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14 de mayo 2024
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OpiniónPedro CorporánPedro Corporán

Pinceladas sobre el Estado: misión social y el modelo dominicano (6)

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La doctrina de los grandes pensadores de finales de la Edad Moderna que también llaman la ilustración, referida en entregas anteriores, aportó el sumun del liberalismo como pensamiento político, ideológico, social, económico y jurídico con el que se edificó la supra estructura del Estado Contemporáneo que nació con la expansión de la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII o siglo de las luces, un contexto que consideramos preciso configurar a grandes pasos.

En pensamiento retrospectivo, creo particularmente que el liberalismo es un descendiente secular de la semilla primigenia de la corriente filosófica del antropocentrismo que surgió en la Era del Renacimiento del siglo XV y XVI, en el marco histórico de la Edad Media. Mi humilde valoración se basa en que este pensamiento filosófico, adoptó al hombre como el centro de referencia para la organización social y cultural de la sociedad.

Basados en la filosofía que reseñamos ut supra, el Renacimiento prohijó la secularización y la laicización del saber, es decir, el tránsito de una sociedad de centralización y tiranía religiosa, a otra de considerable autonomía del individuo en la investigación científica, la invención técnica y la libertad de divulgación del conocimiento que alcanzó gran proliferación, con la masificación del uso de la imprenta que había inventado Johannes Gutenberg en el año 1440, última etapa de la Edad Medieval.

¿Podríamos decir entonces que con el Renacimiento, el humanismo cristiano que hegemonizaba en la era medieval, rompió sus cadenas teocéntricas y empezó a volar por el universo sin dejar atrás el pensamiento teológico, liberando la creatividad individual y el libre pensamiento? ¿Es entonces la filosofía antropocéntrica como pensamiento neo clásico, la madre putativa que  gestó con los siglos el liberalismo y los derechos del hombre? Humildemente creo que sí.

Evolucionada la sociedad de la Edad Moderna hasta el siglo de las luces, convergieron en tiempo y espacio común, como categorías históricas, el período de mayor florecimiento del pensamiento de la ilustración y el proceso de transformación estructural radical que produjo la primera Revolución Industrial que inició en Inglaterra en 1750, con la invención de la máquina de vapor (1768), la mecanización de la producción y la tecnificación de las fábricas sobre todo de telas (1769), la locomotora (1804),  el frigorífico (1835), el telégrafo (1844), la dinamita (1847),   la extracción de petróleo (1859), la ametralladora (1861)  y otros de menos relevancia.

Interpretación muy nuestra, en el vientre del prístino proceso revolucionario industrial, se incubó la gestación que poco más de un siglo y cuarto después, debido a la expansión sobre todo a los Estados Unidos y Alemania, le dio verdadera estructuración al sistema de producción capitalista que había tenido sus prolegómenos en el siglo XV, como el gran heredero evolutivo de la doctrina de los modernos y la segunda revolución industrial que impulsó a partir de 1870, nuevas e impactantes invenciones como el teléfono y el motor de explosión (1876), el fonógrafo (1877), la electricidad (1879), la bombilla incandescente (1881), la turbina de vapor (1884), el automóvil con motor de combustión (1885),  el cine (1895),  la emisión de señales trasatlánticas y la radio (1901), el avión (1903), entre otros.

Moldeado por el pre descrito torbellino de cambios y transformaciones sin registro histórico anterior, acicateado en el caso del continente americano por la lucha contra la colonización, nació el Estado Contemporáneo que debido a la influencia del liberalismo, adoptó como “biblia” del pensamiento económico, la polémica obra La riqueza de las naciones (1776), autoría del economista y filósofo inglés Adam Smith (1723-1790), considerado el intelectual del capitalismo.

En el ámbito general expuesto, dedicado a configurar la génesis y nacimiento del Estado Contemporáneo, a partir de la segunda revolución industrial que se extendió hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, expondremos en las próximas entregas, cómo sobrevivió la misión social del estado en medio de la hegemonía del liberalismo, obsesionado con reducir al mínimo sus facultades jurídicas constitucionales.

Por Pedro Corporán

 

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