Es evidente que en la nación dominicana, otra vez se verifica el fenómeno de la polarización de fuerzas para la batalla electoral presidencial del próximo mes de mayo.
Todo parece indicar, que se producirá una segunda vuelta electoral y que en esa contienda, los resultados serán tan apretados, que obligará a acuerdos frecuentes en las cámaras legislativas.
El Congreso Nacional tendrá dos colores fundamentales y esos dos partidos políticos que se enfrentarán en la contienda de mayo, se repartirán las curules del primer poder del Estado: El Congreso Nacional.
Esta realidad luce ya ser ganancia para el país, pues, se comenzará un nuevo gobierno teniendo una participación repartida con colores tripartitos en la Asamblea Nacional, lo que podría garantizar una mayor calidad en la representatividad popular en ambas cámaras legislativas.
Los desaciertos de la actual gestión de gobierno, sitúan las simpatías de los propios seguidores del partido de gobierno, en un dilema de sobrevivencia, pues la economía domestica hacía tiempo que no se veía tan seriamente amenazada, por los altos precios y la baja calidad de los productos que se ofrecen, degradados por la estrategias de regulación y un inaceptable desempeño con logros que la gente no reconoce existen y que implicaron seriedad en el cumplimiento de las promesas de campaña.
Parece ser que el pueblo dominicano ha evolucionado y aun habiendo sido cómplice de la tempestad que los vientos apoyados en su momento propiciaron, es natural que el ojo del huracán se mueva y nueva vez reine la calma.
Las mismas sagradas escrituras lo dicen, hay tiempo para todo. Tiempo de guerra, tiempo de paz, tiempo de sembrar, tiempo de cosechar, tiempo de abrazar y de abstenerse de abrazar.
Ha llegado el momento de abrazar la urgente idea del Rescate Nacional, pues las demostraciones dadas con tantos desaciertos e improvisaciones y con tantos entuertos creados por la misma gestión, invitan seriamente al reto, de volver a lo básico para proteger nuestro principal activo: la familia dominicana.
Los argumentos que se aducen para denostar al principal candidato de oposición, lucen no calar ni impactar, sobre todo cuando intentamos vaciar nuestros bolsillos y solo nos encontramos con el hilito o el último Boucher de la tarjeta que no da más.
La falta de auto crítica choca con violencia en los bolsillos de la gente que tiene la necesidad imperiosa de sobrevivir, y con el maremoto que ha sido la presente gestión de gobierno con avances no reconocidos por la sociedad en áreas fundamentales de la cotidianidad y que le alejan notablemente del sentimiento popular. Una expresión callada en los pasillos de las entidades públicas, pero que grita a voces al visitar nueva vez a las casas del terror restauradas por el gobierno del cambio.
Donde quiera que usted se mueva, encontrará la misma voz que una vez retumbo todo el territorio nacional y que permitió el regreso post mortem, a la vida política de Joaquín Balaguer, esa voz le llevo nueva vez a Palacio: Y vuelve y vuelve.
Y ese mismo lema, por razones similares que pueden rayar en epítetos correlativos a un desacertado gobierno, luce traer por los moños, no a un anciano ciego que decía sacrificarse por el interés nacional, sino a un ex presidente con experiencia fundamental de estado, pero que como Balaguer, ha tenido el tiempo prudente para reflexionar y con toda certeza, para enmendar e intentar implementar un gobierno de excelencia.
Las improvisaciones no caben en el escenario político nacional. Las respuestas que requiere el pueblo dominicano invitan a sus mejores hombres a realizar contribuciones, para la formación de un gran equipo humano, ético, comprometido con valores y que se preste a la noble tarea del gran rescate nacional.
Es pues una brillante oportunidad la que se presenta este 19 de mayo, no para agitar banderas a las que le siguen el denostar de la politiquería chapeadora, en un contexto histórico, donde pocos pueden lanzar la primera piedra.
Pero si para resurgir con el ímpetu de un espíritu noble, que conquiste el corazón del pueblo dominicano que se haya moribundo, por la carencia no solo de servicios públicos oportunos y de calidad, sino que a la vez destierren los privilegios, y que también las conquistas sociales sean facilitadas por una gestión de gobierno que sea plausible.
No con discursos ni con nuevas promesas electorales a incumplir. Pues la nación dominicana no es ni será jamás la misma.
Esto implica que si el próximo gobierno quiere paz y progreso, lo lograra si no traiciona los intereses sagrados de la patria y si no lesiona los intereses de una clase media cada vez más maltratada y empobrecida.
La nación dominicana se encuentra hoy frente a grandes peligros. No solo frente al peligro existencial que se resiente cada vez que una comunidad internacional que no le respeta y muestra sus garras fusionistas, sino también, al peligro de una rebelión local, fruto de las malas prácticas políticas de una partidocracia que ya dejo de ser un modelo digno de imitar.
Nuestra democracia grita con fuerzas, para que se produzca ese gran rescate nacional. Y todo luce indicar que la misión de la alianza opositora muestra un lema con amplio sentido y visión nacional, pero además, con una unidad histórica entre partidos y líderes políticos que venían flagelándose, pero que comprendieron finalmente, que por encima de sus diferencias personales, esta la salud de la república.
Hoy que me asomo a la ventana de la esperanza democrática dominicana, veo sin anteojeras el contexto histórico que nos reta. Y me convenzo personalmente que este próximo 19 de mayo tendremos unas elecciones presidenciales que conducirán de manera inevitable a una segunda vuelta y que en ese ejercicio democrático que se llevaría a cabo en el mes de junio, saldrá victorioso el invencible espíritu guerrero dominicano.
Nuestra democracia saldrá robustecida y una nueva pero real esperanza nacerá a partir del nuevo gobierno que iniciara el próximo 16 de Agosto del presente año.
Nuestra historia convoca y reta al presente y al futuro inmediato de la nación, para que junto a los mejores hombres y mujeres del país, sin importar banderías políticas, se sumen al más sagrado propósito: el de proteger y defender el interés nacional, para rescatar y preservar el orgullo de ser dominicanos.
La nueva oportunidad ha llegado, y los líderes que asumen con responsabilidad el dejar un legado digno de imitar por los demás seguidores, podrán contar nueva vez la historia, y refrescar la memoria, de que a pesar de los pesares, la nación dominicana crece, se fortalece y tal vez lo más importante, que la familia dominicana se siente dignamente representada y administrada por un gobierno que se respete y respete la memoria de nuestros próceres.
La nueva oportunidad ha llegado y tengo la esperanza de que nueva vez se comenzarán a respiran aires de progreso y la gente volverá a sentir el orgullo de ser dominicano.
La segunda oportunidad siempre es virgen. Pues la esperanza siempre es nueva, aunque las cicatrices puedan verse, pero reto a la esperanza de que estas solo sirvan, para recordarnos que podemos ser cada día mejores personas, mejores seres humanos y servir con pasión y calidad desde la gestión pública y recrear una institucionalidad que espera por un relanzamiento integral y por un profundo respeto a la constitución y a las leyes.
Por: Julián Padilla
