En el mundo del ajedrez político dominicano, al partido de la Liberación Dominicana sólo le es posible un movimiento: jugar a mantener la unidad interna. Cualquier otra acción de fichas será dar un salto al despeñadero.
Sin unidad interna, al PLD le será difícil poder sacar fuerzas para mantener la gobernabilidad en los venideros tres años. Ir a unas elecciones con serios fraccionamientos, es entregarle todo a quién sea en una bandeja de diamante.
La unidad es la única acción favorable a futuro que tienen los morados. La primera muestra de unidad se tiene que dar en menos de un mes, con las elecciones en las Cámaras Legislativas.
Violar la regla de mantener el intercambio de posiciones a simple vista sería un golpe demoledor del sector danilista, pero podría provocar efectos colaterales que lleven a pisar en arena movediza.
La unidad es entre Danilo Medina y Leonel Fernández. Son los dos líderes del PLD. Los demás no pasan de ser peso mime, sin fuerzas para mover una ramita con acciones propias, y siempre en espera del guiño de sus superiores.
Pero el cáncer que corroe a los partidos en todo el mundo, es la lucha interna. En ocasiones se puede moderar, no vencer, con el reparto de cuotas y la división de poderes. Para ello hay que entrar en sacrificios y aceptar las fuerzas del contrario.
La oposición juega al fraccionamiento peledeista para impulsar una candidatura sólida. Hoy la oposición es lidereada por el Partido Revolucionario Moderno, que tendrá que escoger entre Luis Abinader e Hipólito Mejia.
La sociedad civil impulsora de la Marcha Verde no tiene la fuerza unitaria para dar paso a un partido político con posibilidades de ganar las elecciones. No hay un gran líder en ese movimiento, y sus integrantes se mueven, fuera de una consigna anticorrupción, atendiendo a sus agendas personales.
En países como el nuestro los liderazgos colectivos están condenados al fracaso. No pueden triunfar sino exudan el culto a la personalidad. La gente sigue a un hombre, a una cara, a unas manos que impulsan. Eso podría cambiar en unos años más de desarrollo político, pero al día de hoy nadie se puede sustraer a esa fórmula.
El PLD tiene suficientes movimientos para maniobrar en el tablero político, está lejos de un jaque, y ni pensar en un jaque mate, pero si esa ficha que está en las manos no es colocada en la casilla de la unidad, perderá la partida. ¡AY!, se me acabó la tinta.
