El concepto cognición por mucho tiempo fue de uso exclusivo para psicólogos y profundos pedagogos expertos, pero en las tres últimas décadas del siglo pasado, con todos los avances científicos a que llegaba el genero humano, este concepto se puso de moda en una amplia gama de docentes en el mundo. La cognición es de trascendencia capital, para entender cómo se aprende, lo digo para que como profesores no nos limitemos al modismo del concepto. La cognición es uno de los conceptos de mayor relevancia para los psicólogos y está entre los de mayor complejidad, debido a que a través de la cognición podemos comprender con mayor objetividad los procesos que se relacionan con el pensamiento abstracto.
Los profesores somos profesionales que incursionamos en el mundo pedagógico, pero, lamentablemente no hacemos ciencia pedagógica como para entender que lo cognitivo es lo que nos caracteriza como seres humanos, porque tenemos la capacidad de profundizar en el pensamiento, por encima de todos los seres vivos con que compartimos este planeta.
En los primeros años de escolaridad, el profesor debe enseñar a pensar a sus alumnos. A pensar y luego, según avanza en los grados, incursionar en la comprensión a través de la reflexión y el análisis. La cognición ayuda al ser humano a percibir su entorno para aprender de él y recordar las informaciones que recaba cuan observa. Solucionar problemas es una acción que necesita de la cognición, por ello el profesor de pregrado tienen que conocer a profundidad acerca de este concepto, con el propósito de mejorar su actividad académica.
Todos sabemos que el conocimiento ha sido una producción constante durante toda la existencia humana y que a través de los siglos hemos ido aumentando la velocidad en la adquisición de informaciones, convirtiéndolas en conocimiento global. El siglo XX que nos toco vivir -en mi caso desde 1956- acrecentó en forma abrupta el saber del hombre. Hoy, en la tercera década del siglo XXI unos conocimientos minimizan a los otros, sustituyéndoles en forma contundente. Pero, lo mas importante de todo esto es, que el conocimiento ha dejado de ser propiedad de un grupo pequeño de personas, para convertirse en posesión de un numero infinito de personas. Para bien o para mal, el conocimiento se ha generalizado a todo el globo terráqueo.
Los que vivimos hoy tenemos el privilegio de poder observar al mundo, y la realidad en que se desenvuelven las sociedades humanas, de una forma diferente a como lo hicieron nuestros antepasados, e incluso, los que tenemos la suerte de tener más de cincuenta años, hemos tenido que retomar una nueva visión del mundo, adaptándonos y disfrutando de un mundo infinito de saberes. Para un ciudadano de antes de siete décadas del siglo pasado, la realidad era algo que se le presentaba como algo que estaba fuera de su alcance. Ahora, la realidad puede ser abordada a la medida de las necesidades e intereses del individuo que observa. Hoy la persona puede relacionar sus intereses con lo que pasa en su entorno, para desde ahí, hacer lo que le conviene como ente social.
Pareciera que el cumulo de conocimiento que ha adquirido en sentido general el hombre, lo lleva a que sienta que posee casi en absoluto la verdad, y por eso su comportamiento es lineal, porque lo que sabe le abre el camino en forma franca, como si verdaderamente la realidad se redujera a su deseo, sin importarle el parecer de los que andan con él en el tránsito de la vida. Puede ser que la humanidad de estas últimas generaciones, esté ante una adicción que le hace depender del conocimiento que cada uno cree es la verdad absoluta.
Por esa razón en todas las aristas de la vida actual observamos que es más importante aprender a manipular a través del mercado, de las redes, etcétera, para crear la percepción de que esa es la realidad. Ya no es tan importante saber cómo funciona algo sino cómo hacer que los consumidores del mercado de la verdad manipulada, lo perciban. Es un comportamiento que tendrá que enfrentar consecuencias que quizás no sean agradables para muchas generaciones por venir.
Algo debe pasar con un individuo que presente la realidad según le convenga a su grupo, que es lo mismo que decir, que le conviene solo a él.
Los educadores debemos tener cuidado con el mundo digital, sin prescindir de él, porque ese mundo tiene unas lateralidades que nos pueden conducir a sobredimensionar unos valores y minimizar otros. La revolución TIC debe ser controlada por lo cognitivo no en sentido contrario. Los avances científicos y de la tecnología de la comunicación trabajan una verdad que según ellos es irrefutable, pero, convierte al individuo en un dependiente de los medios y de sus verdades “cognitivas.”
Los docentes debemos, como profesionales de las ciencias pedagógicas, no podemos dejar que la verdad sea una consecuencia del interés del mercado.
Por Francisco Cruz Pascual