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26 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Pocas Probabilidades de un Presidente Cibaeño en 2020

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Según vi reseñado en uno de los diarios, a Carlos Amarante Baret se le atribuye decir que el próximo presidente de La República será o deberá ser cibaeño, seco, sacudido y medido por buen cajón. Santiago es el corazón del Cibao y casi se podría decir el corazón de La República, si lo vemos en términos de ubicación  geográfica y de relevancia económica. Aunque esta última hoy día es de mucha relatividad, a diferencia de otrora, ya que el grupo económico santiagués ha perdido fuerza como producto de la globalización y capitalismo flexible, ya que se da la movilidad de los capitales tanto en el territorio nacional como fuera de él. Si bien el empresariado no constituye la mayoría de los sufragantes, no deja de incidir mucho en la escogencia o no de los candidatos.

En  casi 60 años, exceptuando a Danilo y Leonel, no ha habido casi ningún otro presidente constitucional o de facto, interino,  elegido por elección popular o instalado fruto  de un golpe de Estado, que no sea cibaeño. Cibaeños eran Joaquín Balaguer, Rodríguez Echavarría, Rafael Bonelli, Donald J. Reid Cabral, Héctor García-Godoy Cáceres, Manuel Ramón Ruiz Tejada, Silvestre Antonio Guzmán Fernández  y  José Salvador Omar Jorge Blanco y cibaeño es Rafael Hipólito Mejía Domínguez. Si revisamos toda la era republicana son pocos los que no son del Cibao, porque Puerto Plata -a la que poco le faltó para no ser La Capital-  no está en el sur de La Florida está en la costa norte cibaeña. Sin embargo, no parece que la actual coyuntura favorezca la escogencia de un candidato con posibilidades de ganar que sea cibaeño, el propio Carlos Amarante -quien es cibaeño- no parece ser una excepción.

Puede ser que mucha gente que conoce a Amarante lo perciba como una persona de muchos méritos. Sin embargo,  el no luce un candidato muy potable en estos momentos. Si bien varias personas que han sido jefes de Estado en nuestro país han tenido carrera administrativa, lo cierto es que también los funcionarios públicos se queman, como se suele decir en el argot político. Hace unos años, un viceministro de educación superior, ciencia y tecnología le decía al autor de este artículo de lo tan conflictiva que es la cartera de medio ambiente, el Ministerio de Medio Ambiente, en referencia al desempeño de Max Puig a su paso por el mismo. Me atrevo a creer que no menos conflictivos son los ministerios de educación y el de obras públicas. Me atrevo a creer que él (Carlos Amarante) no tiene mejor imagen por  haber pasado por el Ministerio de Educación y Gonzalo Castillo no tiene mejor imagen, aunque no tenga supuestamente mucho rechazo, por haber pasado por el Ministerio de Obras Públicas.

Independientemente de lo anterior, no hay un ambiente propicio para que un candidato cibaeño sea el presidente de La República. El grupo económico de Santiago se olvidó del proyecto inicial que se orquestó desde que se fundara la Asociación Para el Desarrollo Incorporado, ya que la globalización de la economía arropó a dicho grupo. Cuando en 1967 la firma J. Armando Bermúdez ofreció y entregó RD $ 500,000 para la construcción de la hoy Pucamaima (anteriormente Ucamaima) la situación del Cibao y la del país era muy diferente de lo que hoy en día es. El Instituto Superior de Agricultura (ISA), instalado en la Herradura de Santiago formaba parte del proyecto del grupo político corporativo de Santiago y del Cibao que se organizó en la Asociación Para el Desarrollo Incorporado, al igual que también formaba parte la Ucamaima  fundada en el 1962. El ISA se fundó en el 1964 y ya para 1968 había graduado 120 bachilleres en ciencias agrícolas, técnicos que se contemplaban como necesarios para la agricultura del Cibao, aunque algunos de ellos se fueron fuera del país.

Mientras el Cibao y el país viven hoy bajo una economía de servicios, desindustrializada, con acuerdos de libre comercio que arruinan a los productores locales, urbanizando terrenos con vocación agrícola, creando infraestructura turística, el campo produce menos y los agrónomos aparentemente no hacen falta. En la década de 1970, antes de que el gobierno dominicano firmara el acuerdo con el FMI para cubrir los compromisos con bancos extranjeros, producíamos mucho maíz, pero ya no lo producimos, no producimos hoy día tanto azúcar, ni café, ni cacao y  ni maní.  Está amenazada nuestra producción lechera, como consecuencia de los acuerdos de libre comercio con otros países.

¿Se está planificando realmente, después que caímos en el neoliberalismo y la globalización? ¿Qué significa Estrategia Nacional de Desarrollo? ¿Para qué sirven muchos (no todos) de los investidos de las tantas universidades privadas?  ¿Hay fuga o no de cerebros? ¿Para qué se apoya tanto a las universidades privadas y no se le quiere apoyar a la universidad del Estado? Pardiez mi señor, ¿es este el anatema de país que nos merecemos tener?, el que en los ocho años de gobierno de Danilo tenemos.  El vino es agrio, pero nuestro vino. Necesitamos mejorar ese vino. El danilismo ha dado muestra de que no está dispuesto a cambiar de seguir gobernando, le ha importado aparecer como lo que no es, aparentar que planifica y no planifica. Un gobierno que creyera en la planificación no dejaría que la libertad de comercio llevara al país hacia un desorden como en el que está, no sólo con la inseguridad ciudadana y el crimen, si no con el caos en el tránsito, con un parque de vehículos insoportable y la polución. Las construcciones de escuelas sin ningún criterio de planificación lo que ha servido es para afectar el medio ambiente, destruyendo formaciones geológicas, cauce de ríos y otros recursos no renovables. El danilismo no tiene nada bueno que ofrecer que parezca creíble. Tampoco Leonel tiene una propuesta programática convincente y ni tampoco ninguno de los candidatos de la oposición, incluyendo al minoritario Guillermo Moreno.

No es verdad que las visitas sorpresa y las construcciones de escuelas tengan un efecto muy positivo en la población. Es una falacia decir que la visitas sorpresa tiene un gran impacto en la población, generalmente las zonas visitadas por el presidente de La República son muy apartadas y de escasa población. No ha habido una real reforma educativa, y el impacto como efecto de que las madres no tienen que estar tan pendiente de los hijos por las tandas extendidas no es tan grande, mientras las construcciones de tantas escuelas provoca la devastación del medio ambiente.

Estimulando la exportación de algunos productos agropecuarios e incentivando el turismo, una economía de servicio que sólo genera un empleo de muy baja remuneración, sólo se provoca inflación de la canasta agropecuaria para los dominicanos. Aparentemente, la inflación está controlada pero crece mucho la inflación de los productos agropecuarios, mientras la tasa del dólar sube y sube. No vivimos en un ciclo de estanflación, porque hay crecimiento, pero ese crecimiento es del sector servicio. Ningún posible candidato del danilismo parece que quiera cambiar lo que Danilo ha venido haciendo y es necesario que el país cambie; Leonel tampoco tiene una oferta programática que anuncie un cambio esencial en la conducción del Estado, tampoco ningún candidato de la oposición tiene una oferta en tal sentido, incluyendo el minoritario Guillermo Moreno, porque un discurso contra la corrupción no es una oferta programática y la corrupción es sistémica, la corrupción la genera ese modelo neoliberal en que la hegemonía de clase la ejerce la fracción de clase de la burguesía financiera.

Hace falta que un candidato haga una oferta programática que limite sustancialmente la libertad de comercio, elimine algunos acuerdos de libre comercio, prohíba la importaciones de vehículos que consumen combustibles fósiles, devuelva los roles originales al Instituto de Estabilización de Precios, estatice los fondos de pensión y los seguros médicos y los bancos y se plantee la promulgación de una ley antidumping.

Ningún candidato del danilismo ha exhibido tener luz propia, ni Pared Pérez que luce ser el más independiente. La desventaja de este último es que cree más en el poder y en la fuerza que en la autoridad, cuando en realidad no vivimos en la época de Stalin, Hitler, Mussolini, Franco y Trujillo. El elocuente Domínguez Brito no se supo independizar a tiempo de Danilo, al igual que el sereno Andrés Navarro. Ante la debilidad que ha demostrado el danilismo, aunque  tiene el poder, al igual que la oposición exhibe mucha debilidad por carecer de una oferta programática de cambio creíble, parece que Leonel Fernández podría volver a ser presidente de nuevo por ser un gran orador que convence a muchos. Leonel no ha resuelto grandes problemas, al contrario ha hecho gobiernos que han sido impopulares, pero mucha gente se deja convencer con su discurso. No es un líder carismático, es buen orador pero no es elocuente, brilla por su capacidad intelectual, es un líder racional. Nadie puede creer, por su pasado, que un nuevo gobierno de él sería la antinomia de sus gobiernos anteriores.

No está en agenda de algún  grupo corporativo cibaeño llevar a un cibaeño a la presidencia de La República el próximo año. El principal grupo corporativo del Cibao, el primero en surgir en el país a la caída de Trujillo, hoy día está en extinción. Ese grupo dio agua que beber, como se dice en el argot popular, pero ya no puede darla; fue ese grupo el que llevó a Antonio Guzmán y a Jorge Blanco al poder, porque la burguesía y algunos terratenientes liberales del Cibao tenían contradicciones con Balaguer y sus grupos de poder y elaboraron una agenda en la que se tomaron años, cosa que no se ve en ningún candidato hoy día. Hacia 1976 un pariente del autor participaba en reuniones que se hacían en Santiago, a las cuales dicho pariente era invitado, con miras a que el candidato del PRD ganara en las elecciones de 1978. Era el umbral de la era Carter en Estados Unidos, poco antes Orlando Martínez en uno de sus últimos artículos escribió sobre la distensión entre Estados Unidos, América Latina y Cuba. Todo ese ambiente favoreció el ascenso de un presidente más tolerante que Balaguer. Hay pocas probabilidades de un presidente cibaeño en el 2020.

 

Por  Francisco Rafael Guzmán F.

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