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28 de diciembre 2025
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OpiniónLEONARDO CABRERA DÍAZLEONARDO CABRERA DÍAZ

¡Oh mi señor!, “se me fue el santo al cielo”

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San Cristóbal, necesita con carácter de urgencia, aliento.

Un aliciente que el arranque de los brazos del escepticismo que la aprisiona y tortura.

Y que la hace sentirse culpable y rasgarse las vestiduras.

Algo que rompa esa cotidiana monotonía en las que discurren sus días.

Diferenciados entre sí, solo, por el aumento del deterioro que en casi todos los aspectos padece.

Delincuencia, desempleo, desencanto, descuido, desinterés y la desidia de sus autoridades.

Que ni siquiera se dan por enteradas, y siguen jugando a la política.

Retozando con sus necesidades, sin observar, ni percatarse de nada.

Al parecer, están convencidas, de que éste es un pueblo, de necesidades resueltas.

Por lo que, San Cristóbal, tal vez, no requiera de un funcionario diligente, que sus palabras se escuchen y acaparen la atención de las alturas y actúen en consecuencia.

Alguien, que golpee sobre la mesa para reclamar y exigir soluciones, inclusión, y que provoque la mirada gubernamental.

Por eso, cada vez, son más graves los problemas, y más pírricos los recursos o partidas económicas, asignados en el Presupuesto Nacional.

Todo indica que, cuando se trata de plantear las necesidades de San Cristóbal, a sus funcionarios, les sucede como aquel cura en la iglesia, que al sufrir un lapsus mental y olvidar el nombre del santo del sermón que con mucho énfasis pronunciaba a los feligreses, en medio del trance, y desconcierto, exclamó: ¡oh mi señor! “se me fue el santo al cielo”.

Oración: ilumínalos señor.

Con Dios, siempre.

Por: Leonardo Cabrera Díaz

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