El ejercicio del debate político es un derecho fundamental para la construcción de democracias contemporáneas, ya que ofrecen a los ciudadanos la oportunidad de escuchar y evaluar las propuestas de los diferentes candidatos. Igualmente, visualizar la capacidad de una persona para dirigir el país, toma de decisiones, gestión de responsabilidad, política y la representación internacional.
En vista de que los debates políticos pueden influir en las opiniones públicas, pues gracias a los avances tecnológicos, los ciudadanos que comparten redes y se organizan a través de ellas tienen la capacidad de predominar más en la agenda política, por lo tanto, en los resultados electorales.
Dicho lo anterior, resulta necesario considerar aspectos claves, como lo es, proporcionar plataformas electorales, que contengan las propuestas de los planes de trabajo por parte de los partidos políticos, así como los planteamientos en busca de solución a los problemas nacionales e internacionales, más aún, para los nuevos candidatos o aquellos menos reconocidos por la ciudadanía.
Así como, la necesidad de fomentar el diálogo entre los ciudadanos con la finalidad de que sea promovida la toma de decisiones políticas más inclusiva y transparente, aumentar la transparencia en las políticas y las promesas electorales de los candidatos; para ello deberá de crearse espacios de encuentros que se permita discutir de manera respetuosa y abierta temas críticos. Esto es, para que las diferentes voces sean escuchadas y se puedan encontrar soluciones.
Igualmente, favorecer a la educación del electorado, lo que incluye un conocimiento electoral sobre los temas actuales y las opciones políticas disponibles, permitiendo a los votantes tomar decisiones más informadas. Sin dejar de lado, que por medio del ejercicio de los debates se evalúa la capacidad de los candidatos para responder bajo presión y manejar situaciones imprevistas, lo que puede ser indicativo de cómo manejarían responsabilidades significativas.
Otro aspecto importante, se refiere a aquellos momentos destacados y las actuaciones llevadas a cabo en los debates pueden cambiar la dinámica de una campaña, influir en las encuestas y alterar la percepción pública de los candidatos. A modo breve, recordemos el hecho relevante y decisivos, ocurrido en el 1960 en los Estados Unidos cuando fue televisado por primera vez, el debate entre Richard Nixon y John F. Kennedy; para los oyentes de radio Nixon fue mejor, sin embargo, los telespectadores le vieron demacrado y sudoroso, pues no quiso maquillarse y eligió una chaqueta que no combinaba con el escenario, resultando ganador Kennedy, por influencia en la opinión pública.
Por último, la realidad en la era digital ha transformado los debates, con la inclusión de medios sociales y plataformas en línea que permiten una interacción más directa y un alcance más amplio. Además, de que la opinión pública empieza también a construirse de forma distinta, pues ya no es la mediada ni la publicada. Es la compartida.
Es que, los debates siguen evolucionando con los cambios en la tecnología y las normas sociales, pero su papel central en la democracia contemporánea sigue siendo vital, pues es la oportunidad que tenemos los ciudadanos para evaluar el perfil de la persona a la que encargaremos las más altas funciones del Estado y por ende, siendo importante, considerar aspectos que ofrezcan un debate de calidad para maximizar su efectividad.
