El principal desafío que tiene la nación dominicana, es la suspensión y posterior derogación de dos leyes: la ley traidora y la ley del sátrapa.
Hemos denominado la ley traidora a la ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo y la ley del Sátrapa a la ley 1-24 del DNI. Parecería un esfuerzo opositor feroz a una intención vigente, de quienes concentran sus afanes en las denominadas reformas por un lado, y con ello dando cumplimiento a la Ley 1-12 y con la ayuda de la mordaza y la censura efectiva, que se concentra en la ley del DNI. La fórmula mágica se traduce en el siguiente axioma: “Coge lo tuyo y cállate”.
Lograr una concentración de los esfuerzos de las fuerzas vivas de la nación en bloquear la puesta en práctica de estas dos leyes funestas, echaran por tierra cualquier agenda traidora del interés nacional, el desarrollo de una verdadera democracia y la protección efectiva de la familia dominicana, sus valores y cultura tradicionales.
Es muy posible que los que se afanan desde el Gobierno en implementar todas las implicaciones de estos dos anatemas jurídicos, no vean la letalidad que implica el éxito en su implementación. Es también posible, que el espíritu que sostiene los esfuerzos que se hacen con la mayoría de los soldados que empujan la carreta, creyendo que con esto dan un buen servicio a la nación, no tengan visos de maldad auténtica en sus corazones y crean actuar sirviendo a la nación, cuando realmente sirven a dioses extraños.
Pero lo cierto es, que todos los caminos de ambas leyes vigentes conducen a lo mismo, a la destrucción de la soberanía nacional, la subyugación de las libertades ganadas con sangre y la destrucción del activo más preciado de cualquier sociedad, nuestros hijos y la familia.
Los esfuerzos que pueden verse en las redes sociales de personas bien intencionadas que dedican un tiempo serio y apasionado en sus mensajes cotidianos, para defender parte del pastel, no ataca las raíces del problema, ya que el mismo juramento trinitario debería estar por encima, del juramento que cada cuatro años hace el presidente de la república cuando toma posesión.
Esa primera parte del juramento de la toma de posesión, invita a una profunda reflexión, sobre todo, sin podemos llegar a la conclusión, de las falsedades y las trampas que sostiene, la plataforma jurídica de la nación. Una base diseñada desde sus raíces para el mal, viciada de falsedades, trucos y conveniencias, y dando apoyo sostenido, para que las mafias progresen, lo mal hecho sea la pauta y la norma en muchos sectores de la vida nacional.
Juro por mi honor (cual honor), cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes (cual constitución y cuales leyes).
Solamente situándonos aquí, podríamos dedicar páginas enteras, para demostrar con creces y sin lugar a dudas, que honorabilidad no existe y que ciertamente muchas de nuestras leyes comenzando por algunos puntos de la carta magna, deben ser modificados, para asegurar la existencia de una verdadera democracia en la nación dominicana.
De que honorabilidad podemos hablar, si en los últimos 25 años nos hemos aferrado a una brújula equivocada, bajo el nombre de una ley traidora como la denominada Estrategia Nacional de Desarrollo. Obligando al país sin el permiso del pueblo, a seguir un camino que le traiciona y le abusa consistentemente, pero que con la misma cumple los despropósitos de los intereses supranacionales y la maldición de la agenda 2030.
Como podemos pues exigir honorabilidad a un Congreso Nacional servil a las 30 monedas del mismo judas, cada vez que pasan iniciativas que de inmediato pasan a alimentar el odio de la gran mayoría de los dominicanos hacia la clase política, y hacia un sistema de partidos y una partidocracia mafiosa y depredadora.
Las luchas populares, al menos las que se proyectan en la redes, terminarán como han terminado otras ya conocidas, donde los interlocutores culminan su ciclo victorioso con una gran y final derrota: con un bozal puesto y las manos atadas, a cambio de un buen cargo público, y utilizados como vasallos en cualquier gestión de gobierno.
Es evidente que todos van claudicando uno a uno, vencidos por el cansancio que produce el desierto y el ostracismo y la necesidad imperiosa de sobrevivir, en una selva que castiga duramente a los que perseveran en seguir sus principios y en defender los sagrados intereses de la nación.
Pero también la comunicación efectiva esta abatida y dispersa, y es un interés supremo que sea así, de forma tal, que no surjan ecos o ruidos, donde la gente pueda hacer engrandecer la conciencia nacional, y se puedan producir los cambios que realmente necesita y desea la nación.
Mientras atacamos algunas ramas del problema, el tronco y las raíces se aferran a lo inamovible, pero seguimos de cumplidores sin cerrar las llaves que le llevan el suplemento a los captores, y sigue la depredación, la traición y el abuso de poder de bandidos que tal cual Duarte decía: nunca me fue tan necesario como hoy, el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria.
La traición a la patria no solo se da en las escuelas, en los hospitales y en la frontera, sino cuando seguimos alimentando a los enemigos de la patria, dándole lo que ellos quieren, cumplimiento dócil a sus exigencias.
Usar las redes sociales para el desahogo, las plataformas para eso mismo y para hacer el bulto de que somos patriotas, no resuelve el problema ni económico, ni de la justicia social, ni de la migración ilegal.
Pues mientras tanto seguimos alimentando al Leviatán que destruye la nación y que es representado por los gobernantes y políticos (del gobierno y de la supuesta oposición), paro ambos si juicio y sin corazón y comprometidos con intereses distintos al interés nacional.
El tiempo sigue pasando, las luchas dispersas también, pero en paralelo y aprovechando cualquier huequito, avanza la agenda maldita de destruir totalmente nuestra soberanía, nuestras libertades y a la familia dominicana.
Por Julián Padilla
