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25 de diciembre 2025
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OpiniónGregory Castellanos RuanoGregory Castellanos Ruano

Lo que le agradezco a Transilvania

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El nombre de la región de Transilvania, ubicada en los Montes Cárpatos, en el centro de la actual Rumanía, quedó grabado en mi memoria a raíz de ver por primera vez una película de Drácula protagonizada por Cristopher Lee.

De esa primera película de Drácula sólo guardo el recuerdo de que me impactó profundamente al causarme un miedo enorme. Hablo de la época de entre mi niñez y la adolescencia. Luego de esa ví todas las demás versiones con la actuación de Cristopher Lee. Recuerdo que la única en que no actuó fue en la titulada «Las mujeres de Drácula», la cual fue producida por la misma casa cinematográfica, la Hammer.

Igualmente recuerdo haber visto una versión fílmica del vampiro creado por Stoker (en la que dicho vampiro aparece con otro nombre), que no fue interpretada por Cristopher Lee y que era en blanco y negro, que me causó un miedo enorme; recuerdo que la raíz del mismo se debió al escuchar una interpretación musical con un órgano, tan fúnebre tan fúnebre era aquello tocado en dicho órgano que ello llevó mi miedo al grado del espanto, tanto que recuerdo vívidamente cómo me recogí detrás de la butaca que quedaba delante de la que yo ocupaba. El miedo generado en mí fue tan enorme que cuando salí del cine en horas de la noche lo hice con tanto pavor que al sentirme cruzando el parque próximo instintivamente decidí correr para llegar a mi casa lo más rápido posible y cuando logré abrir la puerta la cerré con enorme rapidez, pero el miedo seguía y siguió en mi mente de tal manera que no pude dormir la noche entera…

Fueron partes de mis horrores al ver la siniestra atmósfera y al siniestro personaje espeluznante en los filmes del cine.
Luego, cuando me fui alejando cada día más de la infancia para pasar a tener más edad, ya con más años en mi haber dicho paso del tiempo me permitió comprender que ese miedo fue algo epocal y que así como llegó se disipó…

Pero dicho miedo en ese interregno no era para menos frente a una bien elaborada creación de un engendro de una solera tan sombría y tan sobrecogedora. Es una dimensión del horror que provoca lo sobrenatural por este escapar a las leyes naturales.

Ya con más madurez cayó en mis manos la matriz de dónde salió el personaje: la novela «Drácula» del escritor dublinés Abraham Stoker mejor conocido en la Literatura Universal como Bram Stoker.

Mi fascinación por ella fue y es enorme, superior, muy superior a la que me causaba ver y rever al sorprendente personaje sobrenatural. Debo decir que leerla provoca más miedo que verla llevada a la pantalla, pues con la novela la trama cobra más apariencia de realidad, aunque es de justicia reconocer que algunas de las versiones llevadas a la pantalla recogen casi a pie juntilla buena parte de la atmósfera sobrecogedora creada por Stoker.

Dicha novela «Drácula» es una obra maestra, una verdadera obra maestra en el sentido literal y estricto del término. Si en altamente icónico se convirtió el vampiro en la industria del cine, en un lugar muy cimero en la Literatura Universal se encuentra la referida producción literaria de Bram Stoker. Lamenté sobremanera que yo no la conociera más temprano en mi vida.

Transilvania con su Historia sobre Blas Tepes el gobernante de Valaquia en el siglo XV, el real Drácula que existió y que no era ni fue vampiro (lo de Drácula viene de «Drakul» por la Orden del Dragón a la que pertenecía su padre), y cuya vida es reseñada alrededor de la forma que ejecutaba a las huestes musulmanas que invadían Europa del Este y caían prisioneras en su poder y por dicha forma llamado «Blas El Empalador» (hoy considerado Héroe Nacional de la actual Hungría: Rumanía pertenecía a Hungría hasta que consiguió la Independencia respecto de esta), y el folklor rumano sobre leyendas de vampirismo, influyeron sobre el celebrado autor irlandés para crear al siniestro personaje sobrenatural.

Lo único común al real Drácula que existió, Blas Tepes, y al personaje de la ficción de Horror es la estaca: pero la usada para matar al personaje de la ficción es pequeña comparada con la descomunal que usaba el primero para empalar a los musulmanes invasores mandando a clavarles dicha estaca gigante por el ano y saliendo la misma por otra parte del cuerpo que por lo general era por el cuello o por el vientre o por el pecho o por la espalda, etcétera.

La segunda razón por la que Transilvania está empotrada en mi mente es por Emil Ciorán y su «Historia y Utopía» y otros escritos igualmente impactantes. Mi fascinación por Ciorán viene por dos aspectos: primero: sus conocimientos vastos, detallados, de la Historia Universal, el manejo de esos datos de la Historia y el enfoque ágil que hace sobre esta; y segundo: el estilo con que lo hace: cargado de una fuerte carga de ironía lo mismo que de pesimismo.

Le agradezco, pues, a Transilvania la inspiración que le produjo a Bram Stoker para que éste, desde otro lugar geográfico bastante alejado a Transilvania, escribiera la novela «Drácula»; así como también el que de las entrañas territoriales de Transilvania surgiera Emil Ciorán.

Por Gregory Castellanos Ruano

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