La cientista social Rosario Espinal escribió el miércoles que la educación dominicana ha sido, es y seguirá siendo de baja calidad.
Difiero de la doctora Espinal porque quien llegue a la conclusión de que así como la educación ha fallado hasta el presente, igual ocurrirá en el futuro, debe proponer que cerremos el país y votemos la llave, y claro que no puedo estar de acuerdo con tal idea.
Pero el mal augurio de Espinal nos da una aleccionadora idea de lo negativo con que ven algunos el déficit de calidad que en general acusa nuestro sistema educativo público.
Pese a ser un déficit histórico, es ahora cuando algunos se escandalizan, como si desde que empezaron a medirnos organismos internacionales que se dedican a ello, no hubiéramos estado presentando los mismos rezagos.
Así ocurrió cuando las Pruebas Pisa, el Foro Económico Mundial y la UNESCO establecieron que, en 2014,2015, 2018, 2019 y 2020, por ejemplo, nuestra educación básica quedaba en los últimos lugares de la región.
Los gobiernos de entonces se hacían los sordos y mudos, mientras miraban desentendidos para otro lado, como si el problema no fuera con ellos.
La clase empresarial, de su parte, sabiendo que con tan serio déficit arriesgamos la posibilidad de tener un porvenir exitoso en el área económica, y el impacto negativo de ese déficit en el desarrollo general del país, empezó a desarrollar iniciativas de apoyo a la educación pública.
Ahora lo nuevo en la crisis educativa histórica es que por vez primera un gobierno tiene el coraje de reconocer la magnitud el problema, y expresa disposición a empezar a cambiar la historia.
“La educación dominicana está en emergencia desde hace 30 años y los cambios no pueden esperar más”, ha planteado concluyente el presidente Luis Abinader.
Ha expuesto que todos deben sacar la política de las aulas y decidió reunirse con la directiva de la ADP, en procura de solución a uno de los principales problemas del sistema, que es la frecuente paralización de clases que auspicia el sindicato magisterial.
Mientras se avanzan diligencias y se hacen aportes sobre el tema, reconociendo el estancamiento que registra históricamente el sistema educativo, el Minerd procura avanzar en un amplio consenso para concertar reformas y ajustes que cambien la realidad educativa de cara al próximo decenio.
Esas reformas y cambios urgen para superar los viejos atrasos de muestra educación preuniversitaria y además porque en los últimos años la revolución de las tecnologías de la comunicación y la información, y ahora la inteligencia artificial, vienen haciendo múltiples aportes al conocimiento y a la enseñanza, que debemos incorporar a nuestros curricula.
POR NELSON MARTE