La violencia que se vive en el país esta diseminada en todos los sectores, barrios, ciudades del país. El estado de cosas, que puede empeorar por el impacto socio económico que se avecina, nos invita a reflexionar a tiempo. Pues tal cual van las cosas este enunciado que planteamos puede ser considerado con algo no deseable pero muy probable, en este devenir de nuestra historia.
Decir con propiedad que las tempestades se desesperan por brotar, surge como consecuencia de la violencia que sembramos diariamente, por las decisiones que tomamos sin tomar en cuenta los efectos en la colectividad. Y por contribuir en hacer cada día más grande la brecha existente entre una gran masa de personas con una muy baja calidad de vida y unos pocos que por ser políticos disfrutan olímpicamente y casi con burla de las mieles del poder.
A veces se nota una exageración descarada en las mismas redes sociales y de hecho en el ¨modus vivendi¨ de los nuevos semidioses de la sociedad dominicana.
Si a esto sumamos varias generaciones de jóvenes castrados pues soñaron con ideales de progreso, pues se creyeron el cuento de Platón y en cambio la realidad política dominicana les enrostra que fueron unos estúpidos al perseguir sueños que caen a la tierra, pues el pragmatismo dice claramente, que lo único que hace sonar la alcancía en dominicana es la actividad política cuando se mezcla con el dinero sucio.
Entonces los buenos que incursionan en la política se dan cuenta rápidamente que no vale la pena, pues el precio de lograrlo implica ensuciarse las manos con diabluras inenarrables.
Ciertamente nos encanta llamar las cosas por su nombre y como dice un amigo nuestro y sin darnos cuenta creamos controversias.
Aunque eso que se percibe como controversia podría no ser más, que poner un espejo a la falsedad de la doble moral de nuestros políticos y funcionarios de todos los niveles jerárquicos.
Hablar de adecentar la política para inducirte a sumarte al ridículo de participar en una contienda electoral, a sabiendas de que no pasaras, pues no tienes el perfil de patán que se necesita, es también una realidad que inhibe la eyaculación de las que se conocen en la juventud. Es soñar con espejitos de los que trajo colon y luego ver con los ojos abiertos lo que es nuestra selva electoral y que son dos cosas muy distintas.
Creo que el mismo Platón hubiese hecho alguna enmienda a ese enunciado que circula en las redes para que la gente participe en política, esa enmienda la hubiese hecho diciendo: Excepto si participas en la política dominicana.
En nuestra querida selva caribeña es necesario ser cuasi alienígena en materia del saqueo y corrupción, dispuesto a lo que sea para lograr primero una postulación sin que luego te saquen de la boleta y ser casi un Francis Drake para que poder ¨josiar¨ una candidatura ganadora en un certamen electoral y que no te quiten votos en las juntas distritales para favorecer bandidos aliados.
Y lo peor, luego de llegar, con los compromisos en un alto porcentaje con el crimen organizado, el fraude, el dinero sucio y la corrupción, te hacen adoptar un traje muy distinto a la mentira que tuviste que vender para lograr votos con el electorado. Sumo aquí una pregunta tonta: ¿de dónde saca usted 40 millones de pesos para tirarlo en una campaña sin garantía electoral?, usted tiene la respuesta.
Usted dirá, pero eso es igual en todas partes y yo les digo, no me importa como sea en otros países, con sociedades tan podridas como la nuestra, pero lo que tenemos aquí no es más que podredumbre y excremento que se acumula en los poderes del estado y con mayor énfasis en los organismos fiscalizadores como son: el congreso nacional, la cámara de cuentas para citar dos ejemplos.
Toda esta pus que fluye de nuestra actividad política de carnaval, y el congreso nacional tiene la mayor parte. Pues no fiscaliza (¿y cómo lo hará si está comprometido con lo peor?).
Y siempre crea las condiciones con leyes engañosas, que muchas veces van en detrimento de la nación, pero que favorecen ampliamente a grupos selectos amarrados con el poder; a esos que financiaron su campaña y le llevaron a la curul.
Esta evacuación fétida, ni es democracia ni es representación del interés nacional.
Como diría el mismo Jesús: ¨en una cueva de ladrones convirtieron la casa de mi padre¨.
Un nido de víboras que rebosa la asamblea nacional, con su veneno contagioso y convierten en muerte la forma de vivir en la República Dominicana.
Una cofradía política que arriba al congreso nacional con las mismas intenciones de Alibaba.
El saqueo de la nación con las mismas prácticas manipulativas que le enriquecen ilícitamente, pero que le garantizan reelecciones sucesivas, mas inmunidad parlamentaria y aprobando leyes para beneficiarse y beneficiar intereses particulares.
Aprobando alegremente cual sello goniógrafo cada diablura que implica endeudamiento y más endeudamiento, dineros frescos tan necesarios para sus apetencias personales.
Un reparto vulgar del botín de guerra que definitivamente es el erario y que entre todos estos actores, mas los funcionarios y allegados favoritos tocan de a mucho.
Es una pena el no poder contar en el país con instituciones que se deban a las leyes que le crearon y que los personajes que le administran estén en su gran mayoría comprometidos con la delincuencia de cuello blanco, aunque solapados y mutuamente protegidos por el poder gobernante.
Una mafia escandalosa que hace brotar pus en cada institución del estado. Donde el sistema operativo de la corrupción administrativa instalado, ordena en todas sus facetas y modos activos, colaborando con la mente depredadora de los incumbentes.
En este sistema caprichoso, no cabe la gente honesta y de principios en puestos claves, pues se les mira como una retranca a los fines del enriquecimiento ilícito planeado.
Este sistema de cosas debe terminar. La paz social se encuentra amenazada. Está llegando el momento donde la gente tendrá tanta conciencia de esto que opera en la gestión pública que no colaborara. Y la desobediencia civil será el único camino transitable.
La poblada, la parálisis, la anarquía y el caos se adueñarán de las calles y ya la marcha no será verde sino roja: teñida de la sangre popular; auspiciada en la falsa creencia de tenerse el derecho de reprimir y convertir cualquier cosa en intercambio de disparos.
El extremismo luce ser el camino que obligará a los desesperados y abusados a transitar, huyéndole por sobrevivencia a los efectos del síndrome de Estocolmo que los bandidos de la política gobernantes de turno han obligado padecer a los dominicanos.
En cualquier momento se enciende la mecha que echará por tierra y lamentablemente con sangre, este sistema operativo que cada día siembra mas vientos de violencia y por lógica de la física: las tempestades se desesperan por brotar.
Por Julián Padilla
