El deporte es un instrumento que da felicidad a los pueblos y eso es lo que vive cada haitiano desde que su selección de fútbol logró el pasado martes su segunda clasificación a un mundial tras vencer a la de Nicaragua por 2-0 en la última jornada del Grupo C de las eliminatorias.
Felicidad en medio de la tormenta es lo que sienten nuestros vecinos haitianos que viven en su país y los que viven en cada rincón del mundo.
El equipo dirigido por el francés Sébastien Migné jugará la Copa del Mundo por segunda vez en su historia tras su única participación, en Alemania 1974, en la que quedó eliminado en la primera ronda.
52 años tardaron los haitianos en conseguir el codiciado pase al Mundial. Para Haití el fútbol es parte de su ADN, es su religión; los haitianos aman este deporte, y hoy como dominicanos lo estamos felicitando. En medio de tantas penurias, tempestad, los vecinos respiran algo de felicidad.
La epopeya de Haití tiene un sabor especial: la crisis de violencia, inseguridad y pobreza, provoca que su selección de fútbol no pueda jugar como local. Los vecinos jugaron todos sus encuentros de eliminación fuera de su país, precisamente porque es imposible llevar un partido de FIFA al territorio.
Los partidos de Haití se jugaron como local en Barbados, Aruba y en Curazao, con saldo de 3 victorias, 1 empate y una derrota.
Y aunque Haití tiene una selección que no juega en su país, es decir sus futbolistas juegan en Europa, Estados Unidos y otras ligas y no en su terruño, eso no minimiza su histórico pase al Mundial del 2026. El solo hecho de conseguir el boleto a la Copa Mundial de Fútbol es histórico y trascendental para cualquier país.
Incluso un mensaje de Duckens Nazon, futbolista de Haití, antes del duelo que aseguró su pase al Mundial fue muy emotivo: “Hay personas que no tienen absolutamente nada. Dependen de nosotros. Hoy tenemos la oportunidad de regalarles lágrimas de Felicidad”.
Felicidades para nuestros vecinos, disfruten, este momento es suyo, lo merecen.