Es necesaria una vinculación entre las necesidades de la población y la autoridad política “que representan al pueblo” en las distintas demarcaciones provinciales y regionales. En esa vinculación (la que ha de ser democrática), esas necesidades y aspiraciones de las personas y comunidades se deben tornar viables y prácticas, alejadas de una burocracia pesada. Solo así podrán satisfacer las aspiraciones de cercanía, para ir en búsqueda integrada de progreso y desarrollo. Es una forma de transformar la praxis para ir convirtiendo los procesos situaciones de la nación, en respuestas positivas a las manifiestas ansias de avance social, político y económico que tienen los ciudadanos dominicanos.
Uno de esos problemas son el ausentismo escolar y el analfabetismo en un considerable núcleo de jóvenes y adultos. Esta acción política y social que vincula a la escuela y a la vida cotidiana de la comunidad puede ayudar a proyectos como PREPARA en el rescate de los jóvenes y adultos que se quedaron rezagados de la escolaridad. Es una acción de colaboración contribuiría a evitar el estacionamiento de actitudes apáticas en los ciudadanos y en los servidores públicos, de actitudes de indiferencia e indiferencia de algunos sectores de la comunidad, para efectuar la integración efectiva hacia un proceso dinámico, que motive y active a los rezagados.
Es preciso reforzar el sentido de pertenencia en los servidores públicos, porque la conciencia de ser parte de un todo social y ser parte de una comunidad escolar, es sine qua non para el proceso cualitativo que debe vivir la escuela hoy. En ese sentido, hay que trabajar en aras de una visión que conduzca a los entes sociales hacia el conocimiento de que, para pertenecer a una comunidad, no basta que un grupo de personas vivan en el mismo sitio, sino que es necesario que convivan y desarrollen lazos que le permitan resolver conflictos que se crean entre los vecinos y con otros grupos sociales.
El sentido de pertenencia se demuestra cuando las personas mantienen una participación activa para atender problemas y necesidades comunes, se trata de compartir, socializar y disfrutar juntos de los procesos sociales de transformación (y eso se logra con mayor efectividad), a través de la acción vinculante de la participación comunitaria, la que debe ser interna, asociativa y común.
Construir ciudadanía en torno al área que compete a la educación para jóvenes, y adultos con visión de comunidad, debe ser una prioridad asumida por el Ministerio de Educación de la República Dominicana. Esto bebería ser así, porque la educación debe ser entendida como proyecto social para la relación Estado-organizaciones sociales, como vía confiable de progreso social y afianzamiento perdurable de la paz y la vida democrática.
La escuela no es solo entidad para ensenar y aprender, como agente socializador ella (bien direccionada desde políticas y acciones estatales), representa un espacio privilegiado de procesos no solo de la educación formal, ella debe estar en condición de disponer aprendizajes que contribuyan a desarrollar, en primer lugar, a su personal interno, en segundo lugar, contribuir objetiva y socialmente con la socialización de los sujetos que se vinculen a ella a través de una interacción dirigida a cambiar actitudes que se consideran negativas, por aquellas que se consideran positivas. La escuela bien llevada desde la gestión para servir, consigue muchos objetivos colaterales que pueden ser medidos y valorados desde la puesta en marcha de políticas de Estado.
En las sociedades contemporáneas se asume la educación como un derecho humano y se reconoce como requisito fundamental en la construcción de la democracia, la que debe ser asumida como cultura de vida, no solo de discurso teórico. El trio escuela, familia y comunidad, hace viable el sustento de un estado de derecho que sea capaz de lograr equidad en la igualdad, como principio olvidado de la doctrina democrática.
Los dirigentes de los partidos políticos se han olvidado que las políticas públicas en el contexto escolar, legitiman las acciones de los gobiernos.
El contexto social dominicano de hoy plantea, que las instituciones educativas deben ser vistas como organizaciones sociales y que, en ese sentido, tienen la necesidad de reflexionar en doble vía acerca de la definición de acciones tendentes a una delimitación concreta del ámbito las políticas públicas, desde lo social y lo educativo-formativo. Pero, debe entenderlas como cuestiones que concretizan el desarrollo humano integral, porque son el resultado de un proceso de apropiación y participación de los actores y sectores sociales que protagonizan el progreso o el estancamiento.
Hemos avanzado demasiado lento en las cuestiones cualitativas de la democracia, pero, la sociedad esta en condiciones de discutir sus puntos de vista para que se tomen en cuenta sus intereses. En este punto, debemos enfatizar que este proceso integrador debe hacerse para que sea comprendido por los actores participantes y transparentado más allá de las páginas webs, haciendo participes a los actores legítimos, como forma de comprometerlos social y jurídicamente.
No se puede lograr desarrollo educativo pertinente sin incorporar las dimensiones sociales (PREPARA o Educación de Adultos), y las dimensiones socioculturales a ese desarrollo.
Quiero que sepan, que para llegar estas opiniones hemos tomados en cuenta las variables “Relación escuela comunidad” y al “empoderamiento de los actores”, a través de la responsabilidad y el compromiso. De igual forma, hemos tomado en cuenta a las variables “participación e involucramiento” de los ya enumerados “actores” y “los distintos sectores organizados”, como una forma de hacerles partícipes y compromisarios en el cumplimiento de las metas y como monitores de los avances hacia la consecución de los objetivos que se planteen para lograr en sus territorios, la erradicación del analfabetismo y el rescate de los jóvenes que han desertado de los centros educativos.
Hemos realizado investigaciones a través de nuestros alumnos en distintas asignaturas y maestrías, para darnos cuenta de que no podemos olvidar el sentido de pertenencia vinculado al “arraigo y desarraigo social y cultural”, así como un “currículo heterogéneo”, ya que el “currículo homogéneo” no incorpora la diversidad del contexto local.
Nos hemos dado cuenta, de que tampoco podemos olvidarnos de trabajar una verdadera y permanente “toma de conciencia” acerca de: “saben o no saben lo que quieren”, como individuos particulares y como comunidad. Es importante averiguar si tienen claro “que saben hacia dónde se dirigen con sus actitudes” o “para qué les sirve la escuela”.
Hemos descubierto, que hay que convencer a la comunidad de que la educación es un proyecto social en el cual sus hijos van a superar obstáculos en todos los sentidos de la vida, no solo económicos.
Hay que hablar con las familias para hacerles comprender, que sin un proyecto de vida funcionando en procesos de alcanzar metas (entre ellas lograr ser bachilleres), a ellos y a sus hijos se les hará muy difícil superar las problemáticas que aparecerán en sus caminos. Estas problemáticas se presentan y van retando a las personas en sus competencias, sus habilidades y sus destrezas. La vida sin practicar el pensamiento, sin poner en práctica saberes, se vuelve difícil y si no hemos experimentado un crecimiento humano integral de lo material, lo espiritual, lo sociológico y psicológico, el mundo se vuelve cruel.
Solo la escolaridad y el proceso de concienciación que ella conlleva a través de la interacción áulica y social (esa dinámica que propicia la escuela como agente socializador), puede ayudar al ciudadano a vivir una vida mejor. Es que ese proceso de cambio cualitativo representa un espacio privilegiado de acciones educativas formales, que van disponiendo condiciones en forma metódica y sistémica, para la realización de aprendizajes que contribuirán en el desarrollo personal y social de los sujetos.
En las sociedades contemporáneas se asume a la educación como un derecho humano y se reconoce como requisito fundamental en la construcción de la democracia y en la viabilidad de sustentar un estado de derecho. Se trata de que la educación formal e informal, es una forma de libertad concisa y perdurable, que solo se pierde con la muerte.
Por esa razón y las anteriores, la comunidad debe hacer conciencia de lo que acabamos de esbozar en estos breves párrafos, pero hace falta un nivel de liderazgo, que sea capaz de reconocer el poder que envuelve ese proceso de cambio (que ha de asumir estas necesidades educativas para vincularla con el progreso de la democracia), frente a los retos del futuro nacional.
Por: Francisco Cruz Pascual.
