Sin pensamiento crítico el funcionamiento de la democracia se enferma, languidece y muere. Porque es el pensamiento crítico la herramienta que permite a los ciudadanos analizar la información de manera objetiva, identificar sesgos y prejuicios, para entonces evaluar la validez de los argumentos presentados por los dirigentes, por los lideres, las personas comunes y los medios de comunicación en sentido general.
Esta acción o conducta, fomenta la calidad y validez de la participación informada de los ciudadanos en forma activa, cuestión crucial para el sostenimiento de la sociedad democrática.
Para lograr la cristalización de una mentalidad critica se debe trabajar desde la educación formal a través de las aulas escolares, así como enfatizar en la formación ético-moral y del carácter desde la crianza de los hijos. Estas son cualidades desarrolladas desde el hogar, que se convierten en imprescindibles.
Desde ese punto, ni profesores ni padres podemos olvidar, que el papel del pensamiento crítico en una sociedad democrática concibe la creación de un ente social que evalúa y reflexiona para entender las informaciones datadas en forma objetiva.
Este proceso cognitivo activa la actitud cualitativa de participación de las personas, cuya finalidad (entre otras cosas), es colocar a los gobernantes en su responsabilidad, influyendo en los sectores sociales para que resistan la manipulación que viene orientada desde el poder de los gobiernos y sus aliados.
Este conocimiento hace que la ciudadanía promueva la acción critica, propicie el diálogo y fomente la tolerancia a través del manejo de la inteligencia emocional.
Sobre este conocimiento, las instituciones educativas deben fluir y confluir para promover activamente, tanto las habilidades de pensamiento crítico, como el compromiso subyacente, denominado sociológicamente como “criticalidad”.
Este concepto se refiere al compromiso que debe existir en la escuela y la familia, con el objetivo de hacer crecer la actitud crítica en los actores sociales y en los individuos. En este proceso no puede faltar la evaluación de los puntos de vista de otras personas, así como el punto de vista de uno mismo.
Este compromiso que subyace, implica un profundo nivel de atención al contexto y un acrisolado nivel en el análisis crítico sobre las informaciones o situación que se analiza.
La educación para el desarrollo del pensamiento crítico, no es un simple pensamiento que se queda en la piel, sino que esta forma de pensar y actuar, va profundo en el cuestionamiento y el análisis de fondo, para entonces arribar a las conclusiones sobre fundamentos objetivos.
Esto es así, porque rompe todo dogma, sin obviar los criterios subjetivos que lidian con cuestiones que el individuo humano todavía no es capaz de comprender.
En este punto, debemos referirnos a la diversidad, porque ella es una condición de la democracia y de la propia existencia humana, la que proporciona gamas de opiniones, diversidad de voces, sobre unas perspectivas, las que son necesarias (por el simple hecho de existir), para ser no solo reconocidas, sino que logren colocar coloquen a los actores en la necesidad de desafiar los límites y los puntos ciegos de las formas dominantes y convencionales de pensamiento.
Porque es de esa manera que se van creando las condiciones sociales en las que se ejercitan y se ponen a prueba las virtudes democráticas de aquellos ciudadanos de mente abierta, que practican el pluralismo y viven la tolerancia, abriendo un nuevo laicismo y facilitando la construcción de la historia en el quehacer de cada uno.
Ante todos estos aspectos de la vida humana, es bueno aclarar, que no se trata solo de que el pensamiento crítico sea una condición esencial de la democracia, porque también se trata de que se pueda ver con claridad, que ciertas condiciones institucionales y sociales son esenciales para la democracia, y que son necesarias para desarrollar el pensamiento crítico.
Sobre lo que decimos y en forma especial, en la observación de los elementos que nos condicionan para estar dispuestos a exponer criterios propios, que reflejan aspectos del carácter que hacen a los individuos estar dispuestos a participar, opinar y desarrollar la crítica, como elemento proponente de mejora.
Un currículo de pensamiento crítico no solo es un propósito educativo que debe fomentarse en los planes de estudio escolares, de lo que se trata es, del desarrollo de una forma de vida que es inseparable de las condiciones sociales y de las relaciones personales que la sustentan y proyectan al enfoque curricular hacia la búsqueda permanente de la dignidad de los ciudadanos.
Es que el pensamiento crítico no es solo una habilidad cognitiva para ser adquirida y así alcanzar cualidades para detectar argumentaciones mentirosas y discursos sustentados por falacias, de lo que se trata es, de la adquisición de una actitud amplia, capaz de cuestionar todas las opiniones, incluyendo las propias e incluso las que podrían ser populares y compartidas por quienes acompañan al ciudadano que las enarbola.
Esa actitud amplia, con capacidad de escuchar, solamente surge de una cultura y un entorno que viven en la incertidumbre, que conocen la provisionalidad de todas las verdades y las cosas.
Se trata de lograr una ciudadanía a través de los años, que sea consciente de que es la dueña de su proceder en el quehacer de su vida.
Sin la escuela y la familia es imposible desarrollar ningún currículo que procure servir a la sociedad. Por esa razón es que se deben tomar las medidas necesarias para que escuela y familia asuman su papel con responsabilidad y compromiso, pero también lo tienen que asumir las iglesias, los medios de comunicación (incluidas las Tic), el entramado social y las estructuras partidarias junto a sus directivos y lideres.
Nuestra sociedad tiene que evolucionar para que aprendamos a desafiarnos, para que respetemos a quienes nos desafían a causa de nuestras opiniones y creencias.
El pueblo dominicano necesita de unos partidos políticos que asuman estos desafíos (pensamiento crítico y fortalecimiento democrático), porque el futuro de prosperidad verdadera depende de que sean enfrentados aquellos individuos que pretenden continuar con el asalto a la dignidad y el decoro de la ciudadanía vulnerable de la nación.
