El cofre histórico dominicano guarda personajes estremecedores, aunque otros no lo sean tanto. José Francisco Peña Gómez es una figura estelar del pasado nacional. Fue muchas cosas a la vez: orador fogoso, imán popular, demonio en la tribuna… Un gran ser humano escondía su lengua encendida.
Emotivo y sensible, derrabama su verbo candente y estremecía al público. Nadie permanecía indiferente ante tamaña elocuencia: era un delirio de multitudes.
La gente lo recuerda, con vivo orgullo y pasión, veinticuatro años después de su muerte. Fenecido el 10 de mayo de 1998, sigue latente en el imaginario político. Lo fulminó un cáncer atroz. Dejó un legado monumental. Es una pieza espléndida de la democracia y del patrimonio histórico.
No alcanzó el solio presidencial pero tuvo una carrera astronómica, gigantesca. Peña Gómez fue educador en el reformatorio de San Cristóbal. Se hizo locutor. Cuando llega el PRD en julio de 1961, ingresa a ese partido y se moviliza bajo las sombras del momento. Desafía las fuerzas oscuras de la nación. Apuesta a la democracia. Es un actor promisorio y luminoso.
En 1982 se convierte en síndico del Gran Santo Domingo, un semillero territorial. De allí brotaron quejas y denuncias. Para resolver esos malestares se valía de colaboradores cercanos. Fiel aliado a Jorge Blanco, se opuso a la facción Don Antonio-Jacobo. En cierto momento no lo dejaron entrar al Palacio Nacional, bajo el gobierno de Guzmán. Desde las entrañas del PRD hacía oposición más férrea que la que hacían los adversarios de fuera.
Sus lazos con los liberales de Washington disolvieron las viejas rencillas del gobierno de Bosch. El PRD accedió al poder en 1978, bajo las fuertes presiones de Carter y los demócratas de Estados Unidos. Peña Gómez cerró las heridas y abrió el camino presidencial. Es más, le arrebató a Bosch el control interno del PRD, y eso hirió el orgullo del gran maestro. Así, se abrió una terrible incisión entre ambos, un abismo personal que los llevó al descalabro histórico.
En los candentes ochentas creó el Bloque Institucional Social Demócrata (BIS). En el Concorde perdió la convención interna frente a Jacobo, y la derrota estuvo acompañada de sillazos y trompones. En 1986, Jorge Blanco y Peña Gómez prefirieron a Balaguer y excavaron un hoyo profundo. Allí mismo fueron metidos. Jorge Blanco recibió lo peor: la prisión. Tuvo Hipólito que indultarlo, muchos años después.
Peña Gómez reorganizó el PRD, atrayendo fuerzas del pálido PRI. Muchos priístas se vistieron de blanco. Jacobo ya estaba en sus últimas. Falleció en el 96. Antes, llegó el parteaguas del 94. Peña Gómez y Balaguer: el fraude colosal. Mediaciones. La Embajada. Un volcán social. Una apresurada reforma constitucional dirimió la cuestión, apagando el volcán y la furia popular. Fracasa la ‘formulita’ del 2 y 2. Meten el 50+1. Peña Gómez pierde, se candidatea, muere.
El 10 de mayor de 1998, hace 24 años. Aún está vivo en la memoria del pueblo dominicano.-




