El «yo perfecto» vive en nosotros y nos hace creer que nuestras opiniones son las únicas válidas. Esto nos lleva a despreciar las ideas de los demás.
«Si hubiera sido yo, eso no pasaría» es una frase común en los «yos perfectos». Estos individuos siempre creen tener la razón y no escuchan a los demás.
El «yo perfecto» es orgulloso y no admite errores. Actúa por impulso y no se disculpa cuando se equivoca.
Hay «yos perfectos» que son astutos y convincentes. Se presentan como líderes y la gente les cree. Pero a veces, malversan el erario público y defraudan a quienes confiaron en ellos.
Prometen soluciones mágicas con solo decir «¡Abracadabras!». Llegaron al poder, pero San Cristóbal aún espera los cambios prometidos.
Con Dios siempre, a sus pies.
Por Leonardo Cabrera Diaz
