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24 de diciembre 2025
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OpiniónJuan Manuel Morel PérezJuan Manuel Morel Pérez

Maestro de la vida y de la estrategia

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Escribir sobre un amigo es una obligación a la parcialización. En el caso de Radhamés García González, maestro, consejero y hermano, la imparcialidad se suspende para dar paso a la gratitud y al reconocimiento. Su trayectoria no es solo la de un educador, sino la de un estratega y pedagogo social que ha convertido la enseñanza en arma de mejorar la vida y en filosofía cotidiana de la prudencia.

Durante más de cuarenta años, Radhames ha dedicado su existencia a la enseñanza, no como oficio, sino como misión a una vocación, que no se limita a las paredes de la universidad: se expande, hacia los sectores vulnerabilizados, hacia los espacios donde la conciencia necesita ser despertada. De hecho cuenta la historia que una vez inventó la asignatura Realidad Dominicana como herramienta de concientización, utilizando la pedagogía como estímulo para los caminos hacia la dignidad y la institucionalidad, “el profe”, Ha mediado en conflictos, ha estado allí donde la conciencia es necesaria.

Recuerdo que, en las aulas de la UASD, los estudiantes, incluso inscritos en otras secciones, buscábamos sus clases como oyentes, atraídos por la claridad de su palabra y la profundidad de su pensamiento. Ese gesto revela que su enseñanza no era obligación, sino elección, y que su voz se convirtió en faro de generaciones.

Hablar del maestro Radhames García González es referirse a alguien que ha practicado el arte de la prudencia como virtud. Su enseñanza en este sentido se resume en una frase que se ha convertido en lema de vida: “administrar las palabras y el silencio”. Con ella nos recuerda que la palabra no debe ser derrochada y que el silencio, bien usado, puede ser más elocuente que cualquier discurso. Esa filosofía lo ha acompañado en las luchas democráticas, donde supo pasar de la protesta a la propuesta, de la rebeldía a la institucionalidad. Su timidez para pedir favores contrasta con la certeza de sus gestos: cuando actúa en busca de soluciones, lo hace con precisión y coherencia.

La amistad, para Radhames, es un compromiso eterno. Conservar vínculos de más de cuatro décadas no es casualidad, sino resultado de un empeño por conocer y cuidar a los suyos. Su vida demuestra que la verdadera riqueza no está en la acumulación material, sino en la permanencia de los afectos y en la fidelidad a los principios.

Más que un maestro estamos frente a un arquitecto de conciencia, un filósofo de la estrategia, un pedagogo de la vida. Su legado no se mide en títulos ni en cargos, sino en la transformación de quienes lo escuchan y lo acompañan. En tiempos donde la ambición y el espectáculo amenazan la sociedad y el interes general, su figura se levanta como proclamación de prudencia, solidaridad y dignidad.

Su nombre es enaltecer la educación como acto de libertad, la amistad como acto de permanencia y la vida como acto de conciencia. No hay nadie que conozca a Radhames García González que no quede marcado por su palabra, su silencio y su ejemplo.


Por Juan Manuel Morel Pérez*
*Abogado, Magister en Seguridad y Defensa Nacional, Especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional humanitario, doctorando en derecho Administrativo iberoamericano, Coordinador del Observatorio de Seguridad y Defensa-RD.
j.morelperez@gmail.com

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