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25 de diciembre 2025
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OpiniónArturo López ValerioArturo López Valerio

Los agentes como premisa empresarial

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La evolución desde la interacción a través de la conversación hacia los agentes de IA, ¿será una forma más eficiente para aprovechar los modelos avanzados?

El año 2024 será recordado como el momento en la historia en que se transformó de manera singular la forma en que las personas interactúan con las máquinas, en este caso, con la inteligencia artificial. Entre las innovaciones más destacadas se encuentran los agentes conversacionales, que han evolucionado desde simples bots programados para tareas específicas hasta sofisticados modelos como GPT de OpenAI y Claude de Anthropic.

Si bien estos sistemas avanzados prometen mayor eficiencia y versatilidad, su comparación con los bots tradicionales revela un panorama más matizado, con fortalezas y limitaciones en ambos lados.

La era de los bots tradicionales va quedando atrás

Los bots tradicionales fueron diseñados para ejecutar tareas específicas de manera eficiente, destacándose en entornos controlados y predecibles. Su programación basada en reglas permite que cumplan funciones como soporte técnico básico y gestión de preguntas frecuentes con un desempeño fiable.

Además, su implementación es menos costosa, lo que los hace accesibles para pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, su falta de adaptabilidad representa una gran limitación. Estos bots no pueden extrapolar información ni manejar consultas que se desvíen de sus parámetros definidos, lo que genera frustración en los usuarios y restringe su aplicabilidad en entornos más dinámicos.

La revolución de los modelos avanzados

Por otro lado, los modelos avanzados como GPT y Claude han redefinido el concepto de interacción conversacional. Gracias a su entrenamiento en grandes volúmenes de datos, estos sistemas pueden generar respuestas detalladas y mantener conversaciones coherentes a lo largo de múltiples interacciones.

Una de sus mayores fortalezas es su capacidad para comprender y contextualizar conversaciones complejas, lo que mejora la personalización de sus respuestas. Además, pueden generar contenido original, desde ideas creativas hasta soluciones técnicas, y adaptarse a diversas aplicaciones, como educación, análisis de datos y soporte empresarial.

No obstante, estos modelos también enfrentan desafíos. Las alucinaciones de datos —respuestas incorrectas o inventadas— y los sesgos inherentes a los datos de entrenamiento pueden conducir a errores significativos. Además, los costos asociados con su desarrollo y mantenimiento los hacen menos accesibles para muchas organizaciones.

El surgimiento de los agentes autónomos

El desarrollo reciente de agentes autónomos, como el «Operator» de OpenAI, señala el inicio de una nueva etapa en la evolución de la IA. Estos agentes no solo responden a comandos, sino que también pueden actuar de manera independiente, controlando computadoras y ejecutando tareas complejas sin intervención humana directa. Esto promete un nivel de automatización sin precedentes, con aplicaciones que van desde la gestión de inventarios hasta la planificación estratégica.

Al aprovechar datos en tiempo real, estos agentes pueden ajustar su comportamiento para optimizar su rendimiento y minimizar errores humanos. Sin embargo, su creciente autonomía también genera preocupaciones éticas y regulatorias, especialmente en relación con la privacidad, la equidad y la responsabilidad por las decisiones tomadas por estas máquinas.

Comparando manzana con manzana

Cuando se compara la eficiencia de los bots tradicionales con los modelos avanzados, queda claro que ambos tienen fortalezas específicas. Los bots tradicionales son ideales para entornos donde la simplicidad, el costo y la previsibilidad son prioridades.

Por otro lado, los modelos avanzados destacan en escenarios que requieren creatividad, adaptabilidad y capacidad para gestionar interacciones complejas. Hay que tomar en cuenta que la implementación de modelos como GPT y Claude implican desafíos técnicos y éticos, que van desde garantizar la precisión de sus respuestas hasta abordar los sesgos que puedan surgir de los datos con los que fueron entrenados.

El dilema de la transición incompatible: del bot al agente

La transición de bots tradicionales basados en Einstein de Salesforce a agentes inteligentes como su nueva solución AgentForce plantea un dilema crítico para muchas organizaciones: la incompatibilidad entre sistemas heredados y las exigencias de las nuevas tecnologías.

Mientras que los bots tradicionales han sido implementados para tareas específicas dentro de infraestructuras rígidas, los agentes inteligentes requieren una integración más flexible, capaz de manejar datos en tiempo real, adaptarse a contextos dinámicos y escalar con fluidez.

El problema radica en que muchas empresas han invertido significativamente en plataformas de bots preexistentes que no están diseñadas para evolucionar hacia las capacidades de los agentes autónomos. Esto crea un choque entre la inversión pasada y la necesidad de actualizarse para no quedar rezagadas en un mercado que exige soluciones más avanzadas.

Por ejemplo, en sistemas donde los bots tradicionales están atados a bases de datos locales o reglas preprogramadas, los agentes de próxima generación, como los de AgentForce, requieren acceso a ecosistemas en la nube, motores de procesamiento de lenguaje natural avanzados y flujos de trabajo automatizados que no siempre son compatibles con los sistemas actuales.

Esta incompatibilidad puede generar resistencia interna, no solo por los costos de la migración tecnológica, sino también por la complejidad de rediseñar procesos operativos ya consolidados. Además, las empresas enfrentan el riesgo de interrupciones operativas mientras intentan implementar los nuevos agentes, lo que podría afectar la experiencia del cliente y la productividad.

El dilema central es si las organizaciones deben persistir en intentar adaptar sus sistemas antiguos, aun sabiendo que podrían limitar las capacidades del nuevo agente, o invertir en una transformación completa que les permita aprovechar al máximo las ventajas de la inteligencia autónoma. Ambas opciones implican desafíos, pero ignorar esta transición podría condenar a las empresas a una obsolescencia funcional en un entorno competitivo cada vez más digital y automatizado.

La adopción de soluciones como AgentForce no solo marca un avance técnico, sino también una evolución estratégica hacia la automatización inteligente de procesos críticos, permitiendo que el talento humano se enfoque en la innovación, la estrategia y las decisiones de alto impacto. Ahora, hay que tener mucho cuidado para dar el siguiente paso de una solución a otra, ya que el ecosistema de IA es muy volátil, generando escenarios de obsolescencia programada que puede castigar a las empresas.

Perspectivas futuras

El futuro de la inteligencia artificial parece estar marcado por la transición hacia agentes más autónomos. Mientras que GPT y Claude han establecido un estándar en términos de interacción conversacional, el desarrollo de sistemas como «Operator» promete ampliar los límites de lo que la IA puede lograr.

Estos avances, si se manejan correctamente, tienen el potencial de transformar industrias enteras y mejorar significativamente la eficiencia en una variedad de aplicaciones. Sin embargo, su adopción generalizada también requiere una evaluación cuidadosa de sus implicaciones éticas, sociales y económicas.

La evolución de los agentes de IA demuestra el potencial transformador de esta tecnología, pero también subraya la necesidad de un enfoque consciente y equilibrado en su implementación. La comparación entre los bots tradicionales y los modelos avanzados resalta tanto los avances logrados como los desafíos que aún deben superarse.

El camino hacia agentes autónomos plantea cuestiones fundamentales sobre cómo integrar la tecnología en nuestras vidas de manera que sirva al bien común sin comprometer los valores éticos que nos definen como sociedad.

Al enfrentar estos desafíos, debemos preguntarnos no solo si estamos preparados para delegar más tareas en máquinas, sino también cómo asegurarnos de que estas decisiones reflejen nuestras mejores intenciones y aspiraciones como humanidad, administrando los recursos para conectar con la siguiente ola exponencial de avances tecnológicos.

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