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27 de diciembre 2025
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OpiniónRafael Emilio Bello DiazRafael Emilio Bello Diaz

Neurociencias y conductas suicidas

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Por primera vez, el Ministerio de Salud incluyó la conducta suicida como tema de notificación obligatoria al Sinave y, en consecuencia, estableció que cada semana, el boletín que emite la Dirección de Epidemiología deberá reflejar información oportuna sobre ese flagelo.

 El suicidio es situación en la que unos síntomas psico-patológicos o un trastorno de conducta (ambos con sus dimensiones objetivas y subjetivas) son percibidos como perturbadores o amenazantes por el propio individuo, la familia u otros elementos sociales, de modo que llegan a producir una solicitud de atención psiquiátrica urgente” Las conductas suicidas son un problema de Salud Pública, dentro de ellas se destacan: el intento de suicidio y el suicidio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece el suicidio dentro de las cinco principales causas de mortalidad entre los 15 y 19 años. El fenómeno suicida ha sufrido un aumento desde los años 50’ en EE.UU. y Europa en jóvenes-adultos y en población adolescente.

La prevalencia del intento de suicidio es más difícil de conocer. En general se acepta que los intentos son 10 a 50 veces más numerosos que los suicidios. Una revisión sistemática internacional concluye que 29,9% de adolescentes ha tenido ideas suicidas en algún momento de su vida y 9,7% y 6,8% han atentado contra sí mismos alguna vez en la vida o en los últimos 12 meses, respectivamente. En relación a los datos biodemográficos hay un predominio de suicidios e intentos de suicidios en sexo femenino, con un incremento a temprana edad, entre los 16 y 18 años.

En cuanto a las desventajas socioeconómicas, éstas muestran escasa evidencia de asociación al intento suicida. Lo que sí se observa es que los adolescentes que intentan quitarse la vida provienen de familias más disfuncionales en comparación con adolescentes controles. La mayoría de los niños y adolescentes con conducta suicida presenta algún tipo de psicopatología. Los trastornos más frecuentemente asociados, son trastornos del ánimo, principalmente la depresión, abuso de sustancias y conductas antisociales. La ansiedad, agregada a un cuadro clínico de ideación suicida, más bien cumple un rol amplificador en el desarrollo y/o la mantención de la ideación suicida que un factor de riesgo per se. La evidencia es clara en cuanto a que las adversidades familiares contribuyen a incrementar el riesgo suicida. Ausencia de calidez familiar, falta de comunicación con los padres y discordia familiar aparecen como los factores más frecuentemente asociados a la conducta suicida.

El riesgo de repetición del intento de suicidio en un intervalo corto de tiempo es particularmente alto en los jóvenes. Estudios de seguimiento de adolescentes que han realizado un intento de suicidio, muestran que 10% se suicida dentro de los 10 años siguientes. Solamente una cuarta parte concurre a la consulta médica porque creen no necesitar ayuda. En el caso de un intento de suicidio, la intervención en crisis aparece como una opción, especialmente por la numerosa demanda de atención y los escasos recursos de asistencia profesional existentes en nuestro medio para hacer frente a esta urgencia orgánica y mental, ya que este tipo de intervención ofrece la posibilidad de optimizar recursos económicos y profesionales . La conducta suicida es compleja y multicausal. 

Debe siempre considerarse una intervención de emergencia y hay una serie de otros aspectos a considerar en el proceso inicial, como definir los niveles de seguridad a los que debe someterse el paciente para su cuidado intrahospitalario, o las medidas de protección a considerar al definir la derivación a su casa, si no cumple con criterios de gravedad.

El autor es docente de Neurociencias de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD).

Por Rafael Emilio Bello Díaz

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