El panorama de la televisión en el territorio nacional llama a una reflexión urgente por aquello de que los pueblos tienen lo que merecen.
Los comunicadores, periodistas y programas de nivel se ven cada vez más reducidos por las razones más irrisorias, ya que los principales grupos económicos concentran peligrosamente el grueso de medios, y en reiteradas ocasiones nos recuerdan que solo protegen su negocio, dejando de lado su derecho y deber de ser también portavoces de la realidad social con miras a impactar en el camino a soluciones.
Si cambiamos canales, veremos que la apuesta no puede ser más deplorable con animadores y talentos que con su presencia y manejo ante la cámara lo único que hacen es validar un sistema de antivalores que penetra hasta el tuétano de nuestra patria, junto con enlatados cargados de mensajes contradictorios con lo que deberían ser las buenas costumbres, perdiendo siempre la audiencia.
Con los hechos sucedidos en las últimas semanas, ante la repulsión del público en general manifestada a través de las redes sociales, entendemos que no todo está perdido y que sea diaria o semanalmente, por UHF o YouTube, podremos apostar a más de un Milagro.
Por Vilma Yolanda Batista