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29 de diciembre 2025
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2 min de lectura Arte

Nuestro principal problema

Quizás el título de esta nota pudiera sugerir una discusión sobre las prioridades y en consecuencia de una jerarquización de los principales problemas de la República Dominicana, y así conseguiríamos ubicar en la cúpula de ellos el que sería el primero o el principal.Sin embargo, nuestra intención no es hacer ese inventario de temas pendientes […]

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Quizás el título de esta nota pudiera sugerir una discusión sobre las prioridades y en consecuencia de una jerarquización de los principales problemas de la República Dominicana, y así conseguiríamos ubicar en la cúpula de ellos el que sería el primero o el principal.

Sin embargo, nuestra intención no es hacer ese inventario de temas pendientes por resolver y categorizarlos. Queremos más bien identificar la base en que debe sustentarse toda sociedad civilizada para avanzar. Las dictaduras imponen un orden de manera arbitraria y con el uso de la fuerza, la represión y generando temor. Incluso, lo hacen a costa de la vida de muchas personas.

En cambio, en un sistema democrático el orden deviene de la rigurosa aplicación de la ley. Y es sólo así que podemos cambiar la capacidad amedrentadora del fusil por la fuerza de un texto plasmado en un papel estableciendo derechos, obligaciones y sanciones. No nos queremos dar cuenta de que sólo con la rigurosa aplicación de la ley es que ésta toma la fuerza de la autoridad. Ella, pues, evita los excesos de gobernantes y gobernados, al tiempo que tiene la capacidad de juzgar la justeza de la actuación de ambos en cada acto de la cotidianidad.

Y justo es a ese tema al que queremos referirnos en esta ocasión. En el país nadie parece encontrar quienes estén dispuestos a sancionar a quienes faltan. En consecuencia, también podemos decir que las víctimas tampoco encuentran protección frente a los excesos de los abusadores. Los criminales siempre parecen salirse con la suya y para ellos la insuficiencia de pruebas resulta una vía de salir libres de las acusaciones.

Así es, aún donde las pruebas abundan. Los fiscales son ineficaces o los jueces venales.