Son terribles las consecuencias del odio racial, religioso, político y social. Grandes tragedias han causado esos prejuicios. Guerras, como la segunda mundial en la que murieron alrededor de 60 millones de personas. Y múltiples conflictos que igual han sido generadores de muertes y agresiones.
En Estados Unidos esos odios desquician y se convierten en tiroteos, dejando miles de muertos. Tienen un amor inquebrantable por las armas de fuego y una enorme irresponsabilidad con carácter constitucional casi sagrado. Hay alrededor de un arma por cada ciudadano y cada año matan unas 30 mil personas.
Agreguemos a eso el discurso antiimigrantes del presidente Donald Trump para entender lo ocurrido en Texas y Ohio.