Que la realidad supera la ficción, no es una frase hecha. La infidelidad es tan antigua como la humanidad. Siempre han existido niños que no son de los “padres” biológicos. Los “Niños Cuco” siempre han estado ahí, aunque no se conocían por este nombre.
Hace poco tiempo, un exjuez de Estados Unidos, descubrió, después de 51 años de matrimonio, que ninguno de sus dos hijos eran suyos, biológicamente hablando. En muchas familias, en un pasado no muy lejano, era común que alguno de los hijos de familias extensas (10 hijos o más) no fuera del padre oficial. En países con muchas mezclas étnicas, como la República Dominicana, era difícil saber que alguno de los hijos no era hijo biológico del padre oficial hasta las pruebas de ADN. Siempre se podía argumentar, ante la duda, que se parecía a un tío o algún familiar lejano.
Aunque no se sabe con exactitud, se calcula que el porcentaje de hijos que no son de sus padres biológicos, se sitúa entorno al 2% de media a nivel mundial; como afirman investigadores del Laboratorio de Biodiversidad y Evolución Genómica de la Universidad de Lovaina (Bélgica). La opinión pública general, situaba el índice de falsa paternidad en torno al 10%, muy por encima de la tozuda realidad.
En las sociedades más avanzadas, el porcentaje de hijos no biológicos, es más bajo que en los países menos desarrollados. Esto se explica por la presión de las creencias religiosas y porque el adulterio se castiga más en las sociedades más tradicionales. Todavía, en pleno siglo XXI, existen países en los que el adulterio se considera delito. Países como Arabia Saudí, Sudán o Irán, por ejemplo.
La particularidad de este caso radica en que los dos supuestos hijos del ex juez son del mismo progenitor. La madre sabía que los hijos no eran suyos, y prefirió guardar el secreto. Al descubrir el desgraciado juez el engaño al que había estado sometido durante tantos años, colgó un video en las redes sociales, no se sabe si a modo de venganza o para avisar a navegantes ante la infidelidad de su esposa.
El sujeto se enteró de casualidad, al someterse a un examen de ADN que se realizó para intentar salvar la vida de un hermano. El video, que se hizo viral, está en X (antes Twitter) para los que quieran comprobar que no se trata de una “fake news”, sino de un caso real como la vida misma. Su Señoría, al descubrir la infidelidad y la desastrosa noticia, decidió pedirle el divorcio a su mujer.
Los hijos que ahora tienen 42 y 40 años, no tienen la culpa de lo que hicieran sus padres en el pasado, pero una noticia como esta ha trastocado los cimientos de la base familiar. El asunto parece sacado de una tragicomedia. El juez y sus dos “hijos” se sometieron a una prueba de ADN para intentar salvarle la vida a uno de sus tíos, que necesitaba, urgentemente, un trasplante de riñón. Se trata de una situación kafkiana.
¿Qué se puede sentir al descubrir que no eres el padre de los 2 hijos que has criado como tuyos? ¿En qué situación te deja como persona y cómo afrontar la relación con los hijos que no son tus hijos, y que al parecer no había un buen ambiente familiar? De la carta del resentido juez se nota que la relación con los hijos no era la mejor del mundo. Cito textualmente, “Lo único bueno de este asunto es que Yo sé que no es mi culpa que hayan dos idiotas más en este mundo”.
El hombre creía que los hijos habían heredado el carácter de su madre. Resulta irónico que los hijos siempre se hayan portado mal con él, como afirma el ex juez. Seguro que en alguna ocasión, cuando las cosas se ponían feas, le habrán soltado aquello de “¿seguro que eres mi padre?”. Lo que más le ha dolido al cornudo juez (el venao), es que él creía que la madre de los niños era el amor de su vida. No perdona que le haya engañado durante tantos años. Ahora cataloga a la mujer de ¨perra loca¨.
Este jubilado de más de 80 años, y que ahora no tiene nada que perder, está externalizando su rabia. Ahora afirma que les cerrará el grifo a sus dos ¨no hijos¨. Es decir, que no les dará más dinero, y seguramente, no los pondrá en la herencia. Los bastardos tendrán que conformarse con la ayuda que les ha hecho hasta el día del fatídico descubrimiento.
El hombre no era consciente de que vivía un triángulo amoroso peligroso formado por el marido, la mujer y el amante, durante muchos años. El resignado juez quiere recuperar los gastos asociados a la crianza de los hijos. El cazador, cazado. Historias similares las había visto en muchos de los juzgados, pero nunca imaginó que le podría ocurrir a él. El involuntario protagonista de esta historia alega que si ella se lo hubiera contado, probablemente la hubiera perdonado.
El último caso viral relacionado con los ¨niños cuco¨ se ha producido en España. El protagonista es un tal José Gutiérrez que afirma que se ha arruinado pagando una pensión alimenticia durante 8 largos años de un niño que no era suyo, cosa que sabía la madre desde el principio. Este hombre, octogenario en la actualidad, ha pagado un total de 30.000 euros. El hombre está estudiando con su abogado pedir al Estado una indemnización por daños y perjuicios, y que le devuelvan todo el dinero que se gastó en el niño. Conviene recordar que en muchos países no pagar la pensión alimenticia está castigada con pena de cárcel. ¿Qué harían ustedes en una situación similar?
En España, y en muchos países, el tema de la paternidad se está complicando, afectando de lleno a la natalidad. En Navarra (España), un tribunal ha decidido que un padre podría dejar de pagar la pensión a su hija porque esta no quiere verle por la manipulación de la madre y la protección de la madre por parte de las autoridades. El Tribunal Supremo español ha avalado que se pueda renunciar a la paternidad de un hijo no biológico cuando hay divorcio.
Conozco personalmente uno de estos dolorosos casos. Un español se casa con una brasileña y tienen un hijo. Al cabo de unos 4 años, el padre descubre que no es su hijo biológico. Hasta que no se descubrió la fatal noticia, él lo estaba criando como si fuese realmente suyo. La pareja se divorcia y la madre decide llevarse el niño a Brasil. El padre, se vio en la tesitura de tomar una decisión complicada. Seguir pagando la pensión de un niño, que aunque le tienes cariño, sabes que no es tuyo; y que seguramente se distanciara de él. O renunciar a la paternidad y olvidar el traumático trance sufrido.
Esta rocambolesca historia me ha recordado al ave parásita conocida como Cuco (Cuculus canorus) y la relación con sus hijos (polluelos). Para quien no lo sepa, el Cuco es un ave parásita muy famosa en Europa, incluso los relojes de Cuco llevan su nombre, por su canto (Cú-cú). Las hembras de estas aves ponen sus huevos, mayoritariamente, en los nidos de otras aves más pequeñas. Sus nidos preferidos son los de urraca y los de corneja, aunque pueden parasitar a más de 70 especies.
Se trata de un pájaro inteligente. Busca nidos que tengan huevos que se parezcan a los suyos, en tamaño, forma y colores. Además, no deja el huevo a la ligera, sino que lo sustituye por uno del nido que se come o arroja al vacío. De este modo los anfitriones no notan la diferencia de cantidad de huevos en el nido. Saben que si los verdaderos dueños de los huevos detectan más o menos huevos de los que tenían, podrían abandonar el nido o arrojar el huevo ajeno fuera del nido.
No me negarán que es uno de los actos más macabros de la naturaleza si no tenemos en cuenta los casos de la Viuda Negra o de la Mantis Religiosa. Esta conducta es conocida en la ornitología como ¨parasitismo de puesta¨.
Cuando el polluelo nace, que suele ser antes que sus hermanastros, al ser más grande que sus compañeros de nido, si puede, los expulsa del nido al estilo Caín y Abel. De este modo la ingenua madre adoptiva cría el polluelo de otra ave como si fuese suyo biológicamente. En ocasiones, los polluelos de Cuco son más grandes que sus padres adoptivos, y por tanto, necesitan una cantidad enorme de alimentos que los falsos padres solo pueden cubrir buscando muchos más alimentos que para sus propias crías.
En general, en la mayoría de los nidos, sobrevive algún otro polluelo que comparte nido con el del Cuco. Resulta curioso que el porcentaje de rechazo sea escaso. El hecho de que el polluelo de Cuco no expulsase a todos sus hermanastros había desconcertado hasta hace poco a la comunidad científica. El polluelo de Cuco podría eliminar a todos sus hermanastros y acaparar todo el alimento y la atención de los padres, si quisiera, y provocar que todos sus hermanos mueran por inanición, pero no siempre sucede. ¿Por qué no lo hacen? Tengamos en cuenta que los polluelos de Cuco nacen antes que sus hermanastros y en poco tiempo son más grandes que los padres adoptivos. Este extraño comportamiento sugiere que existe una ventaja evolutiva que no veíamos hasta hace poco.
Se ha estudiado que si la madre Cuco se ocupara de sus huevos y polluelos, solo podría criar a unos 4 o 5 individuos, en cambio si depositan sus huevos en los nidos de otras aves y les dejan que los críen ellas, puede sacar adelante a unos 15 polluelos.
Estudios recientes en España intentan dar explicación a esta extraña forma de poner y criar a los polluelos. ¿Por qué aceptan los padres a un polluelo tan diferente a ellos? La hipótesis general es que la relación de parasitismo que establece el Cuco con sus huéspedes se transforma en una relación simbiótica si la miramos desde la perspectiva de la reproducción de las dos especial en conjunto.
En algunas ocasiones, los Cucos son beneficiosos para sus huéspedes. Cuando los polluelos de Cuco se sienten amenazados o agredidos, los cucos segregan una sustancia nociva formada por ácidos, fenoles y otras sustancias químicas que contienen
sulfuro, lo que genera un olor desagradable, que actúa como repelente y que ahuyenta a depredadores como los gatos salvajes o las aves de presa.
Existe una hipótesis muy interesante que explica por qué los cucos no son expulsados como falsos hijos. Se llama la teoría del ¨Cuco mafioso¨. En concreto, en las relaciones con las urracas, el cuco vigila a distancia que todo vaya bien para su descendencia. Si su huevo es expulsado, ataca el nido del ave que lo ha hecho, pero también a los depredadores que atacan todo el nido.
En función de la densidad de depredadores, la relación de los Cucos con sus anfitriones puede ser negativa o positiva. Cuando hay muchos depredadores, sobreviven de media, más polluelos de ambas especies.
Como en el caso humano, no todo es negativo en esta relación. El juez tiene ¨nietos¨ que seguramente no tendría si se separa y se desentiende de toda relación familiar. La vida da muchas vueltas, y no todo es blanco o negro. En muchas ocasiones, las cosas son positivas o negativas en función de la perspectiva que adoptemos.
Por: Alcides Pimentel Paulino
