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23 de abril 2024
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OpiniónEnrique Aquino AcostaEnrique Aquino Acosta

Necesitamos más Liberación y Restauración como Nación

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A propósito de que  los dominicanos celebramos cada año las fiestas de Independencia y  de Restauración, me motivé a  escribir el presente artículo con la finalidad de evaluar cuáles problemas hemos  resuelto en materia laboral y de servicios y cuáles necesitamos  superar  todavía.

Se recuerda, que como resultado de un acuerdo, España cedió a Francia la parte Oeste de la Hispaniola en 1777 y la  isla se dividió  en dos partes: Santo Domingo Español, hoy, República Dominicana  y Saint Domingue, o Haití.

Santo Domingo Español  era más próspero que Saint Domingue en todo sentido y por eso, el gobierno haitiano  lo codiciaba y lo  ocupó desde el año 1822 hasta el año 1844, cuando se produjo la Independencia Nacional, dirigida por Juan Pablo Duarte,  bajo el lema “la  isla tiene que ser libre  e independiente de toda potencia  extranjera o se hunde”

Desde entonces, Duarte ha sido reconocido como el  más abnegado, desprendido y extraordinario patriota que ha tenido la nación dominicana, pues, nunca obtuvo ganancias políticas deshonestas.  Se limitó a  ejecutar su proyecto liberador con la cooperación desinteresada  de  otros centenares de  patriotas que se unieron a la causa de la Patria.

Por ello, quienes  conducen  y aspiran a dirigir los destinos del país, deben  imitar  la actitud que asumieron nuestros  héroes  nacionales,  quienes  no solo conocieron  y hablaron de los  problemas que afectaban a la  sociedad de su época, sino, que también los solucionaron.

¡Claro está! También hubo hombres  incrédulos, pesimistas, cobardes y traidores  a  la Patria, como fueron los casos de Buenaventura Báez y Pedro Santana. Ambos, consideraron inviable nuestra  independencia, porque creían que el gobierno haitiano iba a  invadirnos de nuevo y por esa razón, buscaron  protección extranjera.

Báez la solicitó al gobierno norteamericano, mientras Santana la buscó en España. Allí logró negociar y  anexar el territorio dominicano  a  ese país europeo, traicionando  así,  el ideal  patriótico de Duarte y sus  compañeros de lucha. Este vergonzoso hecho  interrumpió el proceso de desarrollo de nuestra independencia.

Por tanto, los restos de Santana no deberían estar en el Panteón Nacional,  al lado de los de Duarte y  los demás héroes nacionales. Deben ser  sacados  de allí para  quemarlos o lanzarlos a las azules aguas del Mar Caribe, tarea que compete  al  Gobierno  Dominicano  y a la Academia Dominicana de la Historia. Así que, ¡Mano a la obra!

Como era de esperarse, España volvió a dominar el territorio dominicano, producto de la oposición  y  traición de Santana a nuestra independencia.

No obstante,  la misma fue restablecida en el año 1863. ¿Por qué? Porque Dios  puso esfuerzo, ánimo y  valor en  el general Gregorio Luperón  y  en centenares  de patriotas de nuestro pueblo y  porque aquellos aguerridos hombres creyeron en los ideales  independentistas  que  les había sembrado Duarte en el corazón.

El factor espiritual y el ideal patriótico fueron factores determinantes  para que nuestros patriotas lucharan, sin temor y sin desmayo,  contra el ejército español y lo derrotaran vergonzosamente y lo expulsaran del  territorio dominicano. Además, dieron lugar a que conmemoremos, el 16 de agosto de cada año, la  Restauración de nuestra Independencia.

Aquella hazaña patriótica  debe mantenernos alertas ante el peligro que representa la masiva migración haitiana hacia nuestro país, la cual, debe  controlarse mejor y detenerla. De lo contrario, nos van a coger asando batatas, otra vez, pues, camarón que se duerme…

Hay un asunto importante, que se debe valorar y es que nuestros  héroes  no solo conocían  y hablaban de los problemas que afectaban  a la sociedad de su época: ellos los solucionaron con determinación y decisión. Por tanto, sería bueno investigar ¿Cuáles de nuestros gobernantes han imitado  esa actitud?

Y, por si todo eso fuera poco, nuestros héroes nacionales  derramaron  su sangre y ofrendaron  sus vidas a cambio de la libertad, independencia  y  democracia  política, económica, social  y cultural, que con altas y bajas, venimos disfrutando los dominicanos. Su heroísmo quedó demostrado durante las gestas patrióticas de la Independencia,  en 1844, de la Restauración, en 1863 y de la Vuelta a la Constitución, en 1965.

Ante tanto sacrificio, estamos llamados a valorar las cosas  positivas que  se  hemos logrado, desde entonces hasta ahora y abandonar ese pesimismo  ancestral que nos  caracteriza y en lugar de ello, pedir a Dios más inteligencia  y sabiduría  para enfrentar nuestros problemas.

También necesitamos pedir a Dios, que nuestros gobernantes presentes y futuros, administren  con transparencia y honestidad los recursos  que el pueblo pone  en sus manos. Solo así podremos apostar  al  bienestar  que necesitamos  y  obtenerlo.

Por todo ello, necesitamos  profundizar  y  ampliar el desarrollo del país, mediante la creación de más y mejores oportunidades  de trabajo  y  servicios  de  salud, educación,  vivienda, transporte y seguridad de más calidad. Este último servicio es urgente. La ciudadanía lo necesita y si  no se ofrece, seguiremos cosechando  los frutos amargos que conocemos. ¡Necesitamos más liberación y  restauración como nación!

Por último, no puedo dejar de referirme a la misión que Jesucristo  asignó a su Iglesia: “ir  por todo el mundo  a  predicar el evangelio a toda criatura”(Marcos 16:15-18) La iglesia tiene que cumplir esa  importante tarea, mediante la predicación del evangelio.

Hay que hacerlo  con las  personas que practican pecados  relacionados  con la lascivia (adulterio, fornicación, violaciones  sexuales, incesto y orgias) y con las que dicen mentira, estafan, son  idólatras y practican brujería, santería, adivinación  y  magia.

Además, la iglesia  tiene que predicar el evangelio a todas aquellas personas que viven envueltas en borracheras, celos, iras, contiendas, pleitos, envidia, homicidio, enemistades, disensiones  y otros pecados (Gálatas 5:19-21)

Dada la misión que Jesucristo asignó a  su iglesia  ¿Cuántos  de los que nos consideramos  hijos  de Dios  y  discípulos de Jesucristo, predicamos el  evangelio?  Parecería, que hemos olvidado que las  almas son del Señor y que EL no quiere que se pierda ninguna de ellas (Ezequiel 18:4 y Lucas 19:10)  Incluso, deberíamos  entender que las personas se  arrepienten  y salvan su alma, solo si  se  les predica la verdad  del evangelio (Juan 8:31-32)

Otra misión, no menos importante, que tiene que cumplir la Iglesia del Señor, es ayudar a restaurar  la vida de aquellas  personas,  que habiendo dado señales  de arrepentimiento, han  caído nuevamente en  las garras del pecado, casos que ocurren, generalmente,  por descuido espiritual de la persona  o  porque el pastor de la iglesia  y demás líderes, no dan suficiente seguimiento espiritual al nuevo creyente.

Otros deberes irrenunciables de la Iglesia  del Señor son: obedecer la Palabra de Dios (La Biblia) en todo tiempo y lugar, ayudar a las personas a liberarse  del pecado para que tengan amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, templanza y mansedumbre (Gálatas 5:22-23)

Por último, la  iglesia del Señor  debe liberarse y restaurarse ella misma, para que pueda  ayudar a restaurar a las personas que se han descarriado de los caminos del Señor, promover la unidad  y santidad en  la familia y el resto de la sociedad  y  conservarse limpia, santa y sin mancha ante el mundo, hasta que se produzca la Segunda Venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Efesios1:4; Hebreos 12:10; 1 Juan 2:28 y Apocalipsis 3:3).

 

Por: Enrique Aquino Acosta

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