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29 de diciembre 2025
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OpiniónJoan FelizJoan Feliz

Miches en 2025 dejó de prometer y empezó a cumplirse

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En uno de mis últimos viajes de trabajo del año me tocó visitar Miches. Fue una grata experiencia. No solo por su entorno natural, sino por la sensación clara de estar frente a un destino que ya no se cuenta en futuro, sino que empieza a vivirse en presente. Miches no se siente como un proyecto en carpeta; se siente como un territorio que comenzó a tomar forma real, con ritmo propio y con decisiones visibles.

Durante 2023 y 2024, Miches fue un nombre recurrente en las conversaciones del sector turístico e inmobiliario. Mucho potencial, muchas expectativas, pero todavía pocas señales contundentes de ejecución. Para la comunidad, el desarrollo se percibía lejano; para el mercado, seguía siendo una apuesta en construcción. Era el típico destino que “iba a despegar”, pero que aún no terminaba de hacerlo.

El 2025 cambió ese relato. No por anuncios grandilocuentes ni por campañas de marketing, sino porque el desarrollo comenzó a sentirse en el territorio. Hay movimiento económico, empleo directo e indirecto, presencia turística real y, sobre todo, una narrativa más madura. Miches dejó de hablar de lo que será y empezó a mostrar lo que ya es.

Un contexto país que empuja el cambio

El salto de Miches no ocurre en el vacío. Se da en un momento clave para la República Dominicana. El país cerró 2024 con más de 10 millones de visitantes, una cifra histórica que consolidó al turismo como uno de los principales motores económicos nacionales. Para 2025, las proyecciones superan los 11 millones de turistas, con un crecimiento sostenido tanto en llegadas aéreas como marítimas.

Este crecimiento obliga a algo que durante años se postergó: diversificar la oferta turística. Los polos tradicionales —Punta Cana, Bávaro, Puerto Plata— siguen siendo fundamentales, pero la presión sobre infraestructura, servicios y territorio hace necesario desarrollar nuevos destinos con identidad propia y capacidad de absorción.

Miches aparece ahí como una respuesta natural: costa virgen, baja densidad, alto valor paisajístico y un margen de crecimiento que otros destinos ya no tienen. No como sustituto de los polos consolidados, sino como complemento estratégico.

Infraestructura: la base silenciosa del desarrollo

Uno de los cambios menos visibles, pero más determinantes, ha sido la mejora progresiva de la infraestructura. El acceso vial, la conectividad regional, el fortalecimiento de servicios básicos y la planificación territorial han ido creando las condiciones para que el desarrollo turístico sea viable y sostenible.

Sin infraestructura no hay destino, y Miches comenzó a resolver esa ecuación. El desarrollo ya no se sostiene únicamente en la belleza natural, sino en la capacidad real de recibir visitantes, mover mercancías, garantizar servicios y conectar el territorio con el resto del país.

Ese avance explica por qué el destino empezó a atraer inversión más seria y de mayor plazo. La infraestructura no genera titulares, pero genera confianza.

Maralda y Living the Noom: planificación antes que velocidad

Uno de los elementos que mejor explica el salto de Miches es la evolución de Maralda y su propuesta Living the Noom. Maralda no es solo un proyecto; es una visión de destino pensada desde la baja densidad, el respeto al entorno natural y la planificación a largo plazo.

En un país donde muchos desarrollos crecieron rápido y luego tuvieron que corregirse, Maralda plantea el camino inverso: ordenar primero, crecer después. Living the Noom refuerza esa lógica, apostando no solo al visitante ocasional, sino a personas que quieren permanecer, regresar, invertir y formar parte del territorio.

Esa diferencia es clave. Los destinos que se sostienen no son los que venden más rápido, sino los que crean comunidad.Detrás de esta visión está la Familia Nader, precursores y propietarios de

Maralda. Su impacto en Miches ha ido más allá del desarrollo inmobiliario: empleo local, integración de suplidores de la zona, apoyo directo a iniciativas comunitarias y una relación cercana con la gente del pueblo. Cuando el desarrollo se integra al territorio y no se impone, el destino gana legitimidad social y estabilidad.

El rol de los desarrolladores: cuando el destino es la gente

El avance de Miches en 2025 no responde a un solo actor ni a una sola inversión. Ha sido clave la visión compartida de distintos desarrolladores que entendieron que el crecimiento del destino debía ir acompañado del bienestar de su comunidad.

En ese contexto, el rol de familias con larga trayectoria en el turismo dominicano, como la Familia Rainieri, ha sido determinante. Su presencia envía un mensaje claro al mercado: cuando actores con experiencia, conocimiento del sector y visión de largo plazo apuestan por un destino, lo hacen porque ven fundamentos reales, no modas pasajeras.

Pero más importante aún ha sido el enfoque en acciones concretas. Inversión acompañada de apoyo social, infraestructura, formación y oportunidades reales para la gente del territorio. Ahí también destaca la participación de Papo Blanco y otros desarrolladores que han entendido que el éxito de Miches no se mide solo en metros construidos, sino en impacto positivo y sostenible en la comunidad.

Ese tipo de compromiso marca la diferencia entre un destino que crece rápido y uno que crece bien.

Zemi: cuando el destino entra en operación real

A esa visión de largo plazo se suma la operación. La presencia de Zemi Miches Punta Cana All-Inclusive Resort marca un antes y un después para el destino. Un hotel all-inclusive de marca internacional operando en Miches valida al territorio y eleva su estándar.

Zemi introduce volumen turístico, genera cientos de empleos directos e indirectos y coloca a Miches en el radar del turista internacional. Más allá del alojamiento, confirma algo fundamental: el destino tiene capacidad operativa para sostener experiencias de primer nivel.

La operación hotelera cambia la dinámica económica local: proveedores, transporte, servicios, comercio y empleo comienzan a girar alrededor de una actividad turística constante, no eventual.

Comunidad: el verdadero termómetro del desarrollo

Uno de los cambios más relevantes de 2025 es cómo el desarrollo empieza a sentirse en la comunidad. El turismo dejó de ser una promesa lejana y comenzó a traducirse en oportunidades reales. Empleo, dinamización económica, formación y mayor integración del pueblo a la cadena de valor turística.

Cuando la gente del territorio empieza a verse reflejada en el desarrollo, el destino deja de ser frágil. La aceptación social no se compra; se construye. Y Miches empezó a construirla.

2026: consolidación y mercado latino

Si 2025 fue el año del salto, el 2026 se perfila como el año de la consolidación. El mercado latino tendrá un rol protagónico. Un inversionista y turista más informado, más exigente y con mayor interés en destinos que combinen naturaleza, calidad de vida y oportunidad de crecimiento.

Miches ofrece esa combinación: planificación, operación hotelera real, margen de crecimiento y una identidad aún intacta. El latino no solo llega a vacacionar; llega a invertir, a regresar, a establecer vínculos. Y eso multiplica el impacto económico y social del destino.

De promesa a destino

Lo más importante de Miches en 2025 no es una obra específica, sino el cambio de estatus. Ya no se discute si el destino es viable. La conversación gira en torno a cómo crecer bien, cómo sostener el equilibrio y cómo convertir este momento en una historia de largo plazo.

Miches dejó de ser un proyecto del que se hablaba. Empezó a ser un destino que se vive.


Por Joan Feliz

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