A propósito de que los dominicanos celebramos cada año las fiestas de Independencia y de Restauración, me motivé a escribir el presente artículo con la finalidad de evaluar cuáles problemas hemos resuelto en materia laboral y de servicios y cuáles necesitamos superar todavía.
Se recuerda, que como resultado de un acuerdo, España cedió a Francia la parte Oeste de la Hispaniola en 1777 y la isla se dividió en dos partes: Santo Domingo Español, hoy, República Dominicana y Saint Domingue, o Haití.
Santo Domingo Español era más próspero que Saint Domingue en todo sentido y por eso, el gobierno haitiano lo codiciaba y lo ocupó desde el año 1822 hasta el año 1844, cuando se produjo la Independencia Nacional, dirigida por Juan Pablo Duarte, bajo el lema “la isla tiene que ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde”
Desde entonces, Duarte ha sido reconocido como el más abnegado, desprendido y extraordinario patriota que ha tenido la nación dominicana, pues, nunca obtuvo ganancias políticas deshonestas. Se limitó a ejecutar su proyecto liberador con la cooperación desinteresada de otros centenares de patriotas que se unieron a la causa de la Patria.
Por ello, quienes conducen y aspiran a dirigir los destinos del país, deben imitar la actitud que asumieron nuestros héroes nacionales, quienes no solo conocieron y hablaron de los problemas que afectaban a la sociedad de su época, sino, que también los solucionaron.
¡Claro está! También hubo hombres incrédulos, pesimistas, cobardes y traidores a la Patria, como fueron los casos de Buenaventura Báez y Pedro Santana. Ambos, consideraron inviable nuestra independencia, porque creían que el gobierno haitiano iba a invadirnos de nuevo y por esa razón, buscaron protección extranjera.
Báez la solicitó al gobierno norteamericano, mientras Santana la buscó en España. Allí logró negociar y anexar el territorio dominicano a ese país europeo, traicionando así, el ideal patriótico de Duarte y sus compañeros de lucha. Este vergonzoso hecho interrumpió el proceso de desarrollo de nuestra independencia.
Por tanto, los restos de Santana no deberían estar en el Panteón Nacional, al lado de los de Duarte y los demás héroes nacionales. Deben ser sacados de allí para quemarlos o lanzarlos a las azules aguas del Mar Caribe, tarea que compete al Gobierno Dominicano y a la Academia Dominicana de la Historia. Así que, ¡Mano a la obra!
Como era de esperarse, España volvió a dominar el territorio dominicano, producto de la oposición y traición de Santana a nuestra independencia.
No obstante, la misma fue restablecida en el año 1863. ¿Por qué? Porque Dios puso esfuerzo, ánimo y valor en el general Gregorio Luperón y en centenares de patriotas de nuestro pueblo y porque aquellos aguerridos hombres creyeron en los ideales independentistas que les había sembrado Duarte en el corazón.
El factor espiritual y el ideal patriótico fueron factores determinantes para que nuestros patriotas lucharan, sin temor y sin desmayo, contra el ejército español y lo derrotaran vergonzosamente y lo expulsaran del territorio dominicano. Además, dieron lugar a que conmemoremos, el 16 de agosto de cada año, la Restauración de nuestra Independencia.
Aquella hazaña patriótica debe mantenernos alertas ante el peligro que representa la masiva migración haitiana hacia nuestro país, la cual, debe controlarse mejor y detenerla. De lo contrario, nos van a coger asando batatas, otra vez, pues, camarón que se duerme…
Hay un asunto importante, que se debe valorar y es que nuestros héroes no solo conocían y hablaban de los problemas que afectaban a la sociedad de su época: ellos los solucionaron con determinación y decisión. Por tanto, sería bueno investigar ¿Cuáles de nuestros gobernantes han imitado esa actitud?
Y, por si todo eso fuera poco, nuestros héroes nacionales derramaron su sangre y ofrendaron sus vidas a cambio de la libertad, independencia y democracia política, económica, social y cultural, que con altas y bajas, venimos disfrutando los dominicanos. Su heroísmo quedó demostrado durante las gestas patrióticas de la Independencia, en 1844, de la Restauración, en 1863 y de la Vuelta a la Constitución, en 1965.
Ante tanto sacrificio, estamos llamados a valorar las cosas positivas que se hemos logrado, desde entonces hasta ahora y abandonar ese pesimismo ancestral que nos caracteriza y en lugar de ello, pedir a Dios más inteligencia y sabiduría para enfrentar nuestros problemas.
También necesitamos pedir a Dios, que nuestros gobernantes presentes y futuros, administren con transparencia y honestidad los recursos que el pueblo pone en sus manos. Solo así podremos apostar al bienestar que necesitamos y obtenerlo.
Por todo ello, necesitamos profundizar y ampliar el desarrollo del país, mediante la creación de más y mejores oportunidades de trabajo y servicios de salud, educación, vivienda, transporte y seguridad de más calidad. Este último servicio es urgente. La ciudadanía lo necesita y si no se ofrece, seguiremos cosechando los frutos amargos que conocemos. ¡Necesitamos más liberación y restauración como nación!
Por último, no puedo dejar de referirme a la misión que Jesucristo asignó a su Iglesia: “ir por todo el mundo a predicar el evangelio a toda criatura”(Marcos 16:15-18) La iglesia tiene que cumplir esa importante tarea, mediante la predicación del evangelio.
Hay que hacerlo con las personas que practican pecados relacionados con la lascivia (adulterio, fornicación, violaciones sexuales, incesto y orgias) y con las que dicen mentira, estafan, son idólatras y practican brujería, santería, adivinación y magia.
Además, la iglesia tiene que predicar el evangelio a todas aquellas personas que viven envueltas en borracheras, celos, iras, contiendas, pleitos, envidia, homicidio, enemistades, disensiones y otros pecados (Gálatas 5:19-21)
Dada la misión que Jesucristo asignó a su iglesia ¿Cuántos de los que nos consideramos hijos de Dios y discípulos de Jesucristo, predicamos el evangelio? Parecería, que hemos olvidado que las almas son del Señor y que EL no quiere que se pierda ninguna de ellas (Ezequiel 18:4 y Lucas 19:10) Incluso, deberíamos entender que las personas se arrepienten y salvan su alma, solo si se les predica la verdad del evangelio (Juan 8:31-32)
Otra misión, no menos importante, que tiene que cumplir la Iglesia del Señor, es ayudar a restaurar la vida de aquellas personas, que habiendo dado señales de arrepentimiento, han caído nuevamente en las garras del pecado, casos que ocurren, generalmente, por descuido espiritual de la persona o porque el pastor de la iglesia y demás líderes, no dan suficiente seguimiento espiritual al nuevo creyente.
Otros deberes irrenunciables de la Iglesia del Señor son: obedecer la Palabra de Dios (La Biblia) en todo tiempo y lugar, ayudar a las personas a liberarse del pecado para que tengan amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, templanza y mansedumbre (Gálatas 5:22-23)
Por último, la iglesia del Señor debe liberarse y restaurarse ella misma, para que pueda ayudar a restaurar a las personas que se han descarriado de los caminos del Señor, promover la unidad y santidad en la familia y el resto de la sociedad y conservarse limpia, santa y sin mancha ante el mundo, hasta que se produzca la Segunda Venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Efesios1:4; Hebreos 12:10; 1 Juan 2:28 y Apocalipsis 3:3).
Por: Enrique Aquino Acosta