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24 de diciembre 2025
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OpiniónJulián PadillaJulián Padilla

Más que elecciones y consejo de Estado

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Existe una creencia de que con la celebración de elecciones en Haití, el problema socio, político, económico quedará resuelto.

Si nos quedamos solamente en la parte política, pués no tiene sentido ir a dirigir la orquesta y también tocar todos los instrumentos, más que elegir un primer ministro o presidente, ese país necesita un consejo de estado.

Es decir un grupo de personas que se han mantenido en pugna y que luego de crear y profundizar la crisis vigente, de alguna manera se responsabilicen por hacer cambiar el estatus quo en aquel país.

Al parecer estos líderes de grupos antagónicos, ya tienen una cultura arraigada para la creación de violencia, cuando las cosas no salen de la forma deseada.

No sabemos si en el fondo, los interese envueltos no implican el logro de una correcta institucionalidad en Haití y los esfuerzos que se realizan persiguen lo contrario.

Se percibe que la comunidad internacional, o los países amigos de Haití, tienen una meta distinta a la que debería interesarle al pueblo haitiano. Pues luce ser, que cualquier presidente que surja de una elecciones allí, tendrá que vivir con las mismas amenazas y hasta saltar del puesto en poco tiempo.

La rebelión en el pueblo haitiano es el pan nuestro de cada día. Y cocinar un almuerzo que sea provechoso para todos sin el concurso de todos, no parece que traiga los mejores resultados.

Ahora surge un nuevo país africano que dice estar dispuesto a enviar 2000 policías para la fuerza multinacional que llegando a Haití con los fines de lograr su estabilización.

La fuerza prometida por la ONU primero asumida por Kenia nunca llego, y el tribunal supremo de ese país ha mantenido firme su posición de no autorizar el envío de tropas a Haití, por entender de que se trata una violación constitucional.

Colaborar con Haití en el montaje de unas elecciones es definitivamente parte de la solución, pero sin que se tenga primero un acuerdo real, honesto y serio por parte de la clase política y empresarial del vecino país, no se lograra alguna decisión que favorezca la estabilidad para el desarrollo de un escenario esperanzador para todas las partes envueltas.

El pueblo haitiano ha sufrido tiranías, dictaduras, golpes de estados, magnicidios, terremotos, saqueos de sus recursos naturales que ni Colon en sus buenas, una violencia incontrolable, imparable y el peor de los terremotos, ha desarrollado una incapacidad en sus líderes políticos que pensar solamente en el interés nacional y deponer sus ambiciones personales.

Varios presidentes latinoamericanos y del Caribe, se han sumado a un discurso que da un sentido de urgencia, para la colaboración definitiva y ágil al pueblo haitiano.

Volvemos al mismo discurso de Gandhi que mencionábamos recientemente cuando decía: que no iba a colaborar con la independencia de la su país, si esto significaba, dejar de ser esclavos de los ingleses para convertirse en esclavos de los políticos.

Al parecer, este es el tipo de esclavitud que rige la isla la hispaniola. En dominicana un sistema de partidos ya malgastado y eminentemente corrupto, pero aun contando con un sabor institucional y un orden relativo en la sociedad. Y en Haití, un gran desorden generalizado, con una esclavitud imperante dominada por la impredecible violencia y que ha destruido el orden y la institucionalidad en esa parte de la isla.

Personalmente creemos, que el arribo de tropas a Haití, tendrán un primer ciclo de aparente calma, pero con una explosión que no se hará esperar, al primer movimiento que hagan, los que para una parte de la población serán invasores. Y volverá una violencia donde se sumaran muchos que nunca han estado operando junto a las bandas, porque el sentimiento patriótico tan necesitado por los haitianos, se reforzará, y este intento de colaboración se convertirá en una nueva pesadilla para Haití, con efectos inmediatos para la República Dominicana.

A nuestro país le asecha una gran tragedia y la mayor presión internacional jamás recibida, pero a la vez, contando con una dirección estratégica militar, que si no hace una solida defensa de la frontera, permitirá el ingreso masivo de una multitud de haitianos que huyendo de la crisis creada, buscaran “refugio” en la República Dominicana.

Todo este tema en Haití, por los intereses siempre denunciados desde que lo hiciera por primera vez Balaguer, al oponerse a los campos de refugiados locales y a la fusión de la isla, parece un plan que incluye estos temas que se viven y que hoy comentamos.

Al parecer, mentes perversas y traidoras, tanto del lado dominicano como del lado haitiano, han llevado a cabo la creación del caos operante en Haití, que necesariamente dará como resultado la “huida por sobrevivencia” hacia la República Dominicana y la presión de todo el mundo o la compra masiva de conciencias, o prebendas o chantajes internacionales para el país, de forma tal, que por apego a los derechos humanos, se acojan todos estos vecinos por razones humanitarias.

Nuestro país tiene suficiente, con los terremotos institucionales que causan los gobiernos de turno a su paso misterioso por las arcas públicas. Cada nación debe responsabilizarse de sus asuntos y de su progreso, sin perjudicar otras naciones con su accionar político.

Por esta visión que no es de una serie de Netflix, hemos mantenido nuestra posición del cierre permanente de la frontera, de exportaciones en buques con una consolidación previa de cargas, de no opinar en foros internacionales y jamás solicitar o insistir en una invasión para aquel país, sobre todo, por el autor espeto que deberíamos tener a nuestra propia historia de lucha contra los invasores.

Ojala que los pronósticos que mostraron los miembros del congreso norteamericano por el lado de los demócratas hace un par de meses, oponiéndose al envío de tropas, no se haga una realidad. Y que el resultado de esta cariñosa visita, no sea la piedra de tropiezo para mucho más violencia en Haití y una repercusión nociva de este lado de la isla, con la invasión de hipotéticos refugiados hacia la República Dominicana.

Pero situándonos en el interés exclusivamente haitiano, cabe la posibilidad de que tenga un sentido de mayor estabilidad, la existencia de un consejo de estado o gobierno compartido, con una representación mínima del poder político y factico, para así permitirse primero recuperar terreno institucional y luego arribar a unas elecciones decidas por el mismo pueblo haitiano.

Este gobierno de transición, podría fungir como amortiguador, ya que los principales intereses estarían siendo responsables del éxito del proyecto y dejarían de estar moviendo los hilos para provocar toda la violencia que se vive en el país.

Para lograr esto, será necesaria la realización de un gran pacto político en Haití entre sus miembros e intereses en pugna, de forma tal que el resultado traiga un acercamiento al éxito deseado por todos.

Por Julián Padilla

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