«El gobernante que pretende encauzar a su país hacia la democracia tiene que empezar por ser un verdadero demócrata, y demostrarlo tolerando la oposición, por más cruda que se ejerza en el mitin, en la prensa, en la diatriba personal.» Lázaro Cárdenas del Río
Desde la división del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), producto de la controversial y sorpresiva victoria de Gonzalo Castillo ante el expresidente Leonel Fernández en las primarias del año 2019, que dio al traste con la unidad morada que fue el principal soporte de la hegemonía peledeista durante sus 16 años de gobierno y el surgimiento de la Fuerza del Pueblo (FP). Fue el primero de varios desprendimientos partidarios del PLD, seguido por Justicia Social (JS), Avancemos y el Movimiento Opción Verdadera.
Con la difícil derrota el PLD ha quedado maltrecho y con los pírricos resultados electorales del torneo electoral del 2024, ha sido descartado antes de las venideras elecciones del 2028. Ante esto, la FP se ha legitimado como el principal partido opositor, sin embargo, continúa enfrascado en una lucha fratricida contra el PLD.
El crecimiento de la FP está directamente relacionado al deterioro del PLD, lo que elimina cualquier posibilidad reunificación sincera de la familia boschista. Para muestra un botón, la alianza RD avanza del 2024, fue un pacto de los rencores, en el cual, los partidos que conformaron dicha alianza tenían sus respectivos candidatos presidenciales.
Pero, en medio de la lucha entre viejos compañeros, la FP en su afán de fortalecer su marca partidaria mientras el PLD, trata de sobrevivir más allá del 2028; lo que ha dejado a la oposición deambulando en un circulo vicioso en el cual no han podido enarbolar un discurso opositor efectivo ni coherente al no hacer un mea culpa de sus veinte años de gobierno.
Los partidos opositores han sido incapaces ejercer el contrapeso ante el oficialismo, si vemos el artículo de Estuardo Porras Zadik, titulado, ¿Una oposición que hace contrapeso o que es un obstáculo para la democracia?, cito un fragmento del mismo: “Los partidos de oposición son cruciales para el buen funcionamiento de la democracia pues desempeñan un papel crucial en cualquier sistema democrático, ya que actúan como contrapeso al gobierno de turno y velan por los intereses de la ciudadanía. Supuestamente, los partidos de oposición representados en el órgano legislativo velan por los intereses del pueblo, por lo menos de aquellos que los eligieron para el cargo. Sin embargo, cuando sus intereses no están ni alineados con los intereses del gobierno de turno ni con el bienestar de la ciudadanía, su influencia puede tener un impacto negativo sobre la capacidad para implementar las políticas y alcanzar los objetivos del gobierno de turno.”
¿Cuál ha sido el desempeño de los partidos opositores en el país a partir de las elecciones del 2020?
Según Brahian Steveen Fierro Suárez en su escrito, Pesos y Contrapesos: La verdadera Función de la Oposición y los Partidos Políticos, establece lo siguiente: “La oposición no debe ser vista únicamente como el adversario del gobierno de turno. Su función va mucho más allá de la crítica y la confrontación. La oposición tiene la responsabilidad fundamental de fiscalizar y vigilar las acciones del gobierno, asegurando que se cumplan los principios de transparencia, rendición de cuentas y justicia. En una democracia sana, la oposición contribuye a la deliberación informada y a la formación de políticas públicas al ofrecer alternativas viables y críticas constructivas. Esta función se convierte en un pilar para prevenir el estancamiento y fomentar un gobierno más receptivo y eficiente.”
Partiendo de estas dos premisas vertidas en estas letras, los conflictos internos tienen al PLD sumido en un conflicto que solo vislumbraban salir con un candidato propio electo fuera de los plazos de ley, dicha pretensión fue negada por la sentencia TSE/0011/2025 dictada por el Tribunal Superior Electoral (TSE); para tratar de aglutinar a su base alrededor de un proyecto presidencial, para así detener las renuncias, la misma cura que aplicaron en el 2024 y no funcionó producto de la tozudez de su último candidato presidencial.
Ahora con las precandidaturas de Francisco Javier García, Mario Bruno, Abel Martínez, Francisco Domínguez Brito, Charlie Mariotti y con la posibilidad latente de salir al ruedo Gonzalo Castillo, su escenario es más engorroso con miras al 2028.
Mientras que la FP, se debate entre padre e hijo, sin espacio para el debate de ideas y con la prohibición tácita de la disidencia interna.
Al celebrar su congreso interno, no se refrendó la presidencia del partido ni la secretaría general, por el contrario, se ratificaron uno por liderazgo sin cuestionamiento alguno y el otro por “agradecimiento”, el chiste se cuenta solo.
Un proceso interno que, entre el robo de urnas en Bahoruco, reservas a borbotones, como el caso en Sánchez Ramírez que de 21 posiciones a la Dirección Central solo se votó por siete plazas y la polémica que se rumora en Puerto Plata. Irónicamente, la FP cuestionó la legitimidad del gobierno producto del alto nivel de abstención de las pasadas elecciones, señalando este únicamente por responsabilidad del oficialismo, obviando ventajosamente, la ausencia de una oferta electoral opositora con algún atractivo para la ciudadanía.
Cabe recordar este absurdo discurso opositor, cuando en la FP, solo se habilitó para votar a 75,000 dirigentes pueblistas de su padrón de 2,030,108 inscritos y decir con orgullo que, de esos hábiles para ejercer el derecho al voto, solo un 83.7 % acudieron al llamado, es decir, que tan solo 62,775 dirigentes de la FP ejercieron su derecho a elegir y ser elegible para validar la nueva composición de su Dirección Central.
Ese manejo antidemocrático anula cualquier vestigio institucional partidario. La oposición se ha constituido únicamente en notas de prensas y redes sociales sin capacidad para construir un relato opositor.
La oposición ha sido incapaz de ejercer los contrapesos, ni siquiera de comprender su rol como contraparte del oficialismo, cito un fragmento del análisis Contrapesos sí, oposición eterna no, autoría de José Luis Dueñas Barrera: “En un sistema que se aprecia, al menos en papel, de ser democrático, los contrapesos son grupos de interés que asumen un rol de crítica, vigilancia y exigencia, funciones necesarias dentro y fuera de las estructuras gubernamentales. Sin esos contrapesos el país no se movería y perdería sentido. La idea de los contrapesos no es ir siempre de forma paralela a la autoridad sino precisamente ir en contra de la autoridad, no para derrumbarla, sino para que el país avance como el elevador.”
En la oposición no priman los intereses colectivos, sino sus apetencias personales.
En su obra Juan Ferrando Badía, En torno a una teoría de la oposición en el sistema democrático-liberal, consagra que: “Son inevitables los conflictos sociales y, por tanto, los ideológicos. De ahí que, como subraya Robert Dahl, las sociedades políticas han tenido siempre en cuenta, de una manera u otra, el hecho de la oposición. Pero lo que no siempre se ha tolerado ha sido la existencia de un grupo organizado que se oponga a los gobernantes en turno, criticándoles, controlándoles con el fin último de derrocarlos del Poder para obligarles a pasar, a su vez, a la oposición.”
A diferencia del periodo de gobierno del 2012 al 2020, la oposición ha tenido libertad de manifestación y demás vías para ejercer contrapesos, sin embargo, ha sido nulo en todo el sentido de la palabra. Por demás, la ausencia ideológica de las principales figuras de la oposición hace difícil interpretar sus banderas políticas.
La precaria situación interna de los partidos opositores, donde se impone la “dedocracia”, anula el principio de democracia interna que se traduce en institucionalidad partidaria, es el principal obstáculo para llegar a un nivel funcional como organización política y, por tanto, de aplicar cualquier contrapeso opositor.
Creo prudente concluir con la frase de Antonio Gala, cito: “Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen.”
Por Jesús M. Guerrero, hijo
