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3 de mayo 2024
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OpiniónFernando DespradelFernando Despradel

O v i e d o 100 años

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Sencillamente OVIEDO y entendemos que nos referimos al más destacado artista plástico nacional de las últimas décadas.

Ramón Oviedo del color de los indios tainos y caribes como Enriquillo y Caonabo de la zona del Bahoruco,  nace en la ciudad de Barahona, un 7 de febrero de 1924, precisamente el mes más alegre del año.

En su niñez el artista tenía un hambre incansable de pintar donde sea y lo que fuera.

Letreros, dibujos. en paredes y aceras.

Estudió fotograbado y cartografía en Panamá y sus compañeros lo bautizaron como «la imprenta humana», por la perfección de las letras que confeccionaba para los mapas.

Debemos destacar que el artista asistía a las aulas universitarias (en la UASD) a nutrirse de los conocimientos de historia, sociología y de las cátedras de los refugiados españoles de la guerra civil de ese país.

Oviedo participó en los inicios de la actividad publicitaria, formando parte de la primera agencia cconocida en el país: Remex, luego laboró para Excelsior y finamente en la Publicitaria Fénix se desempeñó como director de arte e ilustrador.

Los artistas en esa etapa no disfrutaban de la valoración correcta de su producción artística y casi todos tuvieron que refugiarse en las agencias publicitarias para subsistir.

Los avisos propagandísticos de esos tiempos eran verdaderas obras de arte, a las que le colocaban los textos del discurso publicitario.

Resultaba un disfrute pleno sumergirse en un arte de Oviedo y de otros artistas a página completa en los diarios nacionales.

No todo es para siempre y el maestro adquiere renombre y alta valoración en el mundo artístico, lo que le permite abandonar su labor en el área publicitaria en el 1978.

Durante la gesta de abril, el maestro Oviedo toma una posición activa, insertándose en el Frente Cultural Patriótico.

De esa época es la obra «24 de abril», catalogada como su obra cumbre.

Refleja la opresión, el sufrimiento del pueblo, la imagen viva de la guerra con toda la violencia, destrucción y secuela de muerte.

Algunos la comparan con Guenica de Picasso, por el contenido y el nivel de denuncia.

Hasta la hora de su muerte, ocurrida el 15 de julio del 2015 mantuvo un alto nivel de producción, sin desmedro de la calidad y contenido de su obra.

Cientos y cientos de sus cuadros son altamente valorados por su calidad artística y el ambiente recreado en los mismos.

Oviedo temía «repetirse», era una fobia con la que soñaba frecuentemente, según testimonio de su nieto Omar Molina Oviedo.

Invertimos horas en recorrer los tres niveles del Museo de Arte Moderno, a propósito de su exposición 100 años Oviedo, al conmemorarse un siglo de vida de esta gloria de las artes patrias y podemos afirmar como un neófito en la materia, que no detectamos -como en otros artistas- esa repetición temática, como de forma.

Cada obra significó un descubrimiento de personajes, situaciones, denuncias sociales… algunas a flor de piel y otras sumergidas en rincones ocultos de la pintura.

Pero el artista, además de pintor, descolló como dibujante (la mejor muestra, un autorretrato expuesto), escultor de alta valía y muralista.

Vela Zanetti, que fue acogido como refugiado político en los tiempos de la tiranía tuvo una incansable producción de murales en los eedificios de la Feria de la Paz, iglesias -entre ellas, la de San Cristóbal-, palacios de justicia, etc.) .

Entonces Ramón Oviedo emerge como el gran muralista de estos tiempos.

En el magno salón del nuevo edificio de la Suprema Corte de Justicia, Ministerio de las Fuerzas Armadas, el salón cumbre del edificio del Banco Central, Fundación Funglode y en los edificios de la OEA y UNESCO entre otros.

Qué titánica labor de este obrero del arte, dejando sentado en cada mural un serio mensaje desgarrador, en consonancia con sus convicciones y postulados.

Oviedo descolló con mayor notoriedad en la denominada etapa «roja» y ciertamente ese rojo intenso dominó una prolongada etapa de su producción pictórica, logrando impregnar vigor y energía a sus imágenes y a los ambientes.

De igual manera, debemos reseñar que en otros colores: verde, azul, morado. Apreciamos esa perfección y esa furia apasionada de esos mundos de sufrimientos y opresión que vivimos en los «colorao».

Pero existe tal conexión y connotación con el escarlata y el artista, que es el color oficial que identifica esta celebración.

Aunque no fue su género predilecto, disfrutamos de obras paisajísticas, con temas variados: de barrios humildes, marinas y varios temas más que conforman su experiencia en el género.

Los organizadores de la exposición concentraron en un área del MAM los autorretratos de Oviedo de diversas épocas, pudiendo apreciar las mutaciones en su existencia,  sin alejarse de sus principios y valores.

El maestro Oviedo también incursionó en la rama musical, componiendo varias canciones interpretadas por Fernando Casado y Tatis Sala.

Caso aparte, para uno de sus temas gráficos predilectos, “la ciguapa”, componiendo las letras para un merengue interpretado por Rubby Pérez.

Para alojar la amplia producción de Oviedo para celebrar esta significativa fecha fue necesario habilitar 10 museos adicionales en la ciudad y otros en el interior, como el Centro Cultural Perelló en Baní.

Sosegado, sereno, con ese sello de humildad como ropaje permanente.

Oía pacientemente al interlocutor, pensaba y siempre respondía con paciencia y respeto.

La grandeza de este gran hombre reside en su modestia y sencillez de siempre, esta frase lo retrata a la perfección:

«La fama no me envilece, porque mi cerebro y mi corazón están siempre donde tienen que estar»

 

Por Fernando Despradel

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