Por: Ysidoro Paulino (Junior)/ comunicador y político
En los momentos de mayor incertidumbre nacional, los pueblos buscan refugio en la experiencia, el liderazgo probado y la serenidad de quienes ya han demostrado capacidad para gobernar.
Por eso hoy, más que por aspiración personal o cálculo político, Leonel Fernández vuelve a ser una necesidad nacional.
La República Dominicana enfrenta un escenario de retroceso institucional, desigualdad creciente y pérdida de rumbo económico.
En medio de ese panorama, surge con fuerza la figura de un líder que no solo conoce el Estado, sino que lo ha transformado en tres ocasiones.
Leonel representa la inteligencia política, la visión estratégica y el equilibrio que el país demanda.
Durante sus gestiones, el país vivió avances notables en infraestructura, educación superior, estabilidad macroeconómica y proyección internacional.
Su liderazgo logró insertar a la República Dominicana en la modernidad, promoviendo la inversión, el desarrollo tecnológico y el fortalecimiento democrático. Frente a un presente lleno de improvisaciones, su legado es el mejor argumento a favor de su retorno.
Pero más allá de los logros del pasado, Leonel Fernández encarna una idea de país: la del progreso con orden, del crecimiento con inclusión y de la política con propósito.
En tiempos donde la demagogia y el populismo se imponen sobre la razón, su figura se erige como un punto de equilibrio, como la voz de la sensatez frente a la estridencia.
Hoy, cuando el país demanda rumbo, liderazgo y visión de Estado, Leonel Fernández se levanta como el único capaz de reconstruir la confianza perdida, de unir voluntades y de devolverle esperanza al pueblo dominicano.
Su retorno no es un capricho político, sino un mandato de la realidad.
Porque cuando la nación más lo necesita, los grandes líderes no se improvisan: renacen. Y Leonel Fernández está llamado a guiar nuevamente en el 2028 el destino de la República Dominicana.
