Una generación que no se rinde
Queremos jóvenes responsables, comprometidos, trabajadores y resilientes, aun así, muchas veces olvidamos una verdad incómoda: los adultos que hoy cuestionamos crecieron mirando más acciones que discursos, y algo en esta nueva generación es que ya no responden al miedo, responden a la coherencia.
La figura del padre—presente, emocional, activo— sigue siendo una pieza ausente o borrosa en muchas familias.
IMPORTANTE: No se trata de estar físicamente, la presencia emocional se mide en escucha, en validación, en acompañamiento real. La pregunta es:”…¿Dónde están?”.
Mientras las madres se sobrecargaban —y muchas siguen haciéndolo— para sostenerlo todo, muchos hombres crecieron creyendo que su rol era más financiero que afectivo. Los hijos no recuerdan cuánto costó el regalo, recuerdan quién se sentó a escuchar sus miedos, quién les dio permiso de llorar sin ser llamados débiles, quién los validó sin exigir perfección… (¡Gracias a mi padre, tuve ese privilegio!).
Cabe mencionar que hay hombres —padres, padrastros, abuelos, tíos, figuras masculinas— que ya están cambiando esa narrativa, a ellos, gracias, y a los que están en proceso: keep it up!
Hoy, los centennials y posmilénicos rechazan la autoridad impuesta, no siguen órdenes sin propósito y esa actitud, aunque desafiante, también es una señal de salud emocional: aprendieron a no tolerar lo que no los respeta.
En las casas donde hubo espacio para conversar sin gritos, para preguntar sin burlas, para equivocarse sin ser descalificados, es donde hoy florecen jóvenes que aún creen en la posibilidad de construir algo distinto….pero…donde hubo silencio, distancia o autoritarismo, florece también la rabia, el miedo o la desconfianza.
Queremos una sociedad distinta y esa transformación no empieza en las oficinas ni en las universidades, empieza en la sala de la casa, en el modelo que somos, en los permisos emocionales que transmitimos.
Para transformar desde el hogar.
- Presencia es involucrarse, pregunta cómo se sienten…no solo qué hicieron.
- Habla de emociones, tus hijos no necesitan un héroe infalible, necesitan un adulto que sepa ser humano.
- Valida sin sobreproteger. Que sepan que pueden llorar…pero también levantarse.
- Modela el respeto. Si no respetas sus ideas o silencios, tampoco respetarán tu autoridad.
La construcción emocional de una generación comienza mucho antes de su primer empleo o decisión de vida, inicia en casa, con referentes que modelan respeto, empatía y presencia genuina.
Más que exigir compromiso, necesitamos inspirarlo, y eso solo es posible cuando el ejemplo comienza con nosotros.
Por Belma Polonia González
Profesional en Gestión Humana, enfocada en el desarrollo del talento, la cultura
organizacional y el bienestar laboral. Se caracteriza por crear experiencias que conecten a las personas con su propósito profesional y humano.
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