazar una visión de progreso, justicia social y desarrollo económico para todos. Rescatar a nuestro pueblo de la miseria y el subdesarrollo debe ser la principal meta, y para lograrlo, el camino es crear empleos, oportunidades para todos, garantizar servicios de salud eficientes y proporcionar seguridad en nuestras calles. Esta es la base sobre la cual debemos construir un futuro de prosperidad y justicia para las presentes y futuras generaciones

Ser un «Siglo Trinitario» implica más que un simple concepto; debe ser una revolución de ideas que transforme la realidad de la República Dominicana. Este siglo debe ser el de la erradicación de la pobreza y la construcción de una sociedad de oportunidades para todos. En este proceso, la unidad y el trabajo colectivo deben ser los pilares fundamentales para garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a una vida digna. La tarea más grande de nuestras generaciones actuales será lograr que todos los dominicanos tengan las mismas oportunidades, sin importar su lugar de nacimiento, su origen social o su situación económica.

Para alcanzar este ideal, no basta con buenos deseos ni con palabras vacías. Es necesario motivar y despertar la energía nacional, enfocando los esfuerzos de todos hacia el fortalecimiento de todos nuestros sectores productivos. Los recursos públicos deben ser invertidos prioritariamente de manera estratégica para elevar al máximo nuestro nivel educativo, y el desarrollo de nuevos sectores económicos que impulsen la competitividad del país y creen empleos sostenibles. La multiplicación de la producción y las exportaciones, así como la generación masiva de empleos, deben ser nuestros objetivos inmediatos.

Para garantizar que estos objetivos se cumplan, es imprescindible establecer un verdadero imperio de la ley que resguarde los intereses de todos los ciudadanos. La justicia debe ser accesible y eficaz, y el cumplimiento de la ley debe ser un principio inquebrantable y eso solo podrá ser posible poniendo la justicia en manos del pueblo, vía establecer el sistema de jurados. Solo así podremos generar la confianza necesaria para atraer inversiones e impulsar los proyectos que el país necesita.

Además, es urgente que se establezcan condiciones para aprovechar todo el potencial de nuestras áreas cultivables. La agroindustria es la clave para transformar nuestros excedentes productivos en bienes de consumo y exportación, creando las condiciones para conquistar el mercado global. La creación de una red de agroindustrias permitirá no solo aumentar la producción agrícola, sino también convertir a la República Dominicana en un líder en la exportación de productos no perecederos, con altos estándares de calidad. Lo que no costará un centavo al gobierno, si luego de construirlas convertirnos la inversión en acciones y las vendemos a inversionistas locales e internacionales.

La explotación responsable y sostenible de los recursos naturales de la República Dominicana, como el oro, el petróleo y otros minerales, debe ser un motor clave en el desarrollo del país, poniendo su comercialización en manos dominicanas. Si bien la minería puede ser una fuente importante de ingresos, es fundamental que los beneficios de estos recursos sean distribuidos equitativamente entre todos los ciudadanos en servicios, inversiones y empleos. La clave radica en que el país debe ser capaz de gestionar sus recursos de manera eficiente, con el respaldo de una infraestructura y una gobernanza que garantice transparencia y equidad. Para eso tenemos los recursos económicos y humanos.

Para que el país avance hacia el futuro, debemos masificar la producción de empleos, la inversión en innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías. La industrialización del sector agropecuario, el fomento de la pesca industrial, y el impulso a la investigación y la tecnología son sectores clave para lograr la diversificación económica y la creación de nuevos mercados internacionales. Además, sectores de última generación como la biotecnología, la nanotecnología, la robótica, la mecatrónica y la inteligencia artificial deben ser el núcleo del futuro productivo de la República Dominicana.

El avance de estos sectores no solo atraerá inversiones extranjeras, sino que también posicionará al país como un referente de innovación y desarrollo en América Latina. Esto se logrará a través de políticas públicas que fomenten la formación de capital humano altamente calificado y el establecimiento de empresas tecnológicas que generen empleos de calidad y alto valor agregado.

Es posible alcanzar estos objetivos si nos miramos en el espejo de países como Corea del Sur, Singapur e Israel, que han logrado transformaciones económicas impresionantes en pocas décadas. Al igual que estos países, la República Dominicana puede crear un entorno favorable para la inversión, la educación y el emprendimiento, garantizando que nuestros ciudadanos, incluidos aquellos que emigraron en busca de mejores oportunidades, puedan regresar a su patria con la esperanza de construir una vida mejor.

El siglo XXI es, sin lugar a dudas, el siglo de la oportunidad para la República Dominicana. Si actuamos con responsabilidad, unidad y determinación, podemos convertir a nuestro país en una nación próspera, equitativa y respetuosa de los derechos de todos sus habitantes.

Es vital proponernos que este sea el Siglo Trinitario, el siglo en el que debemos transformar la realidad de nuestro pueblo y consolidar una sociedad de oportunidades para las presentes y futuras generaciones, honrando así a nuestros próceres y héroes de todos los tiempos con los que estamos comprometidos, haciendo realidad una Quisqueya potencia.

El autor es escritor y preside la corriente Quisqueya potencia-PRM.

Por: Milton Olivo.

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